16 de enero de 2012

La Dama de Hierro

LA Dama de Hierro, la película sobre la vida de Margaret Thatcher, bate récords de taquilla. En su primer fin de semana recaudó más de un millón de euros y fue la segunda más vista de la cartelera nacional. Está claro que nos interesan los grandes personajes de la historia reciente. No es una película genial, pero es magnífica la interpretación de Maryl Streep de su época adulta y la actual con demencia senil. 

El primer ministro conservador David Cameron ha criticado precisamente que la cinta se recree en la enajenación mental del último periodo de la vida de la señora Thatcher. No es irrespetuosa la manera de abordarlo, pero es una pena que la historia no sea más lineal y más intensa en la época juvenil, cuando se forjó su carácter indómito, y durante su ejercicio del poder. Hay muchas cosas que faltan en la historia cinematográfica. 

Aunque no comparto sus ideas políticas, siento una profunda admiración por Thatcher, hija de un tendero, que fue una niña inteligente, trabajadora y activa. Practicó por ejemplo, el piano y la poesía, el hockey sobre hierba y la natación. Consiguió ser admitida en Oxford, se licenció en Químicas y trabajó como investigadora en plásticos. Después haría Derecho y se especializaría en tributos. Emprendió una carrera política que la llevaría a ser la única primera ministra que ha tenido el Reino Unido en su historia. Y lo hizo durante 11 años, después de ganar tres elecciones y dejar a su sustituto John Major en condiciones de lograr el triunfo para otro mandato. 




Fue muy conservadora, pero alguna de sus decisiones no encaja en ese perfil. Elegida diputada en Los Comunes en 1959, allí consiguió que los plenos de los ayuntamientos fueran abiertos al público. Votó a favor de la despenalización de la homosexualidad, en contra de restaurar los castigos físicos en los colegios, a favor del aborto en caso de graves deficiencias del feto o incapacidad de la madre para hacerse cargo del niño. Y propugnó un sistema de enseñanza más basado en la comprensión que en la memorística. Como primera ministra firmó en 1986 el Acta Única europea, germen del mercado único. Y tres años después, aunque se quedara fuera, permitió a sus once socios emprender el camino del euro. 

Tuvo una actuación sustancial para los españoles. Cuando se produjo el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 el presidente Reagan acababa de tomar posesión en enero. Y el general Alexander Haig (que sale en la película, en otro episodio) era un novato secretario de Estado americano. Preguntado por el golpe, dijo que era un asunto interno español. Sin embargo, la Dama de Hierro condenó la sublevación militar de manera tan vehemente como sólo ella sabía hacerlo. La calificó como un acto terrorista y exigió la inmediata restauración del orden constitucional en España. Ahí queda eso.

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