2 de junio de 2011

Eva Folch: «A veces me siento el pececito que nada al revés»


La que lleva la batuta. Esta capitana de Valencia es la única mujer en este país que dirige una banda militar.
 
 Sensibilidad artística y fervor castrense parecerían como el aceite y el agua. Pero en la capitana Eva Folch (Alcàsser, 1973) se emulsionan de manera natural. Fue flautista en el Mando Aéreo de Canarias, se convirtió en la batuta de las bandas de Melilla y del Acuartelamiento Aéreo de Tablada (Sevilla), y ahora dirige la formación de la Inspección General del Ejército de Barcelona.


  –¿Qué fue antes, la flauta o el cetme?
 –Primero fue la música. Aunque de pequeña me gustaba más jugar con un safari que tenía pistolitas de mi hermano que con las muñecas. Se ve que un día le dije a mi madre que ya no me regalara más.

  –¿Es hija o nieta de militar?
  –No. Mi padre era agricultor. Pero en casa tuve experiencia en disciplina. Mi madre marcaba los horarios, no me dejaba ir a acampadas ni dormir en casa de amigas. Yo de joven estudié mucho, ¿eh? Piano, violín, flauta.

 –¿Música, siempre?
 –Sí. Empecé a los 6 años. A los 10 entré en la Banda Santa Cecilia de Alcàsser y a los 16 fui a Madrid a estudiar flauta travesera. El mismo día que tenía el examen final en el conservatorio Reina Sofía, opositaba para sargento músico con la ilusión de tocar en una banda profesional.

 –Pero ¿cómo fue a parar ahí?
 –Mi madre, que hacía prácticas de auxiliar de enfermería en la cárcel de Picassent, vio en el tablón de anuncios uno que pedía músicos para el Ejército. Formar parte del Ejército y de la banda me pareció un sueño. Me daba la posibilidad de tocar y de ir al tiro y de hacer vivac...

  –Extraña mezcla de intereses.
  –A veces me siento el pececito que nada al revés. A contracorriente. Pero siempre me gustaron los retos.

 –Me refiero a lo del tiro, al vivac...
 –Mi padre siempre me habló muy bien de su mili. Y mi abuelo, que había estado en Melilla, también. Yo entré hace 18 años en el Ejército como suboficial músico. Una vez dentro, estudiando, accedí a la escala de oficial.

 –¡Es la única mujer que lleva la batuta en el Ejército español!
 –(Ríe)... No hay más mujeres porque hay pocos conservatorios en los que se puede estudiar dirección de orquesta. Y las oposiciones de director militar son bastante arduas. Además, el Ejército da un poco de miedo... Pero no hay razón. Las mujeres son tan valoradas como los hombres. Somos realmente iguales.

  –Dirige a un grupo de señores muy bregados. ¿Se le indisciplinan?
  –Somos militares. Los grados están muy claros.

 –Y usted debe ser una mujer de armas tomar.
 –No me echo atrás en nada. Soy valiente. He hecho muchas cosas, pero lo que yo he hecho lo puede hacer cualquiera.

 –No sé yo... ¿De qué tiene fama?
 –Somos transmisores de órdenes. Así que la fama depende del jefe que tengamos. En Melilla, una plaza muy austera, me granjeé fama de dura, pero al llegar a Tablada, en Sevilla, me adapté a su sistema de trabajo.

 –Lástima que la música militar sea tan... militar.
 –Está pensada para que desfilen las tropas, y eso marca el ritmo. Pero hay piezas sinfónicas que evocan el espíritu castrense muy gratas. Por ejemplo, la obertura 1812 , de Chaikovski, en la que colaboran piezas de artillería. Yo he tenido el honor de dirigir la Sinfónica de Melilla.

  –Lo que será dirigir la Filarmónica de Berlín... ¿Qué dice si se lo ofrecen?
  –Hoy por hoy no me interesa.

  –Mire que solo hay media docena de mujeres que dirijan orquestas...
  –Sé que mi carrera estaría mejor remunerada fuera, pero a mí no se me paga con dinero. Lo mío es vocación. A mí me gusta el Ejército. Es una vida que recomiendo a todos.

 –Poco recomendable para el amor.
 –Yo tengo pareja.

  –¿También militar?
  –Sí. 

 –¿Y quién marca el paso? 
 –Él dice que yo. Por ser capitana –él es sargento primero–, por ser directora y por ser mujer.

  –Si me permite, le diré que ese uniforme suyo no es muy femenino.
  –Ahora me ve de faena. Pero tengo dos uniformes de cuerpos comunes a los tres ejércitos, y los del aire y tierra, los de los tribunales de oposiciones... ¡Necesito dos taquillas para meterlos! No tengo sitio para la ropa de civil, que compro por capricho y no uso.

  –¿Su único capricho?
  –Bueno... Tengo una Harley y hago muchos kilómetros con mi pareja.


Delegada de la igualdad y la mujer
SIEMENS, S.A. Oficina Regional Barcelona
Lluis Muntadas, 5
Cornella de Llobregat (Barcelona)

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