29 de abril de 2011

Envejecer con profesionalidad

PILAR RODRÍGUEZ
 DIRECTORA DEL ÁREA SOCIOSANITARIA DE ABD (ECAS)

La reflexión acerca de la influencia de la crisis en la calidad de la atención a las personas mayores debe partir del compromiso por garantizar sus derechos básicos, el respeto a su autonomía y la aplicación de las políticas del bienestar. La llamada ley de dependencia –que en realidad se denomina ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia– ha sido un respiro para muchas personas y es un observatorio para conocer la situación de quienes se benefician de ella. Un 77% de ellas tienen más de 65 años, pero hay un 23% restante de jóvenes y adultos dependientes que también se ven afectados por la coyuntura económica actual. Con todas sus carencias y dificultades, la ley es un avance y debe desplegarse plenamente.


 Las entidades sociales que gestionamos servicios públicos no percibimos que las personas ingresadas en centros residenciales vuelvan a sus hogares, pero sí constatamos que se retrasa al máximo el ingreso, igual que ocurre en los centros de día, para que sus pensiones de jubilación ayuden a la economía familiar. Al aumentar la esperanza de vida y haber accedido la mujer al ámbito laboral, los cuidadores son, a su vez, personas de edad avanzada con pensiones muy bajas. La crisis actual complica en extremo la situación. Las familias mantienen a sus mayores en el hogar hasta que la situación relacional es insostenible y la familia simplemente claudica. Las personas que acceden a residencias y centros de día tienen, cada vez más, altísimos niveles de deterioro cognitivo y elevados grados de dependencia.
 A esto hay que añadir los recortes sanitarios. Las personas mayores o con altos grados de dependencia hacen un uso importante de los servicios sanitarios, que se ven desbordados por esta afluencia.Este fenómeno es un punto esencial para la reflexión. Nuestra sociedad envejece. El panorama que describo no es transitorio: es el presente y nuestro futuro inmediato.
 Calidad de vida
 Las políticas del bienestar hacen especial hincapié en el enfoque participativo de las personas mayores. Se trata de garantizar su calidad de vida. Para ello hay que apostar por la profesionalización de la atención a las personas, que además contribuye a generar empleo y facilita la inserción laboral de las mujeres, sobre las que recae mayoritariamente el cuidado de los familiares dependientes. La reactivación económica debe ir de la mano del desarrollo social.
 En cuanto a la mejora de la gestión, es necesario evitar la duplicidad de esfuerzos entre los servicios sociales y los sanitarios. La atención debe ser profesional e integral, con el fin de garantizar una intervención y un seguimiento coordinados. Los modelos de actuación deben adaptarse a las nuevas necesidades y disponer de profesionales capacitados y dotados de recursos.
 Pero, por encima de todo, es necesaria una planificación estratégica para hacer frente a uno de los retos más importantes de los próximos años: el envejecimiento de nuestra sociedad.

Delegada de la igualdad y la mujer
SIEMENS, S.A. Oficina Regional Barcelona
Lluis Muntadas, 5
Cornella de Llobregat (Barcelona)

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