22 de julio de 2014

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"Ya es hora de Que Todos Los Empleados were juzgados porción do de habilidad párr patear el trasero, no gender su." ? De acuerdo Comparte Lo Que SU POSICION Favorita es - Fuerte y Orgulloso - utilizando ‪ # MyFavoritePositionIs ‬ ESQUEMA Añadir a ESTAS Mujeres IMPRESIONANTES Tomar Una posicion en contra de la discriminacion sexual en el Lugar de Trabajo en el Micrófono : http://bit.ly / 1rGLKcy

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16 de julio de 2014

Mato anuncia un Plan Especial contra la discriminación laboral y salarial de las mujeres



Madrid, 15 jul. 14. AmecoPress. Avanzar desde la igualdad legal hacia la igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres, reconocida como mandato constitucional “es un compromiso de este Gobierno con los ciudadanos”. Así lo reafirmó ayer la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, durante la entrega de los distintivos “Igualdad en la Empresa” a las últimas 14 entidades que los han obtenido. Se trata de un reconocimiento a empresas que aplican políticas de igualdad entre mujeres y hombres a través de sus planes de igualdad, que comenzó a otorgarse en el año 2012 y que a día de hoy poseen 92 entidades.



La ministra señaló que el avance hacia la igualdad es “una prioridad integrada en todas nuestras políticas”, como quedó reflejado en el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades aprobado el pasado mes de marzo. Mato anunció un refuerzo a las medidas que contempla, en los próximos meses, a través de planes específicos.

En concreto, adelantó que se va a poner en marcha el Plan Especial para la igualdad de Mujeres y Hombres en el Ámbito Laboral y contra la Discriminación Salarial 2014-2016”, que contará con más de 90 medidas. Su objetivo es garantizar la igualdad efectiva en el acceso y permanencia en el empleo, para prevenir y corregir la brecha salarial de género y para fomentar el emprendimiento femenino.

Además de esta iniciativa, la ministra mencionó el Plan para la Promoción de la Mujer en el Medio Rural y el Plan de Acción para la Igualdad de Mujeres y Hombres en la Sociedad de la Información, enmarcado este último dentro de la Agenda Digital del Gobierno. Ambos desarrollarán acciones concretos para favorecer la igualdad de oportunidades en esos entornos concretos. Porque “una sociedad que quiera ser eficiente y competitiva debe ineludiblemente aprovechar la capacidad y el potencial de todos”.

En cuanto a la concesión del distintivo “Igualdad en la Empresa”, que se otorga por cuarta vez, la ministra subrayó que todas las entidades que forman parte de esta red son “un modelo de gestión inteligente y eficaz de recursos, de responsabilidad y coherencia con los principios de igualdad de oportunidades como medio de generar riqueza y crear valor, sobre la base del mérito y del esfuerzo”.

La Red de Empresas está contribuyendo a través de su sitio web a estimular, orientar y facilitar a otras empresas, especialmente a las pequeñas y medianas, la incorporación de políticas y medidas de igualdad de oportunidades en su funcionamiento y estructura. Prueba de ello es el aumento de PYMES, que suponen el 35,7% de las nuevas empresas integrantes.

La ministra también anunció que, con el objetivo de acercar el principio de igualdad a las empresas españolas, se ha iniciado la tramitación de una reforma de la normativa reguladora del distintivo “Igualdad en la Empresa”. Con ello se pretende “mejorar el procedimiento para su obtención y facilitar la participación”, considerando nuevos aspectos, como el diferencial salarial de género y su evolución dentro de las organizaciones, así como las medidas adoptadas a favor de la conciliación y la corresponsabilidad.

La Red de empresas, además, ofrecerá próximamente de manera gratuita desde su sitio web, una herramienta de autodiagnóstico de la brecha salarial de género, para facilitar a todas las empresas instrumentos de detección y diseño de acciones para afrontar y prevenir esta forma de desigualdad.

Foto: archivo AmecoPress, cedida por el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad

Nobel Women's Initiative

¡Constantemente somos inspirados por las activistas intrépidas y organizaciones innovadoras con las que acompañamos avanzar la igualdad de mujer, buscar la justicia y causar la paz sostenible!

We are constantly inspired by the fearless activists and innovative organizations we partner with to advance women's equality, seek justice and bring about sustainable peace!


Mujeres malditas - Isadora Duncan: la bailarina revolucionaria - 15/07/14

 
Justificación 
La Historia ha olvidado muchos nombres y muchas contribuciones de mujeres 
valiosas, adelantadas a su tiempo, solidarias y comprometidas, artistas y 
creadoras, para trasmitirnos una imagen falsa, estereotipada y deformada. Las 
únicas mujeres que han logrado sobrevivir al olvido y ocupar un lugar en la 
memoria colectiva son las que, precisamente por sus conductas trasgresoras o 
extravagantes han sido marcadas para siempre con el estigma de la infamia. 
Nuestro curso de verano propone una reflexión sobre estas mujeres "malditas", 
o como tal consideradas, simplemente por ser rebeldes, originales, incómodas, 
difícilmente clasificables en los reducidos o degradados espacios que nuestra 
sociedad concede a lo femenino. 
El curso pretende ser un espacio de formación, sensibilización en materia de 
igualdad de género con los siguientes objetivos principales: 
Visibilizar las aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos de la cultura y 
de la sociedad 
Sensibilizar y formar a los participantes en el tema de la igualdad cultural entre 
hombres y mujeres 
Poner en valor las diferencias, las disidencias y las resistencias de las mujeres 
para construir una sociedad equitativa, heterogénea, democrática y plural, 
exenta de violencias, donde hombres y mujeres están representados en la 
misma medida. 


Mujeres malditas - Isadora Duncan: la bailarina revolucionaria - 15/07/14
15 jul 2014



Aportó frescura y naturalidad al entonces encorsetado mundo de la danza, y lo hizo de una manera radical, rompiendo moldes. Nos encontramos ante una auténtica revolucionaria.

Nacida en San Francisco en 1877, la pequeña Angela Isadora tuvo una infancia difícil. La pequeña silenciosa y retradida, juega en la playa, mientras observa el mar en la Bahía de San Francisco, con movimientos imaginarios de manos y pies. Tras pasar por Chicago -donde estudia danza por primera vez- y Nueva York, la familia se traslada al viejo continente. Allí, en Londres y París, comienza a consolidarse su estilo único, tan alejado de los patrones clásicos. Su vida íntima, es tan poco convencional como su arte y, en lo político, no esconde sus simpatías por la nueva Unión Soviética.

Isadora, odiada y admirada a partes iguales, decide ser madre soltera. Triunfa en los teatros de medio mundo y con 33 años pierde a sus dos hijos en un accidente de coche, un hecho que la marcará para siempre, y que marcará su declive como bailarina y como mujer.

Sus extravagancias son cada vez mayores, tanto, como su desprecio por las normas sociales, hasta que un 14 de julio, otro accidente de coche eleva a Isadora

Duncan al Olimpo de las diosas modernas, de una forma sobrecogedora y absurda.

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Esas mujeres



Las muertes recientes de dos Ana Marías, Matute y Moix, nos privaron de dos representantes de una rama moderna y creativa de la mujer española que dignificó nuestro país durante el siglo pasado. En el mismo acorde que Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa o Carmen Laforet tuvieron un eco duradero sobre la cultura, pero también sobre la libertad de la mujer a veces con un coste personal desmesurado. La semana pasada moría en Madrid la periodista Juby Bustamante y es imposible no hacer extensible ese luto en la misma dirección. Escritoras, periodistas y actrices fueron fundamentales a la hora de sacudir la dictadura de costumbres y reivindicar a la mujer libre mientras la norma era seguir aplastada por las convenciones religiosas y la autoridad civil y penal de los maridos.

Hace poco tropecé con una foto de Juby Bustamante con Jean Paul Sartre y era una imagen discordante con la estructura de la sociedad española de aquel tiempo. Marcos Ordóñez retrataba en su relato oral del Café Gijón a algunas de estas mujeres modernas que rompían las costuras del país, entre ellas Juby. El periodismo ha sido cruel con muchas de esas profesionales que se fueron demasiado pronto, pero que propiciaron un salto social irrepetible. Si Carmen Rico Godoy venía además de ser hija de otra pionera, Josefina Carabias, no le fueron a la zaga firmas como la de Sol Alameda, Montserrat Roig, Pilar Narvión o incluso siendo más joven, Concha García Campoy.

En un relato lleno de anécdotas sobre lo que significaba ser chica en las redacciones llenas de hombres, Maruja Torres se autodefinió como mujer en guerra. Es imposible recordarlas a todas, pero desde las páginas de los periódicos y revistas, hoy rebajadas por la categoría despectiva de progres, exigen un reconocimiento admirado. A este país lo cambiaron esas mujeres y otras aún anónimas, que empezaron a conjugar la igualdad en un campo minado. Haría bien el Ministerio de Justicia en propiciarles un homenaje, en lugar de traerlas a la actualidad por lo que hace treinta años ya reivindicaban con furia. Un país con la mujer tutelada y sometida es la viva estampa del atraso. Hay todavía demasiados como para volver a ser uno de ellos.


El cine aún espera a Matute
La escritora Ana María Matute muere a los 88 años
Mujeres clave de la posguerra

14 de julio de 2014

¿Igualdad real en las empresas?



A pesar de la realidad desigual del contexto socio-económico en el que vivimos, sigue habiendo posturas defensoras de que la igualdad es un discurso manido e innecesario

La igualdad no sólo es una cuestión de mujeres; ha de ser un valor, una garantía y un derecho social, defendido y apoyado por los gobiernos, las empresas y la ciudadanía
La historia es selectiva porque no todo el mundo ha tenido la palabra. Una vez puestas las gafas, se ve claro que no hay razones "naturales" que justifiquen la desigual distribución de poder entre hombres y mujeres. Todo lo relatado hasta ahora, la invisibilización de las mujeres, de sus logros y saberes, la violencia ejercida contra ellas… no ocurre porque sí".

Nuria Varela – "Feminismo para principiantes"

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, a 1 de enero de 2014, la proporción de mujeres en España es del 50,82% frente al 49,18% de hombres. Sin embargo, ¿se mantienen estas proporciones de participación en los diferentes espacios de la sociedad?

Hagamos zoom sobre las empresas españolas y detengámonos en los Consejos de Administración de las cotizadas. Tomando las conclusiones del Informe Anual de Gobierno Corporativo de la CNMV 2012, en lo que respecta a la presencia de mujeres en los Consejos, encontramos que "a pesar de que desde 2008 se ha producido un incremento de casi 5 puntos porcentuales en la proporción de mujeres en los Consejos del Ibex, la presencia de consejeras en cargos ejecutivos se mantuvo sin cambios respecto a 2011".

Asimismo, según el último Informe La Responsabilidad Social Corporativa en las memorias anuales de las empresas del Ibex35, publicado por el Observatorio de RSC, cuatro de las analizadas siguen sin contar con ninguna mujer en sus Consejos de Administración.

Datos que ponen de manifiesto que a las empresas del Ibex35 aún les queda mucho para alcanzar la propuesta de la Comisión Europea para el año 2020, consistente en que al menos el 40% de los puestos no ejecutivos de los Consejos de Administración sean ocupados por mujeres.

Junto con estos datos, cabe citar otros como la inferior tasa de actividad femenina con respecto a la masculina (53,31% frente al 65,90% para el tercer trimestre de 2013); las desigualdades retributivas y la división sexual del trabajo; el techo de cristal, o superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, que les impide seguir avanzando; la invisibilización del trabajo doméstico; la falta de corresponsabilidad… generando todo ello diversas brechas que desembocan en un modelo muy distante de aquel que se llamaría igualitario e inclusivo.

Deteniéndonos en la cuestión de la corresponsabilidad, una clave importante para entender lo que ocurre actualmente al respecto, la dio allá por 1762 Rousseau en su célebre obra "Emilio": "La educación de las mujeres siempre debe ser relativa a los hombres. Agradarnos, sernos de utilidad, hacernos amarlas y estimarlas, educarnos cuando somos jóvenes y cuidarnos de adultos, aconsejarnos, consolarnos, hacer nuestras vidas más fáciles y agradables: éstas son las obligaciones de las mujeres durante todo el tiempo y lo que debe enseñárseles en su infancia".

Un discurso del siglo XVIII que continúa grabado en el imaginario colectivo hasta tener su reflejo más directo en la asociación del cuidado de las personas con algo propio de las mujeres, ya sea cuidado de sus parejas, sus descendientes y/o sus progenitores. Un deber impuesto durante tantos siglos a tantas mujeres y que el Estado del siglo XXI apoya, no sólo en cuanto no establece políticas públicas que rompan con esta tendencia, sino que en ocasiones incluso la acentúa.

Por parte de las empresas, se necesita una mayor implicación real. Un compromiso efectivo que se derive, de un lado, del cumplimiento de la legislación vigente en materia de igualdad, derechos humanos y derechos laborales y, de otro, de la implantación de medidas que no siendo un imperativo legal, son desarrolladas por una cuestión de responsabilidad y sostenibilidad. No sólo es cuestión de cumplir la ley, sino de contribuir a un modelo sostenible, integrar el 100% del talento que ya poseen en sus compañías, ofrecer a las mujeres los mismos derechos que a sus semejantes masculinos en cuanto al desarrollo de puestos directivos, y que a ellos les permita desarrollar otras funciones, como por ejemplo, su potencial cuidador.

Un modelo de empresa que, sin olvidar su fin económico, tenga presente de la misma manera su fin social; empresas que no sólo no apoyen, sino que denuncien expresamente los actos de violencia que también en su seno son ejercidos de manera estructural a través de distintas expresiones, entre otras, el acoso sexual; empresas que contemplen estos procedimientos de manera trasversal, desde los procesos de selección de personal, hasta los protocolos de comunicación interna y externa que la definen; empresas con Comisiones de Igualdad que velen por los derechos de las mujeres, derechos que no fueron considerados como humanos hasta 1993, en la Conferencia de Viena.

A pesar de la realidad desigual del contexto socio-económico en el que vivimos, sigue habiendo posturas defensoras de que la igualdad es un discurso manido e innecesario. Para quienes piensan así, propongo algunas cuestiones que pueden ayudar a la reflexión: ¿Cómo se realizan los procesos de selección de personal?; ¿es común conocer el número de hombres y mujeres en plantilla, desglosado por categoría profesional?; ¿qué evidencias ponen de manifiesto los permisos de maternidad y de paternidad?; ¿se contempla en la prevención de riesgos laborales de las empresas el acoso sexual y el acoso por razones de sexo?; ¿se desarrollan programas formativos dentro de las corporaciones en relación con la igualdad de género?; ¿se miden las desigualdades dentro de las compañías?, ¿existen indicadores?, ¿se implantan medidas correctoras?; ¿existe una identificación de éxitos y deficiencias en materia de inclusión laboral?; ¿el contexto político actual favorece la implantación de estrategias y procedimientos para implantar una igualdad de oportunidades real y efectiva?; ¿qué alternativas al cuidado se ofrecen desde los servicios públicos?

Y es que la implantación legal y real de la igualdad parecen no ir de la mano. Asimismo, cabe recordar que la igualdad no sólo es una cuestión de mujeres; ha de ser un valor, una garantía y un derecho social, defendido y apoyado por los gobiernos de esos estados que se llaman del bienestar; por las empresas, responsables de impulsar el crecimiento, la innovación y la integración, poniendo el foco tanto en la maximización de beneficios como en la manera en que dichos beneficios son conseguidos; y por la ciudadanía organizada, quienes a través del ejercicio de sus derechos políticos elegirán a sus gobiernos; quienes con sus decisiones de consumo sostendrán o apartarán del mercado a las empresas; y a través de cuyas denuncias, propuestas e iniciativas, arrancarán el motor de esta gran maquinaria globalizada, tan desacompasada en los últimos tiempos.

Mientras tengamos que seguir justificando las actuaciones igualitarias, mientras su práctica sea algo dotado de carácter extraordinario, sabremos que aún queda mucho por avanzar. Confío en que el debate entre la estética y la ética en las entidades cese cuando lo importante sea coincidente con lo urgente; cuando la prioridad sea la persona, su integridad y el respeto a la misma; cuando todos esos principios universalmente aceptados sean personalmente integrados; y cuando tomemos conciencia de que las empresas no son entes abstractos, sino organismos que laten al compás de las personas que lo integran. No es cuestión de maquillaje, de posicionamiento en un ranking empresarial o de un premio a la excelencia. Es un ejercicio de justicia y responsabilidad hacia la ciudadanía actual y hacia las generaciones venideras, que ha de generarse tanto en el entorno personal como en el profesional.

Y es que, ahora más que nunca, lo personal sigue siendo político.

Este artículo refleja exclusivamente la opinión de su autora

2014- Ramón Górriz: "Las mujeres soportan el 73% del total del empleo a tiempo parcial".



En el número 29 de "Trabajadora" (julio de 2008) se publicó una entrevista con la Secretaría Confederal de Empleo de CCOO. Solicitamos a Ramón Górriz, actual secretario confederal de Empleo de CCOO, que escriba sobre la situación de las mujeres tras seis intensos años de crisis económica.




Detalle de un cartel de la Secretaría de la Mujer de la Federación de Enseñanza de CCOO.


LOS CAMBIOS PRODUCIDOS en estos últimos seis años han sido tan drásticos, sobre todo en relación a la situación del empleo en el Estado español, que algunas de las cifras parecen empeñadas en devolvernos, efectivamente, a los inicios de Trabajadora.




En el verano de 2008 ya se hablaba abiertamente de una crisis que parecía disparar las tasas de paro, fundamentalmente en el sector de la construcción, consecuencia, se decía, del fin de la “burbuja inmobiliaria” y, en menor medida, en el sector servicios (hostelería, comercio y servicio doméstico), actividades en las que trabajaban buena parte de la inmigración llegada a nuestro país en los años previos.




La población inmigrante afectada en mayor medida que la nacional por la temporalidad, se dispara su tasa de paro y se produce un punto de inflexión en el flujo de población inmigrante: a medida que la crisis ha ido avanzado disminuía la llegada de inmigrantes y aumentaba el número de retornos. Nadie podía preveer que en algo más de cinco años pudiera acumularse una pérdida de cerca de 730.000 activos con nacionalidad extranjera.




Si la población inmigrante fue la más castigada en términos relativos durante la primera fase de la crisis, desde una perspectiva del género y dada la fuerte segregación ocupacional por sexos, la destrucción de empleo afectó en mayor medida en ese primer momento a los hombres. Según datos de la EPA, a principios del 2008 existía una diferencia de algo más de cuatro puntos entre la tasa de paro femenina (11,99%) y la masculina (7,89%), diferencia que se redujo a menos de la mitad en el segundo semestre del 2009. Sin embargo, en ese momento la crisis afectaba ya claramente a la industria y, sobre todo, a los servicios, de modo que a partir del segundo semestre de ese mismo año la evolución de las tasas de paro masculina y femenina describen curvas prácticamente paralela hasta el momento actual. A lo largo de la crisis la diferencia de la tasa de paro entre sexos se ha acortado, pero desgraciadamente no ha sido debido al avance de las mujeres en el empleo sino a una destrucción de empleo generalizada que ha más que triplicado la tasa de paro masculina, alcanzando en marzo de este año el 25,9%, y ha situado a la femenina en el 26,6%.




El escepticismo que ya existía en 2008, en relación a las posibilidades de alcanzar el compromiso adquirido en el Consejo Europeo de Lisboa del año 2000 de conseguir una tasa de empleo del 60%, se antoja ahora como un sueño inalcanzable en el corto y medio plazo. En aquel momento, se ponía el acento en el hecho de que esos siete puntos que a nivel general nos separaban del objetivo propuesto, se debían exclusivamente a la desigual situación de las mujeres y temía que la crisis pudiera incrementar en mayor medida esa desigualdad. Sin embargo, si bien es cierto que la crisis ha provocado un descenso de cinco puntos en la tasa de empleo femenina, la caída de más de trece puntos de la tasa de empleo masculina ha provocado, también en este indicador, un acercamiento entre sexos.




Si como consecuencia de la crisis se han reducido las diferencias en las tasas de paro y empleo entre sexos, efecto del empeño de las mujeres por afianzar su presencia en el mercado de trabajo ha sido el permanente incremento de su tasa de actividad. Mientras la tasa de actividad masculina se ha reducido en algo más de tres puntos durante esta larga crisis, corolario sin duda del retorno de inmigrantes, de la emigración de jóvenes españoles y del desánimo de muchos parados para seguir buscando empleo; la tasa de actividad femenina, pese a verse también afectada por todos estos factores, se ha incrementado en casi cuatro puntos, si bien es cierto que no siempre esta incorporación al mercado laboral ha sido una decisión libremente adoptada: la dramática situación que viven los más de 750.000 hogares sin ningún tipo de ingreso económico ha empujado a muchas mujeres mayores de 45 años a buscar su primer empleo.




Si la destrucción de empleo, persistente a lo largo de estos seis años de crisis, es su consecuencia más directa y penosa no es desgraciadamente la única, durante estos años se ha asistido a un deterioro continuo y progresivo de las condiciones y la calidad del empleo. Si durante la primera etapa se destruyó fundamentalmente empleo temporal, las reformas laborales adoptadas para facilitar y abaratar el despido, han potenciado la posterior sustitución del empleo indefinido por empleo temporal y del trabajo a tiempo completo por trabajo a tiempo parcial; se trata de que más personas trabajen pero menos horas, con salarios más bajos y con menos derechos.




El incremento del empleo a tiempo parcial, tradicionalmente feminizado e incentivado “para ellas” como supuesta fórmula de conciliación, se ha producido precisamente en sectores de actividad con una fuerte presencia de mujeres (restauración, comercio, atención a personas dependientes…), de tal modo que las mujeres soportan el 73% del total del empleo a tiempo parcial. El 26% de las que trabajan actualmente, mas de una de cada cuatro, lo hacen en esta modalidad, en la inmensa mayoría de los casos porque no han encontrado a tiempo completo, es decir, de forma no deseada, dado que ni los horarios les permite una buena conciliación con su vida familiar ni los salarios son suficientes para resolver sus necesidades económicas y, además, es en esta modalidad contractual donde más se concentra el fraude laboral.




El acusado deterioro de las condiciones laborales ha roto la dicotomía entre los conceptos “ocupación” y “pobreza”, afectando ésta cada vez más a personas empleadas. Si en el actual mercado de trabajo las mujeres son mayoritarias en el tiempo parcial, se sitúan en mayor medida que los hombres en las franjas salariales más bajas, acceden con mayor dificultad y en menor cuantía a las prestaciones sociales y, además, son las responsables del 90% de los hogares compuestos por un solo adulto con hijos a cargo, resulta fácil deducir que el rostro femenino de la pobreza tiende a afianzarse como consecuencia de la crisis.




Por otra parte, la grave situación social, económica y financiera ha relegado completamente las políticas de igualdad, disipando el impulso que la aprobación de la ley de igualdad había supuesto. Los recortes en políticas públicas y la reducción o desaparición de determinados servicios sociales, ha supuesto una mayor carga de trabajo real para las mujeres, que son quienes continúan asumiendo la mayor parte del trabajo reproductivo y de atención a personas dependientes, dificultando aún más su ya difícil posición en el mercado laboral.




Hace seis años se señalaba la necesidad de asegurar la red de protección social como una prioridad para CCOO, una prioridad que no sólo se mantiene a día de hoy sino que, tras los devastadores efectos de la crisis, adquiere una dimensión de emergencia social. Las cerca de seis millones de personas en paro, muchas de ellas de larga duración, necesitan urgentemente un plan de empleo, dotado de suficientes recursos humanos y económicos, así como una ampliación de la cobertura social que ampare a quienes se encuentren en una situación de mayor vulnerabilidad, incrementando la cuantía de los subsidios y extendiéndolos a más colectivos, eliminando las últimas restricciones para el acceso a la Renta Activa de Inserción o al Programa PREPARA. Los planes del Gobierno parecen dirigirse, sin embargo, en sentido contrario con la reducción sostenida de la partida destinada a los Servicios Públicos de Empleo, mientras facilita el desarrollo de las agencias privadas de colocación, concediéndoles carta de naturaleza y equiparándolas con el resto de operadores en materia de formación y colocación.