29 de octubre de 2011

La igualdad llega a la corona británica 300 años después

La monarquía pone fin a la prevalencia de los varones en la sucesión al trono

Cameron dice que ya «no es aceptable» que un hijo más joven que una hija sea el rey

Más de 300 años de tradición en la sucesión del trono de Inglaterra tocan a su fin. La monarquía británica se moderniza y entra en el siglo XXI con una reforma constitucional que otorgará los mismos derechos al trono al primogénito de la familia real, sin distinción de sexo. El cambio fue adoptado ayer por unanimidad en una cumbre celebrada en la ciudad australiana de Perth por los 16 líderes de la Commonwealth que reconocen a la reina Isabel II como su jefa de Estado.

Las nuevas normas implican que el primer bebé de los Duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, será el heredero, sea niño o niña. Hasta ahora cualquier hijo varón tenía preferencia en la orden de sucesión al trono. La nueva normativa suprimirá también la prohibición actualmente en vigor que impide al monarca casarse con un católico, aunque el soberano deberá seguir siendo anglicano, ya que es también el jefe de la Iglesia.
 El contenido de la reforma fue anunciado en Perth por el primer ministro, David Cameron, para quien las actuales leyes «son caducas y necesitan ser cambiadas». «La idea de que un hijo más joven deba convertirse en el monarca en lugar de una hermana mayor simplemente porque es el hombre es algo que ya no se puede aceptar. No tiene sentido que un futuro monarca pueda casarse con alguien de cualquier religión menos la católica», señaló Cameron.
 Los cambios no tienen carácter retroactivo y la princesa Ana, segunda hija de la soberana, seguirá siendo la décima en la línea de sucesión al trono, detrás de sus hermanos Andrés y Eduardo. «Para decirlo simplemente, si el duque y la duquesa de Cambridge tienen una niña, esa niña puede un día ser nuestra reina», explicó el primer ministro.

 EL AVAL DE LA REINA / Isabel II, que está de visita oficial en Australia desde principios de esta semana, ha dado el visto bueno a este paso para igualar los derechos al trono de hombres y mujeres, aunque nunca se haya pronunciado públicamente sobre el tema y en el palacio de Buckingham insistan en que la reforma de la primogenitura es un asunto del Gobierno. La soberana dejó muy claros cuáles eran sus sentimientos al respecto, cuando en el discurso de apertura de la cumbre defendió el potencial de las mujeres, lamentando que en nuestras sociedades «aún no se ha desarrollado plenamente». También alentó a todos los países a «encontrar el camino para lograr que todas las chicas y mujeres se desarrollen plenamente».
 Las actuales normas de sucesión están reunidas en un conjunto de disposiciones aprobadas durante los siglos XVII y XVIII. Durante mucho tiempo diversos gobiernos, conservadores y laboristas, habían hablado de la necesidad de modernizar las leyes, pero el asunto era muy engorroso y se ha ido aplazando hasta ahora.
 La idea de acabar con la discriminación es sin duda bien recibida por los británicos, que recuerdan con orgullo a la reina Victoria, sienten un gran respeto por Isabel II, pero dudan en cambio de las cualidades del príncipe Carlos.
 El hecho de que Cameron haya decidido precisamente ahora realizar la reforma da lugar a algunas especulaciones. Los conservadores han perdido una buena parte del voto femenino a consecuencia de los recortes presupuestarios. En un lugar preeminente de la agenda de Cameron está en estos momentos reconciliarse con las votantes y recuperar esos apoyos, que necesita si aspira a conseguir la mayoría absoluta en las próximas elecciones. El Reino Unido iniciará en la próxima legislatura la compleja y lenta tramitación del cambio legislativo, que deberán completar a su vez otros países de la Commonwealth.

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