26 de julio de 2011

Tiempo de trabajo, productividad y conciliación

Más importante que los días de vacaciones son las horas que se trabajan y cómo se trabaja. En España se trabajan más horas al año que en la mayoría de países del entorno, y aun así, nos mantenemos en la cola en productividad. Además, el tiempo de trabajo a jornada completa está entre los más prolongados de la Unión Europea-15.

 Profesor del Departamento de Política Económica y Estructura Económica Mundial de la Universitat de Barcelona.
 Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la UB, especialista en economía laboral y políticas de empleo.
 

E n los últimos meses se ha hablado mucho de armonizar las vacaciones en la Unión Europea a raíz de las declaraciones de la cancillera alemana, Angela Merkel. Si hacemos un repaso de los días de vacaciones en los diferentes países europeos, observamos que hay que diferenciar entre las vacaciones y los días festivos. A diferencia de lo que pasó con la moneda, la unidad no ha llegado todavía a la Unión Europea en materia laboral. Según la directiva comunitaria de Trabajo de 1993, los trabajadores tienen derecho a un mínimo de cuatro semanas de vacaciones pagadas al año. A partir de esta cifra, cada Estado ha establecido su propia legislación, lo que origina la existencia de grandes contrastes.
 En España los trabajadores disfrutan de 22 días laborables de vacaciones más 14 días festivos, hasta sumar un total de 36 días libres al año, dos por encima de la media comunitaria, que es de 34. Los países con más días totales de vacaciones son Dinamarca, Finlandia y Austria, donde los trabajadores disfrutan, respectivamente, de 40, 39 y 38 días de descanso. Por debajo de los 30 días anuales solo hay tres países: Irlanda, con 29, y Holanda y el Reino Unido, con 28.
 En cuanto a las vacaciones, España se sitúa por debajo de la media comunitaria, que es de 23 días. Las empresas danesas son con diferencia las más flexibles en este capítulo, puesto que sus trabajadores tienen un total de 30 días de descanso al año. Entre los países con menos vacaciones destacan Holanda, el Reino Unido, Bélgica, Irlanda, Italia y Alemania, donde las compañías solo están obligadas a conceder un mínimo de 20 días.
 Si lo comparamos con otras zonas del mundo, los trabajadores de la zona Asia-Pacífico son los que de menos vacaciones disfrutan. Las empresas de Australia, Nueva Zelanda y Japón conceden a sus empleados el mayor número de días de vacaciones de la zona (20 días), seguidos por Taiwan (15 días), Hong Kong y Singapur (14 días), India (12 días) y China (10 días). En Norteamérica, Canadá se encuentra entre los países con menos vacaciones, con tan solo 10 días al año, mientras que en Estados Unidos la ley no marca un mínimo, aunque los trabajadores disfrutan habitualmente de 15 días de vacaciones al año.
 Por otro lado, España, junto con Portugal y Finlandia, es uno de los países con un número mayor de jornadas de descanso (por las fiestas patronales, nacionales, regionales y locales) de la Unión Europea, y no por las vacaciones reguladas para los trabajadores. La media comunitaria es de 11 festivos, una cifra a la que solo se ajustan Francia y Suecia. Los países europeos con menos días festivos al año son el Reino Unido y Holanda (ocho días).
 En consecuencia, el problema no serían las vacaciones, sino, en todo caso, los días festivos, aunque hay países como Finlandia que son más productivos y más competitivos que España. Seguramente es más importante la situación de los festivos durante la semana laboral que su número concreto. La existencia de puentes aprovechando que la fiesta cae en martes o en jueves, o bien el acueducto de la primera semana de diciembre, hace que haya en la práctica más días no laborables y que se rinda menos. Por lo tanto, la solución, como pasa en otros países, sería trasladar dentro de lo posible los festivos a lunes o a viernes para aprovechado mejor la semana laboral.
 Pero más importante que los días de vacaciones son las horas que se trabajan y cómo se trabaja. En España se trabajan más horas al año que en la mayoría de países de la Unión Europea, y aun así, nos mantenemos en la cola en productividad. Trabajamos más horas, pero con menor eficiencia. El tiempo de trabajo a jornada completa en el caso de España se encuentra entre los más prolongados de los países de la Unión Europea-15, superado solo por Grecia, Austria y el Reino Unido y ligeramente por encima de la media europea. Si consideramos la jornada laboral sin distinguir entre tiempo completo y tiempo parcial, España se distancia más de la media de la Unión Europea.
 Las largas jornadas comportan a menudo tensiones familiares, mala alimentación, estrés, cansancio, absentismo, siniestralidad laboral, accidentes de tráfico y, sobre todo, un bajo rendimiento. Como dice Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, hace falta un cambio de cultura laboral, dejar a un lado el presentismo y apostar por la eficiencia si queremos ser competitivos en un mundo cada día más globalizado y complejo.  La repercusión de unos horarios irracionales y desincronizados respecto a nuestros socios europeos es que tres de cada cuatro trabajadores no pueden cuidar de sus hijos. Una tercera parte de los trabajadores por cuenta ajena no puede pedir días para asuntos familiares. Una de cada cinco madres renuncia a la baja por maternidad y España se encuentra a la cola de Europa en cuanto a la tasa de natalidad.
 Además, los horarios laborales españoles son un lastre para la propia economía del país, puesto que frenan la atracción de empresas extranjeras. No solo no coinciden con el resto del mundo (en España los trabajadores paran dos horas para comer y después se tarda mucho en recuperar el ritmo de trabajo) sino que estos horarios tan extensos son una de las principales causas de la baja productividad. El hecho de pasar 12 horas al día en la oficina no nos ayudará a ser más valorados en el trabajo ni a ser más productivos ni más eficaces. No hay ningún país del mundo occidental donde los ciudadanos trabajen hasta tan tarde. Así pues, el horario partido es un condicionante para conseguir una mejora de la competitividad en España, aunque este ya no es solo un problema laboral, sino que alcanza al ámbito cultural.
 Por lo tanto, en España ni somos competitivos ni conciliamos la vida laboral y familiar. Entonces, ¿qué se puede hacer?
 La organización del tiempo de trabajo es cada vez más importante en los mercados laborales; en particular, respecto a su relación con la productividad, la flexibilidad del mercado laboral y la calidad en el trabajo. En principio, una racionalización de los horarios podría ofrecer beneficios tanto a los empleadores como a los empleados: por un lado, ayudan a las empresas a adaptar su mano de obra a las necesidades de la producción y, por otro, permiten a los empleados un mejor equilibrio entre el trabajo y el ámbito privado, como es cuidar de los hijos u otras personas dependientes.
 Trabajar por objetivos
 Para mejorar la productividad hay que incentivar la implantación de una estructura de trabajo por objetivos y no por tiempos de permanencia en el puesto de trabajo, cambio que implicaría una mejor gestión de los recursos humanos, una mayor motivación de los trabajadores y que a la vez facilitaría la introducción de nuevas tecnologías. La incorporación de la estrategia de conciliación de la vida laboral, personal y familiar en la cultura de las empresas y su estrecha relación con los horarios laborales repercute positivamente en la productividad a través de varias vías. Son buenos ejemplos de ello la atracción de personal cualificado, el aumento de la estabilidad de la plantilla (lo que supone una disminución de costes de selección y de formación), la mejora del clima laboral y de la gestión y planificación del tiempo, una mayor implicación de la plantilla en los objetivos empresariales, la disminución del índice de absentismo, y el aumento de la satisfacción del personal y del prestigio de la empresa.
 Flexibilizar los horarios, limitar el tiempo destinado a la comida, dormir más horas y adecuar los horarios oficiales y comerciales a las necesidades de los ciudadanos son algunas de las propuestas concretas del libro blanco encargado por el Gobierno español a la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Esta comisión sugiere racionalizar la jornada laboral haciéndola continua, con flexibilidad de entrada entre 7.30 y 9 de la mañana y de salida entre 4.30 y 6 de la tarde como hora límite. El tiempo ideal dedicado a la comida sería entre 45 y 60 minutos.
 Por lo tanto, parece que con unos horarios racionales es más fácil conciliar la vida personal, familiar y laboral, así como favorecer la igualdad, e incluso aumentar la productividad y reducir la siniestralidad. Se trata también de hacer que los horarios sean convergentes con los de las economías más avanzadas, con el objetivo de mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas.
 Aún así, resulta paradójico que en unos momentos de crisis como el actual y en el que se intentan buscar fórmulas para reactivar la actividad económica, los agentes económicos y sociales no planteen medidas de estas características para mejorar la productividad del trabajo en España, lo que seguramente no supondría ningún coste económico.
  

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