28 de julio de 2011

El Instituto de la Mujer pone en marcha la publicación digital “Noticias Inmujer”

• El boletín digital tendrá una periodicidad quincenal, y se une a los nuevos cauces de comunicación con la ciudadanía, a través de la Red, que el Instituto de la Mujer inició hace dos años con el fin de incrementar la transparencia informativa.
• Otro de los objetivos de esta publicación, es favorecer el uso de las tecnologías de la comunicación entre las mujeres.

El día 8 de julio, el Instituto de la Mujer ha iniciado la difusión de su publicación “Noticias Inmujer”, un boletín quincenal con formato digital, que pretende divulgar, de una forma ágil, directa y económica, la información de las actividades que realiza o de aquellas que tienen un interés especial para las mujeres.
“Noticias Inmujer” se difunde enteramente a través de correo electrónico, alcanzando inicialmente cerca de dos mil direcciones, entre las que se encuentran: medios de comunicación, asociaciones de mujeres, redes internacionales de mujeres, instituciones de igualdad españolas y europeas, agencias de género de Latinoamérica, centros de documentación y bibliotecas de mujeres o seminarios de género de las universidades españolas, entre otras, así como a particulares.
Para la directora general del Instituto de la Mujer, Laura Seara, “Noticias Inmujer” supone “la adaptación de este organismo a los nuevos tiempos y los nuevos tiempos son las tecnologías de la comunicación”.
Además, esta línea de acción va a permitir avanzar en otros dos objetivos fundamentales, por un lado acercar a la población joven a las políticas de igualdad y, por otro, favorecer el uso de las tecnologías de la comunicación entre el conjunto de las mujeres.
Este nuevo canal de comunicación viene a sumarse a los que ya dispone el Instituto de la Mujer en las principales redes sociales en Internet (Facebook, Twitter y Youtube) y podrá accederse a él, también a través de la página web del organismo: www.inmujer.es



http://e-igualdad.net/noticia/instituto-mujer-lanza-noticias-inmujer

http://www.fotoconcursoinmujer.com/

http://www.soyempresaria.tv/



Se estrena 'Without Men'

El filme es una fábula que plantea cómo sería una sociedad formada solo por mujeres


Los Ángeles (EE.UU.).- El interés despertado por una escena lésbica de Eva Longoria con la actriz mexicana Kate del Castillo ha contaminado el estreno en EE.UU. este viernes de la comedia Without Men, una fábula que plantea cómo sería una sociedad formada solo por mujeres.
Longoria se distancia en el filme de su conocido personaje de Mujeres desesperadas para encarnar a un viuda con carácter que termina convirtiéndose en la alcaldesa de su pueblo cuando la guerrilla se lleva por la fuerza a todos los hombres.
Una situación de abandono que las habitantes de esa perdida localidad superan sobre la marcha y termina por fomentar el amor entre vecinas.
"Está bien que la gente vaya a verla por el morbo, aunque la película es más que eso", explicó a Efe la directora Gabriela Tagliavini, que se encargó también de adaptar la historia basada en la novela Tales from the Town of Widows de James Cañón.
"Es una propuesta humana y social pero en forma de comedia atrevida, agarramos los clichés y nos reímos de ellos", comentó la realizadora que insistió en que "no es un drama lésbico" y tampoco un alegato feminista.
"Plantea cómo comunicarse y cómo llevarse bien", dijo Tagliavini, que confesó que el proyecto cayó en sus manos después de que el autor de la obra tratara sin éxito de involucrar al cineasta español Pedro Almodóvar.
"Tuve suerte de que no le contestó", admitió la directora de Ladies' Night (2003) quien se puso en contacto con Longoria para protagonizar la cinta.
A Longoria "le gustó muchísimo el guión", indicó Tagliavini que, aunque tenía poco presupuesto, tiró de relaciones personales para formar un reparto de renombre con Longoria, Christian Slater, Óscar Núñez, Kate del Castillo, María Conchita Alonso, Fernanda Romero, Judy Reyes y Mónica Huarte, entre otros.
"Le pagaba a todo el mundo muy poco, lo hicieron por pasión por la historia. A las mujeres les interesaba mucho", señaló la realizadora.
El rodaje tuvo lugar en junio de 2010 en un set situado en Ojai, cerca de Santa Bárbara en el sur de California, coincidiendo con las vacaciones de Eva Longoria y transcurrió en armonía a pesar de los temores de la directora por que se produjera un choque de egos.
"Éramos unas treinta mujeres y yo estaba esperando que alguna fuera la diva pero no hubo problemas de convivencia. Nos reímos mucho y cotorreamos", aseguró.
Respecto a la ya famosa escena sexual entre Longoria y Del Castillo, parte de la cual se adelanta en el "trailer", Tagliavini reconoció que las dos actrices estaban "un poco nerviosas y se reían".
"Primero hablé con las dos por separado, sobre cómo sería su personaje. El de Kate era más masculino y ya se había acostado con mujeres, el de Eva era casada y mojigata. Creo que quedó muy bonito y muy romántico. Si hubiera sucedido en realidad también habrían estado nerviosas", dijo Tagliavini.
Without Men, distribuida por Maya Entertainment en EE.UU., se estrenará el viernes 29 de julio en Los Ángeles, Nueva York y Chicago y durante las próximas semanas debutará en cartelera en San Diego (California), San Antonio (Texas) y Miami antes de que en septiembre salga en DVD en ese país.
La película se podrá ver en un millar de cines en América Latina a partir de octubre, en mercados como México, Colombia, Argentina o Brasil y habrá pases también en Europa, Australia, China y Oriente Medio, aunque aún no existe distribución para España o Italia

Muere Agota Kristof, la más dura cronista de la posguerra en Europa

La autora húngara de la trilogía de Claus y Lucas falleció en Suiza, donde vivía desde 1956.

Día a día, durante cinco años, Agota Kristof se unía a una cadena de obreros en una fábrica de relojes en Suiza. Venía arrancando de Hungría, donde la Unión Soviética había aplastado la revolución de 1956. No sabía francés, le parecía vivir en un desierto y el trabajo, una cárcel. Tenía una hija pequeña, un marido del cual se separaría y lo pasaba mal. Escribía mentalmente poemas en la industria, que por la noche pasaba al papel. Se aburriría hasta la angustia trabajando en una consulta dental y tendría poco éxito con un par de obras teatrales. Entonces, ya a los 50 años, aparecieron los crueles gemelos Claus y Lucas y Kristof se convirtió en una de las más descarnadas retratistas de los efectos de la II Guerra Mundial.


Publicada en 1986, la novela El gran cuaderno le dio a Kristof una inesperada fama mundial. Se tradujo a 30 idiomas, recibió elogios de la crítica y en nuestro país fue la inspiración para que la Compañía La Troppa (hoy Teatro Cinema) cristalizara una estética en la obra Gemelos (1999). Ella siguió escribiendo, siempre en su estilo seco y brutal, y nunca dejó Neuchatel, la ciudad suiza que alguna vez le pareció un desierto. Ahí estaba ayer cuando murió. La familia informó del hecho, pero omitió la causa.
Kristof tenía 75 años y dejó una obra escueta, aunque sólida, desesperanzadora y hasta perversa sobre la Europa de posguerra. En los últimos años, dos hernias en la columna le dificultaban caminar y se había alejado de la literatura. "No tengo ni fuerza ni ganas de escribir. No tiene sentido", dijo el año pasado. En 2007 se lo había informado al diario El País: "No creo que me salga ya nada mejor de lo que escribí".
El mundo de posguerra
Nacida en 1935, en Csikvánd, una pequeña localidad de Hungría, Kristof salió de su país a los 21 años siguiendo a su esposo y jamás volvió. Se separaría, se volvería a casar, se separaría nuevamente. Tuvo tres hijos. En los 70 asumió el francés para su escritura, aunque siempre consultaba el diccionario. Según ella, su estilo directo y carente de retórica no viene de ahí: "Viene del teatro. Diálogo puro. Lo justo, sin grasa. ¿Para qué dar vueltas? ¿Para hacer literatura? No me interesa la literatura".
Así escribió El gran cuaderno. Empujada por un amigo, envió el manuscrito a editoriales francesas. La publicó Seuil en 1986, luego de que Gallimard la rechazara, pensando que no tendría lectores por su dureza. En algo tenían razón: es dura. En medio de la guerra, la madre de Claus y Lucas los deja al cuidado de su abuela, una señora a quien llaman La Bruja. Ella no los quiere, los gemelos tampoco a ella. No son niños normales: conspiradores, viciosos, traicioneros, están dispuestos a matar para sobrevivir. De fondo, la guerra hace del mundo un lugar precario y hostil.
Mientras El gran cuaderno empezaba una ruta de traducciones (al húngaro sólo tras la caída del Muro de Berlín), éxito internacional y múltiples adaptaciones teatrales, Kristof no podía parar con los gemelos. "No podía pensar en otra cosa. Tenía que continuar", dijo. Escribió La prueba y La tercera mentira, donde Claus y Lucas sufren los efectos de la guerra, los separa un régimen autoritario y su historia de niñez es narrada nuevamente.
Después de la trilogía, Kristof publicaría la novela Ayer (1995), otro durísimo drama: en su niñez, Tobías mata a su madre, una prostituta, y a todos sus clientes. Deja su país en medio de la guerra y en otra parte, con otro nombre, trabaja a diario en una fábrica de relojes. Por las noches escribe. Las similitudes biográficas son confesas.
Paralelamente, El gran cuaderno era adaptado al teatro por diferentes compañías del mundo. En 2001, Kristof vio Gemelos, en París y se sorprendió por lo lúdica que podía ser la historia de Claus y Lucas. Los actores Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro planeaban visitar a la escritora en Neuchatel, en noviembre, en el marco de una gira por Europa.
En los últimos años, Kristof publicó libros de cuentos (No importa), teatro y novelas aún no traducidas. También La analfabeta, volumen autobiográfico proveniente de columnas que escribió por dinero mucho antes de forjar un estilo. Nunca le gustó. Nunca estuvo totalmente de acuerdo con su publicación. Y jamás recogió un premio de 10 mil euros que le entregaron los críticos alemanes por el libro. Era su ética literaria: "La escritura es demasiado importante como para hacer algo que no me guste", dijo cuando ya dejaba de escribir

La obra que consagró a La Troppa


A fines de los 90, hasta la compañía La Troppa llegó la novela El gran cuaderno. El efecto fue inmediato: "Quedamos impactados por el paralelo que se generaba con nuestra historia infantil en dictadura. Ahí estaba retratado lo que sufrió nuestra generación", recuerda Juan Carlos Zagal. Con el texto de Kristof montaron Gemelos, una sorprendente obra que mezclaba el teatro con recursos del cine y la música. Menos dura que la novela, la obra tuvo un éxito rotundo que los consagró. "Creo que la potencia de su escritura permitió que la compañía cristalizara un lenguaje", dice Zagal.

Homenaje a Evita en Argentina

59 AÑOS SIN EL MITO
 
“La más odiada pero la más amada, la más agraviada pero la más venerada, hoy eternamente victoriosa, mirando a la historia con el amor de su pueblo y el reconocimiento, me atrevería a decir, de todos los argentinos”.

Cristina Fernández de Kirchner habló, claro, de Eva Duarte de Perón, Evita. La recordó bajo las estrellas, en la noche del martes, al cumplirse 59 años de su fallecimiento, de cara  al edificio donde funciona el ministerio de Salud y Desarrollo Social, cuya estructura, levantada en la avenida 9 de Julio, entre Moreno y Belgrano, está íntimamente asociada a la figura de la “abanderada de los humildes”.


Fue allí donde Eva le comunicó en agosto de 1951 a una multitud que desistía de acompañar como vicepresidente a Juan Domingo Perón en los comicios de ese año. La presión militar había sido considerable y ella, que ya estaba enferma, decidió dar un paso al costado con una frase que quedaría entre los más selectos aforismos de la política de este país: “renuncio a los honores pero no a la lucha”.


Tema central del musical "evita" interpretado por Paloma san Basilio. Imagenes de la vida de Eva Peron

Al caer el peronismo, se recordará, el cadáver de la esposa de Perón fue vejado y escondido en Italia. La espesura de ese odio generó el efecto contrario. Evita sería objeto de una mayor veneración por parte de los vencidos  y, también, forzadas interpretaciones. “¿Aventurera o militante?”, fue el título de un libro que en 1962 escribió, en clave existencialista, el ensayista Juan José Sebreli (libro del cual se arrepentiría luego). Evita también sería en 1975 la estampa religiosa de la ultraderecha peronista, cuyo cuerpo fue traído de vuelta al país en medio de un desfile de matones armados.
Muy pocos ponen en duda la dimensión mítica de Eva a estas alturas. La presidenta ha ido más allá: asegura que ella ya no es solo del peronismo y se ha convertido “en un icono cultural e histórico de todos los argentinos”. Todos, subrayó. Y, por eso, ella ahora oteará desde lo alto a los que atraviesen la principal avenida de la ciudad de Buenos Aires.
Bajo la advocación presidencial quedó inaugurada una nueva postal capitalina. El retrato de Eva, gigante, silueteado en hierro, sobre el lateral sur del Ministerio de Salud y Desarrollo Social. Las imagen se ha inspirado en el retrato de Ernesto Guevara en la Plaza de la Revolución, en La Habana. En rigor, serán dos. En la noche del martes solo se hizo visible el primero. Una Eva de rostro apacible, como la ilustrada en la segunda página de La Razón de mi Vida, el libro autobiográfico que los chicos argentinos leían en los años 50. “La quise mirando al sur, hacia las fábricas, hacia los puentes que miles de trabajadores cruzaron el 17 de octubre para liberar a Perón”, explicó la presidenta. La otra imagen, en construcción, se erguirá en la cara opuesta: una Eva desafiante, la del 22 de agosto de 1951, aquella noche de la renuncia a los honores.
Dos Evas contrapuestas, en cierto sentido antagónicas, pero que tienen, para Cristina Fernández, un mismo objetivo.“Que sea símbolo de unidad de todos los argentinos, de superar viejas antinomias. Que desde la historia nos enseñe que es necesaria la unidad nacional para lograr los grandes objetivos”, dijo.
Cristina K.  inauguró el retrato frente a una multitud, en momentos de una polarización en cierto sentido semejante a la que experimentó el primer peronismo. Se ama o se odia. La línea divisoria no admite matices y se hará más infranqueable a medida que se acerquen las elecciones de fines de octubre, en las que la presidenta se juega su reelección. “Esa mujer, desde el fondo de la historia, nos enseña que nada se obtiene sin sacrificio, que enfrentarse a los poderosos tiene un precio”, arengó.
El próximo domingo, los habitantes de la capital participarán de la segunda vuelta en la que se decide el nombre del jefe de Gobierno de la ciudad. El magnate Mauricio Macri tiene su reelección asegurada. Macri aparece por estas horas como el gran referente opositor. Su candidato en la provincia de Santa Fe, la segunda en importancia del país, Miguel del Sel, un humorista obsceno que suele travestirse y denigrar a las mujeres, quedó en segundo lugar, detrás del socialista Hermes Binner, y se convirtió en la revelación política de la semana. Pero Macri no participa de las presidenciales de octubre. Decidió preservar su territorio, convencido de que Cristina K. sería imbatible. “Terminó la luna de miel con la Presidenta”, sentenció desde las páginas de La Nación, el columnista Joaquín Morales Solá, después de las sucesivas derrotas electorales del oficialismo y la que se augura en la provincia de Córdoba, antes de la batalla final. Por estas horas, la oposición, a pesar de estar dispersa, cree que es posible torcer la historia. Para algunos de ellos, los retratos de Eva, construidos con el tono de la estética kirchnerista, tienen los días contados.

“El mejor homenaje es trabajar por más empleo”

“Eva nos dio el ejemplo de ser soldados del proyecto nacional y popular, sin buscar lujos o satisfacciones personales y demostró que no es un tema de cargos, sino de sostener proyectos”.

La sobrina nieta de Eva Duarte, Cristina Álvarez Rodríguez, dijo que el mejor homenaje que se le puede hacer a su tía, al cumplirse 59 años de su fallecimiento, es “trabajar para que haya más medidas como la Asignación Universal por Hijo, más empleo y más viviendas”.
“Hoy recordamos a Evita con el mejor de los honores que se le puede hacer a una mujer como ella: trabajando”, precisó la ministra de Infraestructura bonaerense en declaraciones a Télam.


Sostuvo que “nuestra presidenta Cristina Fernández nos da el ejemplo de que no es hablando sino con acciones que pondremos en valor a Evita y mostraremos la vigencia que ella tiene hoy”.
Explicó la funcionaria y candidata a diputada nacional por Buenos Aires que “Eva peleó por incluir a más de medio país que estaba en el subsuelo de la patria y esa pelea hoy se sigue dando”. Evaluó que “otros homenajes que se le hacen a Eva son vacíos de contenido, porque cuando los que los realizan tuvieron la responsabilidad de homenajearla en los hechos, no lo hicieron”. Alvarez Rodríguez consideró que “los jóvenes reivindican muchísimo la lucha de Eva, su coherencia, su lealtad, su trabajo” y dijo que “ella no entregó sus convicciones y eso la pone en un rol de heroína nacional”.
“El lugar que Eva ocupa en la historia es único y tiene luz propia”, continuó y afirmó que los jóvenes se sienten “conmovidos por su trasgresión y su lucha”.
La funcionaria destacó que “les conmueve que haya muerto por los ideales, como Néstor Kirchner o el Che Guevara porque fueron apasionados, dejaron todo, hasta la vida, sin importarles las causas”. “Eva decía `cueste lo que cueste y caiga quien caiga, vamos con el peronismo`”, indicó Alvarez Rodríguez en diálogo con esta agencia.
Además, explicó que la marcha de antorchas que se realizó en la puerta del ministerio de Desarrollo Social fue “emblemática” porque “conmemoró un momento único en la historia de Eva: el cabildo abierto de 1951 cuando ella renunció a los honores pero no a la lucha”.
“Eva nos dio el ejemplo de ser soldados del proyecto nacional y popular, sin buscar lujos o satisfacciones personales, y demostró que no es un tema de cargos, sino de sostener proyectos”.
Por otro lado, reflexionó que “Eva logró incorporar el amor a la política y hacer de ésta un hecho bien cotidiano porque cuando ella se metió en política, éste era un tema de los hombres”.
“Por entonces, las únicas que participaban eran las socialistas y no masivamente, pero Eva hizo que la política deje de ser una cosa de una elite, de un grupo de intelectuales o profesionales para ser algo popular”, aseveró. Analizó que “la presidencia de Cristina (Kirchner) vino a cerrar ese círculo de participación femenina protagónica, que le dio también algo muy cotidiano y popular a la política en toda la sociedad”.
“Ahora la política se discute en todos lados y eso es ganar en democracia”, finalizó la sobrina nieta de Eva.

Homenaje a Evita

La figura trascendente de EVA PERÓN pertenece a la Patria misma.
Su trayectoria pública tiene como hitos relevantes, su entrega total a la causa del pueblo a través de la mayor obra social que se conozca, y su inquebrantable lucha por la equiparación civil y ciudadana de la mujer, hoy patrimonio coún de todos los argentinos.


El solo nombre de Eva Perón constituyó durante años el mensaje de amor sin reserva a la humildad, el alma de la idea, la voz suave de ternura de mujer iluminando los horizontes doloridos, fatigados de lucha, de afanes y esperanzas.
Paradigma de la mujer argentina, logró para ella el derecho a la igualdad, a su dignidad, el que ocuparan un lugar destacado en la acción cívica y política de nuestra Patria, insertándolas en el cambio social, y convirtiéndolas en hacedoras de destino nacional.Su decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor de representar a los trabajadores en la más alta de las dignidades electivas, trasunta otra faceta relevante de su personalidad.
Por todo ello, tuvo para sí la desbordante emoción de su pueblo hacia su persona que hoy perdura, conservándose en la memoria colectiva como reconocimiento de su lucha.
En este homenaje rescatemos como ejemplo para nuestras generaciones su figura, la que describe sus propias palabras:
“Dejé mis sueños en los caminos para velar el sueño ajeno, agoté mis fuerzas físicas para reanimar las fuerzas del hermano vencido. Mi alma lo sabe, mi cuerpo lo ha sentido...”

Eduardo Andrada
Abogado

¡Un, dos, tres, pelo ya!

Una empresaria apuesta por los productos contra la alopecia con una firma creada en plena crisis económica

The Cosmetic Republic exporta el 50% de su producción


«¡Un, dos, tres, quiero pelo ya!» Olga Barberà lanza la frase a modo de grito de guerra de su empresa, The Cosmetic Republic, especializada en la caída del cabello. En un antiguo almacén textil barcelonés, Barberà busca el término «llamada» para explicar por qué abandona la comodidad de la asalariada en plena vorágine económica, a finales del 2008, para embarcarse en una empresa de cosméticos, con un capital inicial de 100.000 euros. Desde el primer minuto, la exportación representa la mitad del objetivo de la firma, que prevé culminar el año con un millón de euros de facturación, el doble del anterior.



«La empresa nació con una visión internacional, porque las nuevas tecnologías hacen tan costoso vender en Galicia como en el Líbano», explica la directora general y propietaria de la firma. Oriente Próximo y el golfo Pérsico son lugares donde sus productos prosperan. «Las mujeres compran muchísimo porque se les cae el pelo. Todo lo que se ponen para cubrir la cabeza no deja respirar al cuero cabelludo. Sudan mucho por las altas temperaturas», señala.
La primera línea, del 2009, «es de tratamiento, con láser y nanotecnología, que ayuda a frenar la caída del pelo y estimula la aparición de nuevos cabellos en las zonas en las que haga menos de tres años que había pelo», asegura Barberà. «Si ha pasado más tiempo no es posible. No hay semilla. No hace milagros», aclara sobre el producto de fórmula propia y de consumo domiciliario y profesional. Esta joven empresa, con 10 trabajadores, también vende on line y así llega a todas partes.
La estrella
Pero el producto estrella es, según especifica en la web, «microfibras naturales de queratina de origen vegetal. Las microfibras, hechas de la misma proteína que está hecho el cabello, están cargadas electroestáticamente y se entrelazan de forma natural con los cabellos cubriendo todo el cuero cabelludo con un resultado perfecto día y noche». Es el pelo instantáneo. No sirve para la coronilla de monje o las entradas, pero esa especie de polvo surte en un pispás una especie de milagro si tiene pelos naturales a los que agarrarse y formar como una mata. Luego, se pone el fijador y listo. A pesar de que los hombres, de entre 30 y 50 años, son los consumidores potenciales, la novedad es la irrupción de las mujeres en el mundo de la alopecia. Contra las posibles suspicacias ante un sector con picaresca, Barberà responde: «Que lo prueben, lo miren y se lo digan a la gente».

INICIATIVAS EN TIEMPOS DE CRISIS
 
 

27 de julio de 2011

El CGPJ concede por primera vez a una juez la reducción de jornada

El Gobierno de los jueces permite por primera vez conciliar la vida profesional y familiar
La Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha concedido por primera vez la reducción de jornada laboral a una magistrada para conciliar vida familiar y laboral.
El CGPJ ha explicado en una nota que es la primera vez que se plantea la solicitud de reducción de jornada bajo el nuevo Reglamento de la Carrera Judicial, aprobado recientemente y que es también la primera ocasión en la que el órgano de gobierno de los jueces responde positivamente a una petición de estas características. La reducción de jornada para la magistrada, destinada en Getafe, será de un 33% de su tiempo laboral, en la misma proporción que la remuneración, y dicha reducción no podrá llevarse a cabo durante el servicio de guardia.



El Tribunal Superior de Justicia madrileño había informado previamente, de forma favorable, de la concesión de esta petición de reducción de jornada, hasta ahora reconocida a otros colectivos, señala el comunicado.
Fuentes del CGPJ han indicado que una juez de Barcelona, Rosa María Font, tras dar a luz comenzó a tramitar su petición de reducción de jornada poco antes de la entrada en vigor del nuevo Reglamento de la Carrera y antes de que lo pidiera la magistrada de Getafe. Pero el caso de Font aún se está estudiando porque esta juez está también a la espera de ser ascendida antes a magistrada.
Por otra parte, el CGPJ ha informado de que el Ministerio de Justicia interpuso recientemente, ante la Sala Tercera del Tribunal Supremo, un recurso contencioso-administrativo contra este tipo de reducciones de jornada, previstas como novedad en el Reglamento de Carrera.

La reducción de jornada será de un 33%, en la misma proporción que su remuneración

Las mujeres jueces de entre 20 y 40 años duplican ya a sus compañeros varones

Las mujeres jueces de entre 20 y 40 años duplican ya en número a sus compañeros varones, lo que ha permitido que la tasa de feminización de la carrera judicial alcance en 2010 el 48,35 por ciento, aunque no supera aún la tasa masculina porque entre los 51 y 70 años la primacía sigue siendo de los hombres.
Estos datos figuran en la Memoria de 2010 del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que hoy ha sido aprobada por el Pleno de este órgano y presentada en rueda de prensa por la portavoz Gabriela Bravo.
Las mujeres jueces de entre 20 y 30 años en activo suponen el 68,29 por ciento (56 frente a 26 hombres), las de 31 a 40 alcanzan el 65,66 por ciento (931 frente a 487) y las de 41 a 50 representan el 50,67 por ciento (873 frente a 850).
La media desciende al 34,33 por ciento en la franja de edad de entre 51 a 60 años y entre los 61 y 70 años la representatividad de la mujer en la carrera judicial es sólo del 9,72 por ciento.
La cuota femenina en la judicatura se concentra en los órganos unipersonales, fundamentalmente en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer (65%), seguido de la Primera Instancia e Instrucción (63,4%), Menores (57,2%) y Vigilancia Penitenciaria y Juzgados de lo Penal (56% en cada uno).
Por contra, en órganos como el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional la mujer representa el 11,54 y el 32,31 por ciento, respectivamente, y en los Tribunales Superiores de Justicia y Audiencias Provinciales alcanza el 30,51 y 33,21 por ciento, en cada caso.
La Memoria del CGPJ recoge también "una panorámica de la Justicia en 2010" y contabiliza una reducción del 2,2 por ciento frente a 2009 en el número de asuntos que ingresaron en los órganos judiciales (9.355.526 en total).
El descenso más significativo (un 9,4%) se ha registrado en la jurisdicción contencioso-administrativa, lo que para la portavoz del CGPJ significa que "la crisis está dando un respiro a la Administración de Justicia".
La jurisdicción penal sin embargo "muestra un leve incremento en las tasas de pendencia y congestión y se mantiene constante la de resolución, lo que se puede leer como un ligero deterioro de su situación general", observa la Memoria.
De este modo, los asuntos que quedaron en trámite se incrementaron un 2,9 por ciento, siendo la peor situación la detectada en Castilla-La Mancha (1,33%), seguido de La Rioja (1,26) y Comunidad Valenciana (1,25 %).
El Consejo también ha evaluado el grado de cumplimiento de la Carta de Derechos de los Ciudadanos ante la Administración de Justicia y destaca que por segundo año desciende el número de quejas y reclamaciones presentadas.
En 2010 se presentaron 12.982 quejas, un 13 por ciento menos que en 2009, y la mayoría, 11.550, versaron sobre la lentitud en la tramitación de los procesos y el Registro Civil sigue siendo el servicio que más motivos de queja recibe, 5.803, un 37 por ciento del total.

Las mujeres copan el 68% de las nuevas plazas de juez

Cinco Días - Madrid - 22/07/2011
La cuota femenina en la judicatura se agranda. Las mujeres jueces de entre 20 y 40 años duplican ya en número a sus compañeros varones, lo que ha permitido que la tasa de feminización de la carrera judicial alcance en 2010 el 48,35%, aunque no supera aún la tasa masculina porque entre los 51 y 70 años la primacía sigue siendo masculina.



Estos datos figuran en la Memoria de 2010 del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que ayer fue aprobada por el pleno y presentados por la portavoz, Gabriela Bravo. Las mujeres jueces de entre 20 y 30 años en activo suponen el 68,29% (56 frente a 26 hombres), las de 31 a 40 alcanzan el 65,66% (931 frente a 487) y las de 41 a 50 representan el 50,67% (873 frente a 850). La media desciende al 34,33% en la franja de edad de entre 51 a 60 años y entre los 61 y 70 años la representatividad de la mujer es solo del 9,72%.
La cuota femenina en la judicatura se concentra en los órganos unipersonales, fundamentalmente en los juzgados de violencia sobre la mujer (65%), seguido de la primera instancia e instrucción (63,4%), menores (57,2%) y vigilancia penitenciaria y juzgados de lo penal (56% en cada uno).
Por contra, en órganos como el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional la mujer representa el 11,54% y el 32,31%, respectivamente, y en los tribunales superiores de justicia y audiencias provinciales alcanza el 30,51% y 33,21%, en cada caso.
La Memoria del CGPJ recoge también "una panorámica de la justicia en 2010" y contabiliza una reducción del 2,2% frente a 2009 en el número de asuntos que ingresaron en los órganos judiciales (9.355.526 en total).
El descenso más significativo (un 9,4%) se ha registrado en la jurisdicción contencioso-administrativa, lo que para la portavoz del CGPJ significa que "la crisis está dando un respiro a la Administración de justicia". La jurisdicción penal, sin embargo, "muestra un leve incremento en las tasas de pendencia y congestión y se mantiene constante la de resolución, lo que se puede leer como un ligero deterioro de su situación general", observa la Memoria.
De este modo, los asuntos que quedaron en trámite se incrementaron un 2,9%, siendo la peor situación la detectada en Castilla-La Mancha (1,33%), seguido de La Rioja (1,26) y Comunidad Valenciana (1,25 %), según Efe.
El Consejo también ha evaluado el grado de cumplimiento de la Carta de Derechos de los Ciudadanos ante la Administración de Justicia y destaca que por segundo año desciende el número de quejas y reclamaciones presentadas. En 2010 se presentaron 12.982 quejas, un 13% menos que en 2009, y la mayoría, 11.550, versaron sobre la lentitud en la tramitación de los procesos y el Registro Civil sigue siendo el servicio que más motivos de queja recibe, 5.803, un 37%.

El Consejo de Ministros ve hoy la reforma penal

El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, llevará hoy al Consejo de Ministros la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que otorga al fiscal la investigación de los delitos y las faltas, con el convencimiento de que la legislatura culminará el próximo marzo y que el nuevo modelo de proceso penal podrá ver la luz antes de esa fecha.
Entre sus aspectos más novedosos, el fiscal, y no como hasta ahora el juez de instrucción, dirigirá las investigaciones. Además, se incorpora la figura del juez de garantías, encargado de velar por los derechos fundamentales del "investigado" y la del juez de audiencia preliminar, que examinará la validez del material probatorio.

CCOO y UGT piden desgravar el contrato a empleadas del hogar

El Gobierno y los sindicatos pactan la equiparación de derechos desde 2012

Tendrán dos horas más de descanso, se garantizará el salario mínimo y dos pagas

En septiembre, el Gobierno aprobará un decreto que regulará el contrato para los empleados del hogar –unos 700.000, en su mayoría mujeres, de los que solo 270.000 están dados de alta en la actualidad– que equiparará sus derechos a los de cualquier asalariado, excepto la percepción por desempleo. Los sindicatos CCOO y UGT han pedido al Gobierno, concretamente al Ministerio de Economía, que estos contratos sean gastos deducibles en función de la renta de las familias.


 El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez y los secretarios generales de CCOO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, presentaron ayer este acuerdo, que calificaron de «histórico», del que ya se había concretado una parte –la cotización a la Seguridad Social– en la ley de reforma de las pensiones aprobada hace una semana por el Congreso. La incorporación de estos trabajadores al régimen general esperaba su normalización desde hace 26 años y comenzará a aplicarse en enero del 2012. Ese año, una comisión de expertos estudiará las medidas para que este trabajo dé derecho a prestación por desempleo.
 El contrato se hará por escrito directamente, a través de los servicios públicos de empleo (antiguo Inem) o de las agencias de colocación autorizadas.
 Se garantizará, como mínimo, el pago en metálico del salario mínimo interprofesional (SMI) anual y dos pagas extraordinarias al año por una cuantía no inferior al SMI mensual (ahora es de 15 días de salario). La remuneración en especie –manutención y alojamiento en el domicilio familiar– no podrá superar el 30% del salario (ahora es el 45%).

 LA JORNADA LABORAL / Se amplía de 10 a 12 horas el periodo de descanso entre jornadas de trabajo, aunque se admitirá un mínimo de 10 cuando la actividad incluya dormir en el hogar de trabajo y se compensará la diferencia hasta las 12 horas en el plazo de un mes. Además se regulará el tiempo en el que el trabajador está a disposición del empleador pero sin prestar servicio efectivo.
 Dada la especial relación de confianza de esta actividad se mantienen como causa de rescisión del contrato el desistimiento del empleador, que se lo deberá comunicar expresamente al trabajador. Se amplia de siete a 12 días de salario por año de servicio la indemnización por despido.
 La cotización se hará desde la primera hora de trabajo y tendrá quince tramos con cuotas que irán desde la mínima de 19,84 euros al mes por 20 horas de trabajo mensuales hasta la máxima de 164,60 euros por jornada completa. Las familias numerosas y con hijos discapacitados tendrán una bonificación.

Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez avalaron ayer la solvencia «presente y futura» de España para que los «escenarios internacionales», tomen nota de que se han hecho los deberes. La reforma de las pensiones, aprobada hace una semana, «resiste cualquier comparación con Francia o Alemania», dijo Méndez. Junto a Toxo, dieron a entender que pese a las discrepancias, no contribuirán al deterioro de la imagen de España.

26 de julio de 2011

Vacaciones: crisis y cambios organizativos

Nuestras vacaciones, en cuanto a su duración y tendencia a una organización más flexible a lo largo del año, siguen la pauta europea. Sin embargo, nuestra capacidad de poder disfrutarlas de manera real y efectiva es claramente inferior, con el riesgo para la salud de las personas que esto significa.

Secretario de negociación colectiva de CCOO de Catalunya.
 Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. Exsecretario general de la Federación de Transportes de CCOO de Catalunya. Fue representante del sindicato en el Tribunal Laboral de Catalunya. 

Las vacaciones en nuestro país este 2011, su posible organización y disfrute, están muy influidas por tres grandes factores. El primero, de referencia ineludible, es el contexto de la crisis económica, que dificultará, o hará imposible, el necesario disfrute generalizado del periodo vacacional para un amplísimo número de personas.
 La reciente encuesta de condiciones de vida del INE señala que no se pueden permitir ir de vacaciones fuera de casa, al menos una semana al año, el 39,7% de los hogares; una cifra que sigue creciendo desde el 33,5% del 2008. Sensiblemente superior a la media europea del 35%, que incluye a los países de la ampliación, con niveles notablemente más bajos de derechos laborales en general, y de renta salarial en concreto. Según Eurostat, en países como Alemania, esta dificultad afecta solo al 24% de las familias, y en Francia al 31%, Bélgica al 26%, Dinamarca al 11% y el Reino Unido al 26%.
 Es una expresión clara de la extensión de las dificultades que aumentan con 4,9 millones de personas desempleadas y 1,4 millones de familias que tienen a todos sus miembros en paro, según la encuesta de población activa (EPA). En el mismo sentido negativo operan los recortes de sueldo de los empleados públicos, la congelación de las pensiones y la evolución muy moderada de los salarios. Mientras, el sector turístico y de ocio en general, junto con los desplazamientos a causa de los precios energéticos, continúan con precios elevados y son muy inflacionistas.
 Conviene recordar, frente a informaciones en muchos casos malintencionadas, que la duración legal mínima de las vacaciones en España, al igual que en el resto de la Unión Europea, se enmarca en las obligaciones que desde 1993 establece la directiva europea relativa a la ordenación del tiempo de trabajo. Vacaciones retribuidas de al menos cuatro semanas. Con independencia del marco legal regulador de la duración mínima de las vacaciones, la negociación colectiva, en los países nórdicos, así como en Alemania, Francia e Italia, ha conseguido una importante mejora en el tiempo de vacaciones.
 Conviene no olvidar, tampoco, la expresa prohibición de compensar económicamente las vacaciones, que realiza tanto la directiva europea como nuestra legislación laboral. La razón queda claramente expresada en la directiva europea: la necesidad de las vacaciones está directamente vinculada al mantenimiento de la seguridad y salud de los trabajadores.
 La crisis económica de estos años ha llevado también a utilizar el periodo vacacional, y su anticipación en circunstancias de baja actividad empresarial, como una válvula de escape, como una medida de flexibilidad interna frente a posibles ajustes de plantilla y despidos.
 Otro factor que implica modificaciones organizativas en el establecimiento de los periodos de vacaciones, en este caso con importantes rupturas culturales con la antigua concepción veraniega de las vacaciones, tiene su origen en los cambios de los sistemas productivos que tienden a extenderse a todo el año, y a la mayor flexibilidad y adaptación de la jornada anual de trabajo a las variaciones en la demanda, con el consiguiente efecto similar en el sector servicios.
 Para el sindicalismo no es una novedad la negociación de estos cambios organizativos justificados. El proceso de fragmentación de los periodos de vacaciones a lo largo del año, y la pérdida de exclusividad del verano, también han permitido disminuciones netas del tiempo de trabajo, al tiempo que han posibilitado a las personas una mayor capacidad de elección y de respuesta a la diversidad de las inquietudes culturales o de ocio. En este sentido, los cambios organizativos son similares a los que viven los distintos países de la UE.
 Un tercer factor se relaciona con las necesidades de conciliación de la vida laboral y familiar. Los cambios organizativos de los periodos de vacaciones han sido positivos para hacer frente a algunas necesidades de conciliación, ante el raquítico desarrollo público de los distintos sectores de servicios sociales en España. En el futuro es necesario un análisis de estos problemas sociales que desemboque en una organización de la jornada laboral más armoniosa con las necesidades sociales de conciliación.
 Aquí es necesario señalar un importante diferencial con la realidad europea; diferencial especialmente negativo para la mujer trabajadora, que en España sufre la desigualdad de la doble presencia y una responsabilidad no compartida del cuidado de los familiares dependientes.  En conclusión, nuestras vacaciones, en cuanto a su duración y tendencia a una organización más flexible a lo largo del año, siguen la pauta europea. Sin embargo, nuestra capacidad de poder disfrutarlas de manera real y efectiva es claramente inferior, con el riesgo para la salud de las personas que esto significa.
  
  

A vueltas con la productividad

La productividad del trabajo en España aumentó en los años de bonanza a una tasa de crecimiento del 0,54%, muy inferior al promedio de la UE y muy lejos de la de Suecia o Alemania.

Profesor de la Facultad de Economía IQS. Universitat Ramon Llull
 Doctor en Economía y Finanzas. Coordinador del Máster en Gestión de Empresas Industriales.



 
Nuestra economía necesita crecer. Parece una frase obvia, pero no tan obvia es la respuesta sobre qué hacer para conseguirlo. Como en tantas y tantas situaciones de la vida cotidiana, es en los momentos difíciles cuando uno se plantea las preguntas relevantes. En los momentos dorados de crecimiento ininterrumpido de la economía española era más habitual encontrar debates sobre cuál sería el próximo país a adelantar que sobre la solidez de los cimientos en que estaba basado nuestro crecimiento. La cruda realidad del momento presente y las pésimas perspectivas futuras han representado un duro despertar de aquel sueño de antaño. Cualquier economía, y la nuestra mucho más, necesita generar crecimiento económico para disminuir los niveles de desempleo, sanear sus cuentas públicas y generar credibilidad exterior. Pero si en el pasado reciente fuimos capaces de conseguirlo, qué debemos hacer para volver a repetir la exitosa experiencia. Lamentablemente, ni la experiencia fue tan exitosa ni las perspectivas apuntan a un retorno cercano a aquella situación.
 Veamos algunos datos objetivos. La economía española creció ininterrumpidamente entre los años 1995 y el 2007 a un ritmo promedio del 3,5%, por encima del registrado por nuestros vecinos europeos. Adicionalmente, el PIB per cápita español, es decir el cociente entre producto generado y la población, aumentaba a una tasa anual promedio del 2,4% con el consiguiente aumento de la convergencia respecto a los países más desarrollados de la Unión Europea. Cerca de 15 años de crecimiento interrumpido son un periodo suficientemente largo de tiempo como para analizar cuáles eran las bases que lo sustentaban, si resulta adecuado recuperar ese modelo, o si, por el contrario, aquellos lodos de antaño pesan como una losa para una recuperación futura que todos ansiamos.
 Reflexionemos un minuto, a nivel teórico, sobre cuáles son los motores que provocan que las economías crezcan. Explicado de una forma sencilla, y omitiendo muchas salvedades técnicas, si para producir bienes y servicios es necesario trabajo y capital, sin ser una relación de causa-efecto lineal, un incremento de la actividad puede venir motivada por un aumento del trabajo, por un aumento del capital -incrementos cuantitativos- o por un mejor aprovechamiento del trabajo y/o del capital -incrementos cualitativos-, aspecto, este último, que nos acerca al concepto de productividad.
 Pues bien, una de las características del último periodo de crecimiento de la economía española fue que vino acompañada de un incremento del empleo extremadamente elevado. Según el INE, la población ocupada aumentó de 12,5 millones en 1995 a 20,3 millones en el 2007. Curiosamente, y aquí es posible que alguien se sorprenda, el promedio de horas trabajadas por trabajador disminuyó de 1.733 horas al año en 1995 a 1.636 en el 2007 (por cierto, estas cifras son superiores -siempre según la fuente de EU-Klems- a las registradas en Alemania, que se situaban en 1.431 horas al año por trabajador en el 2007). El efecto combinado de ambas trayectorias -muchos más trabajadores y menos horas por trabajador- fue un incremento del número total de horas trabajadas en España, que, en el periodo analizado, aumentó a un ritmo anual promedio de alrededor del 3%.
 Así pues, centrándonos en la evolución del factor trabajo y dejando para otra ocasión la productividad del factor capital o la productividad total de los factores, parece claro que la aportación al crecimiento fue mayoritariamente de carácter cuantitativo (más horas de trabajo adicional) que de carácter cualitativo (mejor aprovechamiento de las horas trabajadas). En efecto, según el informe Crecimiento y competitividad: trayectoria y perspectivas de la economía español a, de la Fundación BBVA, la productividad del trabajo en España -entendida como el cociente entre valor añadido bruto de la economía y las horas trabajadas- aumentó, en los años de expansión económica, a una tasa de crecimiento promedio del 0,54%; muy inferior al promedio de la UE (1,41%); muy lejos del 2,35% de Suecia o del 1,72% de Alemania, y tan solo superior al registro del 0,42% observado en Italia.
 Una de las causas de este bajo crecimiento de la productividad podría encontrarse en la estructura sectorial de la economía española. Aunque sea por motivos distintos, tanto en los países poco desarrollados como en los avanzados, la industria muestra una mayor capacidad de mejora en la productividad que los servicios y la construcción. Las mejoras en productividad en el sector servicios acostumbran a ir relacionadas con el uso de nuevas tecnologías, pero, a la vez, se ven frenadas por la existencia de menor competencia y de mayor regulación en dicho sector.
 Por otro lado, el sector de la construcción tradicionalmente se asocia con actividades con un limitado valor añadido incorporado. Sin lugar a dudas, la estructura sectorial de nuestro país, con una ocupación en el sector de la construcción que crecía a un ritmo anual del 7% en los años de expansión económica, y el elevado peso del sector servicios, con una participación en la ocupación superior a los dos tercios, no favorecieron la evolución global de la productividad agregada de la economía.


Carencias estructurales
 Pero el lento avance de la productividad en el periodo expansivo no fue exclusivo de la construcción y los servicios, sino que fue generalizable al conjunto de la economía. Y este resultado ya empieza a ser más preocupante, puesto que puede ser reflejo de carencias estructurales de mayor calado en la economía española vinculadas con la asignación de factores productivos, con la rigidez del mercado de trabajo y con el nivel de capital humano disponible. De alguna forma, asusta pensar que si los años de expansión no fueron aprovechados para mejorar ostensiblemente la asignación de los recursos productivos, ni para orientar la producción hacia sectores con alto valor añadido, ni para realizar un salto cualitativo en el nivel de formación de los trabajadores, puede resultar bastante improbable realizar estas tareas en periodos de recesión y de ajuste presupuestario como el actual.
 En este baño de cifras y conceptos del artículo, cabría añadir el ilusorio dato que refleja que la productividad del trabajo ha mejorado en los últimos tres años, con unas tasas de crecimiento anual del 1,71% frente al 0,54% citado anteriormente. Lamentablemente, esta ha sido una vía de mejora no deseada que viene motivada, en su práctica totalidad, por la destrucción masiva de puestos de trabajo. Queda para los futurólogos responder a las preguntas de, primero, saber cuándo entraremos de nuevo en un ciclo expansivo y, segundo, y más importante, cuándo aprenderemos a utilizar los ciclos económicos expansivos para realizar los deberes en vez de dormir en los laureles.
  

Un nuevo mantra discutivo y discutible

La famosa productividad, el nuevo mantra para la posible salida de la crisis, es un concepto discutible, discutido y con orígenes intelectuales no muy confortables. El concepto de productividad transmite la idea de que el rendimiento de un trabajador es una cuestión técnica, cuando, en gran parte, el comportamiento productivo depende del trato recibido.
Profesor de Economía de la Universitat de Vic.
 Doctor en Ciencias Económicas por la UB. Sus investigaciones se han centrado en los modelos del mercado laboral y la estructura salarial. 

La cancellera de Alemania insta a los países europeos del sur a trabajar más. Los datos recientes de la OCDE ( Employment and Labour Market Statistics ) muestran que la jornada media anual en España fue un 19% superior a la alemana en el 2009. También muestran que esta diferencia se ha movido entre el 14,5% y el 19% desde el 2002. Además, la jornada media se ha reducido un 3,9% desde esa fecha, en los dos países. El presidente de la patronal española, Joan Rosell, exclama y los periódicos reproducen literalmente: «Los empresarios tienen auténtico pánico a contratar». Los datos muestran que en este pasado mes de junio se firmaron 1.312.884 contratos, más de 43.700 al día. Además, durante todo el 2010, se firmaron 14.421.063, con una media mensual de más de 1,2 millones.
 Ambos mensajes tienen el mismo origen intelectual, económico, teórico. Los trabajadores son los auténticos responsables de su situación. Nadie más tiene la responsabilidad. El fundamento teórico es la famosa productividad, el nuevo mantra para la posible salida de la crisis. Un concepto discutible, discutido y con orígenes intelectuales no muy confortables. Alfred Marshall, padre de la economía neoclásica y autor del manual de economía que dominó el desarrollo de la materia durante gran parte del siglo XX, escribió sobre la teoría de la productividad marginal en sus Principles : «Esta doctrina a veces se presenta como una teoría de los salarios, pero no hay razón válida que justifique esta pretensión. La doctrina de que los ingresos de un trabajador deben ser iguales al producto neto de su trabajo, no tiene sentido en sí misma, dado que para estimar el producto neto se deben dar por supuestos todos los gastos de la producción de la mercancía». Lo que apuntaba Marshall y continúa teniendo relevancia es que la productividad neta o marginal, no depende solo del comportamiento del trabajador, sino, y sobre todo, de los equipamientos con los que trabaja y de la organización del proceso productivo, sobre los que difícilmente puede tener algún tipo de control.
 R. Solow, premio Nobel de Economía, se preguntaba en 1986 en un artículo clarificador ( Unemployment: Getting the questions right ): “¿Qué significa que el elevado desempleo sea causado por un salario real demasiado elevado? ¿No son el salario real y el desempleo variables endógenas en cualquier representación razonable de una economía capitalista moderna?»
 El concepto de productividad transmite la idea de que el rendimiento de un trabajador es una cuestión técnica. Que hay una manera neutral , no conflictiva, de calcular la contribución del trabajo al proceso productivo. Si así fuera, la determinación de los términos de la relación laboral sería una cuestión de sumas y restas. Nada más lejos de la realidad. En gran parte, el comportamiento productivo depende del trato recibido. Un asunto técnico se resuelve, se arregla. Un conflicto de intereses siempre está latente. Se negocia un acuerdo que permita al sistema funcionar, dado que todos los agentes implicados tienen un interés común en que así sea. La modificación de los términos del acuerdo se produce por dos razones: por un cambio en las condiciones externas en que se negoció o por un cambio en la correlación de fuerzas y cuando una de las partes puede llevar sus intereses más lejos, a costa de los intereses contrarios. Estas dos razones van unidas y son difíciles de discernir.

Fracaso de la reforma laboral
 Desde la década de los años 80, las reformas laborales han sido tema tópico y habitual. Inicialmente, el objetivo que se explicitaba era flexibilizar el mercado de trabajo. Esto impulsó la introducción de los contratos temporales. Así, argumentaba, las empresas dispondrían de un marco más flexible y adaptable ante los cambios en los mercados. Ahora el problema es que el 30% de los asalariados tienen contratos temporales y que estos son más del 90% de los contratos que se firman mensualmente. Hay cierto consenso de que la última reforma aprobada el año pasado ha fracasado. Para algunos, el diagnóstico es que la reforma fue demasiado tímida. Ya hay un coro de expertos a favor del contrato único con indemnización creciente. Ahora el argumento es que el 70% de los trabajadores con contratos indefinidos y protegidos por un elevado coste del despido son el problema. Se argumenta que esta excesiva protección es una injusticia y es insolidaria con respecto a los jóvenes y las mujeres, que son los principales sujetos de los contratos temporales. Por un lado, parece que estos jóvenes no tengan padres y estas mujeres no tengan parejas. Por otro lado, curiosa visión de la justicia que aboga por empeorar la situación de todos para acabar con la injusticia. Por último, los efectos de la precariedad sobre el consumo y la demanda, ¿dónde quedan? La filosofía de facilitar el despido para aumentar el empleo es falaz. Solo se crea empleo con crecimiento e inversión. Cambiar las reglas del mercado para mejorar el reparto no es la solución. El discurso de la confianza significa desequilibrar las fuerzas, reducir derechos para los trabajadores y mejorar los de las empresas para ver si se animan a invertir.
  

Vacaciones o trabajo a la europea

La canícula de agosto aconseja una larga pausa, pero que no tendría que ser sinónimo de menos horas de trabajo en conjunto. Nos conviene ajustar las pretensiones salariales, combatir el absentismo, mejorar la formación y fomentar la conciliación.
Presidente de Pimec.
 Empresario. Licenciado en Económicas por la Universitat de Barcelona y diplomado en Alta Dirección por el IESE. Está al frente de la patronal de la pequeña y mediana empresa de Catalunya desde 1997. 

La tutela efectiva que ejerce la Unión Europea, y más concretamente Alemania, sobre la endeudada y dañada economía española legitima a los dirigentes de aquel país a emitir opiniones y juicios de valor singulares, y a veces bastante perjudiciales. Antes de la sonada crisis del pepino, la cancillera Angela Merkel propuso armonizar las vacaciones a nivel europeo, insinuando que los países del sur tendrían que trabajar más y descansar menos. La voluntad de armonización de la líder alemana es ciertamente loable, pero es una lástima que se centre solo en un aspecto tan simplista cuando persisten, en cambio, múltiples y graves obstáculos en el mercado único en ámbitos como el fiscal, normativo o logístico en toda Europa.
 Un vistazo a las últimas estadísticas del Eurostat permite confirmar que la población ocupada en España no trabaja menos que el resto de Europa, sino más bien al contrario. Los 18 millones de afortunados ocupados en el Estado trabajaron, en el 2010, un total de 38,6 horas por semana, por encima de la media europea de 37,5 y por delante las 35,7 de Alemania. Solo los nuevos miembros de la UE, como Bulgaria, Polonia o Rumanía trabajan netamente por encima del nivel español, alrededor de las 40 horas efectivas por semana. Incluso la Francia de las famosas 35 horas se sitúa, con 38 horas, por encima de Alemania.
 El elevado número de horas de trabajo en algunos de los países mencionados, empezando por España, contrasta con su precaria situación económica, lo cual demuestra que más horas de trabajo no siempre implican mejores resultados. De hecho, la evolución de la productividad del trabajo en España fue la más baja de la UE en época de bonanza y solo desde el 2007 ha aumentado de forma significativa, debido a los fuertes ajustes de plantilla. Tal como ha demostrado Pimec un reciente informe, el factor trabajo perdió competitividad durante los años de crecimiento por el aumento del 4,5% de media de los costes laborales año tras año. A partir del 2007, estos costes bajan a razón de un 0,1% anual, un ajuste aún insuficiente para compensar los años de aumento desbocado. A pesar de esto, y de la dolorosa evidencia de los cuatro millones de parados, algunos convenios colectivos siguen reclamando irresponsables aumentos salariales del 5% para el 2011, como ha sido del caso del Metal en la provincia de Barcelona.
 La pérdida de competitividad y productividad, más que sus vacaciones, es la principal carencia actual de nuestra fuerza laboral. De todos modos, también es cierto que las horas trabajadas en España han bajado últimamente de forma más significativa que en otros países: del orden de un 5% entre el 2008 y el 2010, frente a un descenso del 0,79% de media en la UE y un 1,3% en Alemania. El estudio anual de Pimec sobre absentismo laboral demuestra una rebaja continuada de las horas pactadas efectivas y un aumento, en cambio, del absentismo, que en el 2010 solo baja debido a la crisis. Pimec ha estimado los costes del absentismo en 2.193 millones de euros en Catalunya y en 10.840 millones en toda España, en ambos casos más de un 1% del PIB.
 La lucha contra el absentismo no ha estado presente en las negociaciones sobre la reforma laboral y de la negociación colectiva, ni en las contundentes afirmaciones de la cancillera Merkel. No podemos olvidar, por ejemplo, que la baja por una misma patología puede durar un 35% menos si es gestionada como accidente laboral por una mutua que si lo es por la Seguridad Social como incapacidad temporal. Por lo tanto, el sistema de las mutuas de trabajo debe implicarse más en estos procesos, a la vez que conviene ampliar las fórmulas de conciliación laboral y familiar disponibles y mejorar los estímulos económicos. Volviendo a las estadísticas comparadas, y según los datos del Eurostat, los trabajadores con días libres para hacerse cargo de asuntos familiares representan en Alemania el triple que en España (1,3% frente al 0,4% de la población ocupada). En cuanto a los trabajadores que pueden modificar el horario de inicio o final de su jornada laboral por motivos familiares, representan en España también el 0,4% de la población ocupada, ante el 1,4% de Alemania o el 5,5% de Holanda.
 Prisioneros de los horarios
 Ya han pasado 25 años del ingreso de España en la UE y aún hoy se discute si debemos adoptar horarios de trabajo europeos. Algunas empresas ya se han adaptado al ritmo imperante en la mayoría de países vecinos, empezando y acabando más temprano su jornada laboral, aunque en ese caso algunos trabajadores acaban siendo prisioneros de ambos horarios con jornadas interminables. La canícula de agosto continúa aconsejando una larga pausa, que no todos los europeos replican, pero que no tendría que ser sinónimo de menos horas de trabajo en conjunto. Eso sí, nos conviene ajustar las pretensiones salariales, combatir con eficacia el absentismo, mejorar la formación y productividad de los trabajadores y fomentar la conciliación entre trabajo y familia.   
 

Rompiendo tópicos: el tamaño sí importa

Los datos indican que no puede, ni debe, fijarse una relación mecánica entre más horas de trabajo, mayor productividad y más competitividad. El tamaño de las empresas es crucial para mejorar la competitividad.

Profesor de Derecho Laboral. Facultad de Derecho de ESADE.
 Licenciado en Derecho por la UB. Ejerció la docencia en la UAB como profesor asociado. Pertenece al grupo de abogados que entre 1977 y 1978 creó el gabinete jurídico de CCOO de Catalunya. Secretario general de CCOO de 1995 a 2008. 



La crisis está provocando graves efectos colaterales. Resurgen actitudes antieuropeístas que endosan a la UE la responsabilidad de decisiones que adoptan en el Consejo Europeo los jefes de gobierno de los 27 países de la Unión Europea. Y aumentan las reacciones populistas que intentan satisfacer los sentimientos de una ciudadanía que se siente maltratada por la injusta distribución de los costes de la crisis. Como la que protagonizó la cancillera Angela Merkel al establecer desafortunadas comparaciones entre las condiciones de trabajo de algunos países de la UE con las de Alemania. Según ella, los alemanes no podían continuar ayudando a otros países -se refería a los que han obtenido préstamos de la UE- si estos continuaban disfrutando de más días de vacaciones y se jubilaban más jóvenes.
 No estará de más recordar que estas ayudas son préstamos con elevadísimos intereses. Tanto, que es imposible que países como Grecia puedan pagar estas deudas y sus intereses por muchos ajustes que se le impongan y por muchos años que duren los ajustes. Además, resulta que los beneficiarios de es tas ayudas no son los ciudadanos de sus países, a los que se están imponiendo reducciones draconianas de salarios, pensiones y derechos. Sino las entidades financieras acreedoras -la mayoría europeas- a las que se quiere proteger de los riesgos de impago de las deudas.
 O sea, que la apelación de la cancillera a trabajar más si se quieren recibir ayudas parte de una premisa absolutamente falsa, que se esté ayudando a sus ciudadanos. Pero el populismo -como las desgracias- nunca viene solo. Y en España, estas declaraciones de Angela Merkel dieron pie a otro debate colateral. Planteado con el mismo rigor -o sea, ninguno- por parte de algunos medios de comunicación, alrededor de otra premisa, también falsa. A saber: que esta supuesta menor jornada de los españoles está en el origen de la baja productividad y competitividad española. Es justo decir que el debate no es una invención de los medios de comunicación, como demuestran unas controvertidas declaraciones del anterior presidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, cuando afirmó que la salida de la crisis económica exigía trabajar más horas y cobrar menos salario.
 Llegado a este punto, surge un interrogante. ¿Cuáles son las razones que explican esta tendencia nacional a los debates construidos sobre tópicos y datos falsos? Se me ocurren tres posibles respuestas. Puede que sea la confirmación de un sabio aforismo popular, aquel que dice: «Cuando entender algo supone dejar de obtener importantes beneficios, los incentivos para no entender, o no querer entender, son muy poderosos». Aunque es posible que la respuesta esté en la conocida máxima periodística: «Que la realidad no nos haga perder un buen titular». O puede que todo obedezca a la conjunción de ambas y a su íntima e interesada relación.
 Este es un debate en el que los estudios realizados nos aportan datos para desmontar los tópicos. Un reciente informe de la OCDE sitúa la jornada de trabajo media efectiva de España en 1.653,8 horas al año, frente a las 1.389,7 de Alemania. El libro verde de la Seguridad Social de la UE nos dice que la edad media de jubilación en España estaba en el 2001 en los 60,3 años y en Alemania en los 60,6. Y que en el año 2008, en España era de 62,6 años y en Alemania estaba en los 61,7. En resumen, en España se trabaja de media más que en Alemania y nos jubilamos un poco más tarde. Cómo se organice en cada país esta jornada anual, qué periodo de vacaciones anuales disfruten los trabajadores, cuántas fiestas entre semana realicen es, en general, absolutamente anecdótico para el debate de la productividad y la competitividad.
 Además, los datos nos indican que no puede, ni debe, establecerse una relación mecánica entre más horas de trabajo, mayor productividad y más competitividad. Como demuestra el hecho de que los trabajadores de las empresas más productivas y las economías más competitivas suelen tener una jornada de trabajo menor. A pesar de que en España trabajamos más horas, o a lo mejor precisamente por eso, nuestros ratios de productividad y de competitividad son peores. Aunque también deberíamos ser prudentes con esta genérica y contundente afirmación, porque sin ser falsa, tampoco es del todo verdad, como se comprueba si pasamos de la foto meteosat de los grandes datos agregados al zoom de los datos más desglosados.
Algunos estudios recientes lo han hecho y nos permiten afirmar que, en el debate sobre competitividad y productividad de las empresas españolas, es el bosque el que no nos deja ver los árboles y la diversidad de su estado de salud. En las recientes Jornadas del Cercle d’Economia de Sitges un economista catalán de la Universidad de Harvard presentó un trabajo sobre el misterio de las exportaciones españolas. Según Pol Antràs, a pesar de la insistencia en señalar la pérdida de competitividad de las empresas españolas, la realidad es que durante la pasada década las empresas españolas han mantenido su cuota exportadora, tanto en el interno de la UE, como a nivel mundial. Para Antràs la explicación más solvente de este buen comportamiento de las exportaciones debemos buscarla en el carácter dual del tejido económico español -fíjense que identifica como causa la dualidad del tejido económico y no del mercado de trabajo, como insisten machaconamente los teólogos de la desregulación laboral de Fedea-. Y en los óptimos ratios de productividad de las empresas de más de 200 trabajadores. Los datos de productividad entre el año 2001 y el 2007, desagregados por tamaño de las empresas y comparados con los países centrales de la UE y EEUU son muy ilustrativos. En la franja de 50 a 249 trabajadores, España sale muy bien parada y en las de más de 250, el crecimiento de nuestra productividad ha sido el mayor de todos y comparable al de EEUU.
 Tecnología y formación
 Francisco Pérez García, catedrático de la Universidad de Valencia, aporta también datos de interés para este debate. En sus trabajos se pone de manifiesto la gran heterogeneidad de nuestro tejido productivo en relación a la productividad y a la competitividad. Diferencias en función de los sectores productivos, pero sobre todo del tamaño de las empresas. Indicando el lastre que supone que un 10% de las empresas españolas sean microempresas. Y la importancia que tiene el tamaño de las empresas en los niveles de intensidad tecnológica, en los niveles formativos de los trabajadores y sobre todo de los empresarios, que en la micro y pequeña empresa presentan grandes carencias.
 En resumen, para mejorar la competitividad española, el tamaño de las empresas, de su intensidad tecnológica y de su formación sí importan. O sea, que es posible hacer compatible un debate riguroso con un buen titular: «El tamaño sí importa». Claro que no deberíamos olvidar los intereses. Y la máxima que algunos poderes económicos aplican para defender los suyos: «Que la realidad, no te haga perder una buena reforma, para tus intereses». Ahí puede estar la clave de tanto debate construido sobre tópicos y falsedades.
  

¿Exceso de fiestas o de horas de oficina?

Los trabajadores en España dedican las mismas horas a su trabajo a lo largo del año que sus homólogos europeos. Parece que, después de todo, no tenemos tantas vacaciones. Pero nuestra tasa de ocupación es de las más bajas de la UE, y la del paro, récord.
Profesora agregada del departamento de Economía y Empresa de la UPF. Profesora de la Barcelona Graduate School of Economics (BGSE)
 Doctora en Economía por la Universidad de Northwestern (EEUU), con especialidad en economía laboral.
 
Todos hemos oído los tópicos. El más tradicional: que los españoles tenemos demasiadas vacaciones, demasiados días de fiesta, demasiados puentes. Más recientemente: que nuestra cultura de echar horas en el trabajo hace que la productividad en España sea escandalosamente baja. ¿Qué hay de cierto en estos tópicos? ¿Trabajamos demasiado poco? Y, dada la actualidad económica reciente, ¿cómo ha afectado la crisis a las horas de trabajo y la productividad de los españoles? Un análisis cuidadoso de los datos más recientes revela lo siguiente:

 1. Las horas de trabajo medias por empleado en España (medidas semanal o anualmente) se acercan bastante a las de otros países de nuestro entorno.Legalmente, la jornada de trabajo ordinaria a tiempo completo en España es de un máximo de 40 horas semanales (en promedio anual). Según la encuesta de población activa (EPA), el asalariado medio trabajaba habitualmente 39 horas a la semana en el 2010. El Estatuto de los Trabajadores también contempla un mínimo de 30 días naturales de vacaciones anuales y 14 fiestas al año. Esto se traduce en una jornada máxima de unas 1.792 horas anuales. En la práctica, y según datos de la OCDE, las horas de trabajo anuales por trabajador en España eran de 1.654 en media en el 2009. Tomemos cuatro países de nuestro entorno como comparación: Francia, Italia, Alemania y el Reino Unido. Las horas de trabajo anuales eran inferiores a las españolas en el Reino Unido (1.646), Francia (1.554) y Alemania (¡1.390!), mientras que la cifra italiana (1.773 horas) superaba con creces a las demás.
 Por tanto, no parece que los asalariados españoles trabajen de media menos horas que sus homólogos europeos. De hecho, la práctica totalidad de los países europeos limitan la jornada laboral semanal y establecen periodos vacacionales mínimos parecidos a los españoles. También los datos disponibles de horas de trabajo perdidas por ausencias (justificadas o no) del trabajador de su puesto de trabajo sitúan a España dentro del rango de la normalidad en Europa.

 2. Las horas de trabajo totales de la población en edad de trabajar en España son bajas en comparación internacional. Esto se debe a nuestra baja tasa de ocupación, es decir: aquellos que tienen trabajo, le dedican bastantes horas. ¡El problema es que hay mucha gente que no tiene trabajo, y por tanto sus horas son cero!
 Según la OCDE, la tasa de ocupación (porcentaje de empleados entre las personas en edad de trabajar) era del 60,6% en España en el 2009, solo por encima de Italia (57,5%), y muy por debajo del 70% del Reino Unido o Alemania. Esta diferencia se debe sobre todo a la reducida tasa de ocupación femenina en España (e Italia), del 53,5% (frente al 65% del Reino Unido y Alemania).
 Si el 60% de los adultos tiene trabajo (ocupados), ¿qué hay del restante 40%? Según la EPA (2010), el 26% se pueden clasificar como inactivos (principalmente, personas dedicadas a las labores del hogar y estudiantes), mientras que el 14% restante están buscando trabajo activamente (parados).
 La tasa de ocupación española se ha visto enormemente afectada por el impresionante aumento de la tasa de paro desde el 2008, que no se ha producido en la misma medida en el resto de Europa occidental. Según los últimos datos de Eurostat, la tasa de paro en el 2011 de nuestros cuatro países de comparación oscila entre el 6% de Alemania y el 9,5% de Francia, comparadas con el estratosférico 21% español (atención: la tasa de paro es el porcentaje de parados entre la población activa, es decir, excluyendo del cálculo a los inactivos). Por tanto, el problema no es que los trabajadores españoles le dediquen pocas horas a su empleo, ¡sino que demasiada gente no tiene trabajo!

 3. Además de las altas tasas de paro y la baja ocupación, hay algunos otros aspectos en los que el mercado de trabajo español se diferencia de otros países europeos, en lo que a horarios de trabajo se refiere. El primero es la baja incidencia del trabajo a tiempo parcial. En el Reino Unido o Alemania, el 24 y el 22%, respectivamente, de los asalariados trabajaba a tiempo parcial en el 2009 (según la OCDE), por menos del 12% en España.
 España también se distingue por la poca flexibilidad del horario laboral, y por la elevada incidencia de la jornada partida, que implica terminar la jornada de trabajo a altas horas de la tarde. Aunque es más difícil encontrar datos fiables de estos aspectos, un estudio del año 2007 encontraba que apenas el 10% de las empresas españolas contaba con medidas de flexibilización horaria, frente a la mayor parte de las empresas en los países del Norte de Europa.
 Esta combinación de escaso empleo a tiempo parcial, poca flexibilidad en los horarios, y alta incidencia de la jornada partida, generan un mercado laboral poco atractivo para la conciliación de la vida laboral y familiar, y puede estar detrás de las reducidas tasas de actividad femenina.

 4. Ya hemos hablado de empleo y horas, ¿qué hay de la productividad? La productividad por trabajador se define como la producción total de la economía en un año (medida en euros) dividida entre el número de trabajadores. Si dividimos entre el número total de horas trabajadas, obtendremos la productividad por hora de trabajo.
 Pues bien, combinando datos de Eurostat y la OCDE para el 2009, la productividad de los trabajadores españoles (tanto por hora como por trabajador) es la más baja de los cinco países considerados. Producimos de media unos 30 euros por hora trabajada, comparado con los 50 de Alemania y los 47 en Francia, e incluso los 37 de Italia.
 ¿Cómo cuadrar todas estas cifras? La baja productividad por trabajador, combinada con la baja tasa de ocupación, hacen que la renta per cápita en España sea la más baja de los cinco países analizados, a pesar de que las horas por trabajador son relativamente altas.
 Recapitulando: los trabajadores en España le dedican aproximadamente las mismas horas a su trabajo a lo largo del año que sus homólogos europeos. Parece que no tenemos tantas vacaciones después de todo. Sin embargo, nuestra tasa de ocupación es de las más bajas de la Unión Europea, y nuestra tasa de paro se mantiene en cifras récord desde el comienzo de la crisis. Además, la productividad por hora trabajada es reducida. El reto, por tanto, es crear más empleos, y quizá empleos de otro tipo. Empleos que ofrezcan horarios más flexibles, que permitan compactar las horas, que faciliten el tiempo parcial, y que valoren al trabajador en función de su rendimiento, y no del número de horas al día que pasa en el lugar de trabajo.
 ¿Y cómo conseguiremos crear estos nuevos empleos? Ah, esa es otra cuestión…
  

Tiempo de trabajo, productividad y conciliación

Más importante que los días de vacaciones son las horas que se trabajan y cómo se trabaja. En España se trabajan más horas al año que en la mayoría de países del entorno, y aun así, nos mantenemos en la cola en productividad. Además, el tiempo de trabajo a jornada completa está entre los más prolongados de la Unión Europea-15.

 Profesor del Departamento de Política Económica y Estructura Económica Mundial de la Universitat de Barcelona.
 Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la UB, especialista en economía laboral y políticas de empleo.
 

E n los últimos meses se ha hablado mucho de armonizar las vacaciones en la Unión Europea a raíz de las declaraciones de la cancillera alemana, Angela Merkel. Si hacemos un repaso de los días de vacaciones en los diferentes países europeos, observamos que hay que diferenciar entre las vacaciones y los días festivos. A diferencia de lo que pasó con la moneda, la unidad no ha llegado todavía a la Unión Europea en materia laboral. Según la directiva comunitaria de Trabajo de 1993, los trabajadores tienen derecho a un mínimo de cuatro semanas de vacaciones pagadas al año. A partir de esta cifra, cada Estado ha establecido su propia legislación, lo que origina la existencia de grandes contrastes.
 En España los trabajadores disfrutan de 22 días laborables de vacaciones más 14 días festivos, hasta sumar un total de 36 días libres al año, dos por encima de la media comunitaria, que es de 34. Los países con más días totales de vacaciones son Dinamarca, Finlandia y Austria, donde los trabajadores disfrutan, respectivamente, de 40, 39 y 38 días de descanso. Por debajo de los 30 días anuales solo hay tres países: Irlanda, con 29, y Holanda y el Reino Unido, con 28.
 En cuanto a las vacaciones, España se sitúa por debajo de la media comunitaria, que es de 23 días. Las empresas danesas son con diferencia las más flexibles en este capítulo, puesto que sus trabajadores tienen un total de 30 días de descanso al año. Entre los países con menos vacaciones destacan Holanda, el Reino Unido, Bélgica, Irlanda, Italia y Alemania, donde las compañías solo están obligadas a conceder un mínimo de 20 días.
 Si lo comparamos con otras zonas del mundo, los trabajadores de la zona Asia-Pacífico son los que de menos vacaciones disfrutan. Las empresas de Australia, Nueva Zelanda y Japón conceden a sus empleados el mayor número de días de vacaciones de la zona (20 días), seguidos por Taiwan (15 días), Hong Kong y Singapur (14 días), India (12 días) y China (10 días). En Norteamérica, Canadá se encuentra entre los países con menos vacaciones, con tan solo 10 días al año, mientras que en Estados Unidos la ley no marca un mínimo, aunque los trabajadores disfrutan habitualmente de 15 días de vacaciones al año.
 Por otro lado, España, junto con Portugal y Finlandia, es uno de los países con un número mayor de jornadas de descanso (por las fiestas patronales, nacionales, regionales y locales) de la Unión Europea, y no por las vacaciones reguladas para los trabajadores. La media comunitaria es de 11 festivos, una cifra a la que solo se ajustan Francia y Suecia. Los países europeos con menos días festivos al año son el Reino Unido y Holanda (ocho días).
 En consecuencia, el problema no serían las vacaciones, sino, en todo caso, los días festivos, aunque hay países como Finlandia que son más productivos y más competitivos que España. Seguramente es más importante la situación de los festivos durante la semana laboral que su número concreto. La existencia de puentes aprovechando que la fiesta cae en martes o en jueves, o bien el acueducto de la primera semana de diciembre, hace que haya en la práctica más días no laborables y que se rinda menos. Por lo tanto, la solución, como pasa en otros países, sería trasladar dentro de lo posible los festivos a lunes o a viernes para aprovechado mejor la semana laboral.
 Pero más importante que los días de vacaciones son las horas que se trabajan y cómo se trabaja. En España se trabajan más horas al año que en la mayoría de países de la Unión Europea, y aun así, nos mantenemos en la cola en productividad. Trabajamos más horas, pero con menor eficiencia. El tiempo de trabajo a jornada completa en el caso de España se encuentra entre los más prolongados de los países de la Unión Europea-15, superado solo por Grecia, Austria y el Reino Unido y ligeramente por encima de la media europea. Si consideramos la jornada laboral sin distinguir entre tiempo completo y tiempo parcial, España se distancia más de la media de la Unión Europea.
 Las largas jornadas comportan a menudo tensiones familiares, mala alimentación, estrés, cansancio, absentismo, siniestralidad laboral, accidentes de tráfico y, sobre todo, un bajo rendimiento. Como dice Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, hace falta un cambio de cultura laboral, dejar a un lado el presentismo y apostar por la eficiencia si queremos ser competitivos en un mundo cada día más globalizado y complejo.  La repercusión de unos horarios irracionales y desincronizados respecto a nuestros socios europeos es que tres de cada cuatro trabajadores no pueden cuidar de sus hijos. Una tercera parte de los trabajadores por cuenta ajena no puede pedir días para asuntos familiares. Una de cada cinco madres renuncia a la baja por maternidad y España se encuentra a la cola de Europa en cuanto a la tasa de natalidad.
 Además, los horarios laborales españoles son un lastre para la propia economía del país, puesto que frenan la atracción de empresas extranjeras. No solo no coinciden con el resto del mundo (en España los trabajadores paran dos horas para comer y después se tarda mucho en recuperar el ritmo de trabajo) sino que estos horarios tan extensos son una de las principales causas de la baja productividad. El hecho de pasar 12 horas al día en la oficina no nos ayudará a ser más valorados en el trabajo ni a ser más productivos ni más eficaces. No hay ningún país del mundo occidental donde los ciudadanos trabajen hasta tan tarde. Así pues, el horario partido es un condicionante para conseguir una mejora de la competitividad en España, aunque este ya no es solo un problema laboral, sino que alcanza al ámbito cultural.
 Por lo tanto, en España ni somos competitivos ni conciliamos la vida laboral y familiar. Entonces, ¿qué se puede hacer?
 La organización del tiempo de trabajo es cada vez más importante en los mercados laborales; en particular, respecto a su relación con la productividad, la flexibilidad del mercado laboral y la calidad en el trabajo. En principio, una racionalización de los horarios podría ofrecer beneficios tanto a los empleadores como a los empleados: por un lado, ayudan a las empresas a adaptar su mano de obra a las necesidades de la producción y, por otro, permiten a los empleados un mejor equilibrio entre el trabajo y el ámbito privado, como es cuidar de los hijos u otras personas dependientes.
 Trabajar por objetivos
 Para mejorar la productividad hay que incentivar la implantación de una estructura de trabajo por objetivos y no por tiempos de permanencia en el puesto de trabajo, cambio que implicaría una mejor gestión de los recursos humanos, una mayor motivación de los trabajadores y que a la vez facilitaría la introducción de nuevas tecnologías. La incorporación de la estrategia de conciliación de la vida laboral, personal y familiar en la cultura de las empresas y su estrecha relación con los horarios laborales repercute positivamente en la productividad a través de varias vías. Son buenos ejemplos de ello la atracción de personal cualificado, el aumento de la estabilidad de la plantilla (lo que supone una disminución de costes de selección y de formación), la mejora del clima laboral y de la gestión y planificación del tiempo, una mayor implicación de la plantilla en los objetivos empresariales, la disminución del índice de absentismo, y el aumento de la satisfacción del personal y del prestigio de la empresa.
 Flexibilizar los horarios, limitar el tiempo destinado a la comida, dormir más horas y adecuar los horarios oficiales y comerciales a las necesidades de los ciudadanos son algunas de las propuestas concretas del libro blanco encargado por el Gobierno español a la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Esta comisión sugiere racionalizar la jornada laboral haciéndola continua, con flexibilidad de entrada entre 7.30 y 9 de la mañana y de salida entre 4.30 y 6 de la tarde como hora límite. El tiempo ideal dedicado a la comida sería entre 45 y 60 minutos.
 Por lo tanto, parece que con unos horarios racionales es más fácil conciliar la vida personal, familiar y laboral, así como favorecer la igualdad, e incluso aumentar la productividad y reducir la siniestralidad. Se trata también de hacer que los horarios sean convergentes con los de las economías más avanzadas, con el objetivo de mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas.
 Aún así, resulta paradójico que en unos momentos de crisis como el actual y en el que se intentan buscar fórmulas para reactivar la actividad económica, los agentes económicos y sociales no planteen medidas de estas características para mejorar la productividad del trabajo en España, lo que seguramente no supondría ningún coste económico.
  

Jornadas eternas

Trabajar por objetivos racionalizando horarios son medidas prioritarias a impulsar si queremos ganar la batalla de la competitividad. Que tengamos más o menos puentes o vacaciones es secundario si racionalizamos y flexibilizamos la forma de trabajar.





 Nuria CHINCHILLA 
  Profesora del IESE. Universidad de Navarra.
 Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, Ph. D. y MBA por el IESE. Fundadora y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia, del IESE. Coautora del libro Dueños de nuestro destino.
 
  Maruja MORAGAS   
 Colaboradora científica del Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE . Doctora en dirección de empresas por la UIC. Licenciada en Filosofia y Letras por la UAB. Coautora de Dueños de nuestro destino.

Las declaraciones de la cancillera alemana, Angela Merkel, sobre el exceso de vacaciones y puentes en España han levantado polvareda. Preocupa nuestra baja productividad por hora (solo superada por Portugal y Grecia), porque incide en la competitividad. Junto a esto hay algo llamativo: somos uno de los países europeos en los que más horas se trabaja. ¿Cómo se entiende esto?
 Lo primero que ocurre es que trabajamos a medio gas. En España se suele mantener el horario partido con una gran pausa a la hora de comer, que alarga la jornada laboral. La empresa valora el presentismo , es decir, el número de horas que pasamos en ella en vez de tener en cuenta los resultados conseguidos. Como estamos ahí jornadas eternas, por el camino vamos sobreviviendo: nos permitimos momentos de solaz, kit-kats o navegar por internet. Trabajamos de forma mucho más relajada y desorganizada. Además, en ocasiones es difícil salir a la hora señalada, porque hay jefes adictos al trabajo que se quedan hasta las tantas. No les apetece ir a casa, porque allí no son nadie, mientras que en la empresa mandan.  La creencia de que más horas es igual a mayor productividad es falsa. En verano, trabajamos jornada intensiva y debemos sacar el mismo trabajo en menos tiempo. Entonces lo hacemos con más concentración, porque el plazo diario es más corto y aprieta, lo que hace más productivas las horas: hay menos reunionitis , pasillos, rumorología y cafés. Ahí queda más evidente la extensión innecesaria del horario de invierno.
Otro factor que afecta a la baja productividad es la rigidez de los contratos. Los países desarrollados han ido reduciendo las horas de trabajo tras su reconstrucción después de la segunda guerra mundial. Han implantado contratos a tiempo parcial por distintos motivos (emplear a un mayor número de personas, combatir el paro, facilitar la conciliación...) Es llamativo el caso de Holanda, en el que el 40% de los trabajadores lo hace en esta modalidad, y tiene una bajísima tasa de paro (4,2%), aunque haya más razones que explican este dato. En España la legislación no facilita la flexibilidad. A la empresa le sale más caro el pago a la Seguridad Social por dos personas que trabajan cuatro horas cada una, que por una persona que trabaje ocho, porque se sigue contabilizando por días en vez de por horas trabajadas.
 Otra disfunción ocurre cuando se conceden reducciones de jornada por maternidad sin ir acompañadas de una disminución proporcional de los objetivos. Por tanto, se acaban trabajando las ocho horas en lugar de seis pagadas, aunque dos sean desde casa.
 La necesidad de ir ganando en flexibilidad y avanzando hacia unos horarios más racionales y humanos requiere ligar salarios a productividad. Diversos estudios muestran que la no conciliación tiene costes reales, aunque difíciles de cuantificar (aumento del absentismo, rotación no deseada, bajas por estrés, mayor conflictividad laboral, menor productividad…). En cambio, facilitar la conciliación supone una inversión en salud, motivación, compromiso, iniciativa e identificación con la empresa por parte de los empleados, lo cual favorece su rendimiento, disminuye la rotación y el absentismo (hasta un 30%) y aumenta la reputación corporativa de la compañía. Una medida que ayuda es el teletrabajo y sus múltiples herramientas hoy en día al alcance de cualquier empresa ( conference-call, laptops, blackberry, skype , videoconferencias, telepresencia…), que permiten trabajar virtualmente, pero pueden invadir la vida personal si no se le pone límites. Por eso existen cursos específicos para gestionar este nuevo entorno.
 Otro tema a repensar es el descanso. Muchas de las fiestas que tenemos forman parte de nuestras tradiciones -una de las bases de nuestra cultura e identidad-, por lo que hay que defenderlas. Además, los puentes y vacaciones son buenos para la familia y para nosotros también, si queremos ser productivos y no rompernos. Pero lo importante no es solo la cantidad de tiempo que dedicamos a las distintas áreas de nuestra vida sino, sobre todo, su calidad. ¿Sabemos para qué trabajamos o para qué descansamos? ¿Nos lo hemos planteado? Puede ocurrir que lo hagamos tan solo por dinero, para brillar o porque nos lo pasamos bien trabajando o jugando al fútbol. Pero además, muchas veces utilizamos nuestro tiempo para ayudar a otros, para dedicarnos a quien más lo necesita o para procurar que sean felices. No todo vale igual.
 Trabajar por objetivos racionalizando horarios son medidas prioritarias a poner en marcha si queremos ganar la batalla de la competitividad. Que tengamos más o menos puentes o vacaciones es secundario si racionalizamos y flexibilizamos la forma de trabajar. Pero no podemos olvidar que trabajo y descanso forman parte de un todo personal cuya conciliación permite que tanto nosotros como nuestro entorno sea sostenible.