16 de julio de 2014

Mujeres malditas - Isadora Duncan: la bailarina revolucionaria - 15/07/14

 
Justificación 
La Historia ha olvidado muchos nombres y muchas contribuciones de mujeres 
valiosas, adelantadas a su tiempo, solidarias y comprometidas, artistas y 
creadoras, para trasmitirnos una imagen falsa, estereotipada y deformada. Las 
únicas mujeres que han logrado sobrevivir al olvido y ocupar un lugar en la 
memoria colectiva son las que, precisamente por sus conductas trasgresoras o 
extravagantes han sido marcadas para siempre con el estigma de la infamia. 
Nuestro curso de verano propone una reflexión sobre estas mujeres "malditas", 
o como tal consideradas, simplemente por ser rebeldes, originales, incómodas, 
difícilmente clasificables en los reducidos o degradados espacios que nuestra 
sociedad concede a lo femenino. 
El curso pretende ser un espacio de formación, sensibilización en materia de 
igualdad de género con los siguientes objetivos principales: 
Visibilizar las aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos de la cultura y 
de la sociedad 
Sensibilizar y formar a los participantes en el tema de la igualdad cultural entre 
hombres y mujeres 
Poner en valor las diferencias, las disidencias y las resistencias de las mujeres 
para construir una sociedad equitativa, heterogénea, democrática y plural, 
exenta de violencias, donde hombres y mujeres están representados en la 
misma medida. 


Mujeres malditas - Isadora Duncan: la bailarina revolucionaria - 15/07/14
15 jul 2014



Aportó frescura y naturalidad al entonces encorsetado mundo de la danza, y lo hizo de una manera radical, rompiendo moldes. Nos encontramos ante una auténtica revolucionaria.

Nacida en San Francisco en 1877, la pequeña Angela Isadora tuvo una infancia difícil. La pequeña silenciosa y retradida, juega en la playa, mientras observa el mar en la Bahía de San Francisco, con movimientos imaginarios de manos y pies. Tras pasar por Chicago -donde estudia danza por primera vez- y Nueva York, la familia se traslada al viejo continente. Allí, en Londres y París, comienza a consolidarse su estilo único, tan alejado de los patrones clásicos. Su vida íntima, es tan poco convencional como su arte y, en lo político, no esconde sus simpatías por la nueva Unión Soviética.

Isadora, odiada y admirada a partes iguales, decide ser madre soltera. Triunfa en los teatros de medio mundo y con 33 años pierde a sus dos hijos en un accidente de coche, un hecho que la marcará para siempre, y que marcará su declive como bailarina y como mujer.

Sus extravagancias son cada vez mayores, tanto, como su desprecio por las normas sociales, hasta que un 14 de julio, otro accidente de coche eleva a Isadora

Duncan al Olimpo de las diosas modernas, de una forma sobrecogedora y absurda.

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