21 de enero de 2012

Una jueza de 72 años se salva del 'Costa Concordia' al nadar hasta la costa

Una jueza argentina de 72 años logró sobrevivir al naufragio del Costa Concordia en las costas de Italia al saltar del buque y nadar varios metros hasta la costa de la isla de Giglio, relató la mujer.

"No tenía más remedio que tirarme al mar. Salté con 30 o 40 personas que nos quedamos sin botes salvavidas", sostuvo la magistrada María Inés Lona a su llegada al aeropuerto internacional de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires. La jueza llegó al país en un vuelo procedente de Italia junto a sus dos hijas y otros argentinos pasajeros del crucero.



"Con otros pasajeros que tampoco lograban subir a los botes fuimos caminando hasta la popa, que era el lugar más vecino a la escollera de la costa. Sentía que el barco crujía y ya estábamos colgados en el flanco derecho", contó la magistrada penal de menores, residente en la provincia argentina de Mendoza (oeste). La mujer recordó que un español la ayudó en la decisión de saltar al agua "fría y transparente", y aseguró que solo llevaba el salvavidas, un abrigo y sus zapatos para evitar que las piedras lastimaran sus pies.

"No fue un acto de heroísmo, sino de supervivencia. Mientras nadaba, cada vez se inclinaba más el barco, y mi temor era que se diera vuelta y me chupara", afirmó la magistrada al rememorar la tragedia ocurrida en aguas de la región de Toscana, que mantiene a 16 personas desaparecidas.
AHOGADA O EN EL BOTE


Las hijas de Lona, María Silvina y María Valeria Ávalos, una de ellas discapacitada, lograron subir a un bote y encontraron a su madre "a las dos horas", cuando creían que se había "ahogado o que estaba en un bote", señaló la pasajera de 72 años, una de las 4.229 personas que viajaban a bordo del buque. La jueza, quien comparó la odisea con el hundimiento del Titanic, dijo que la primera advertencia sobre lo que ocurría la tuvieron cuando escucharon "un golpe fuerte y quedó todo a oscuras".


"Nos dijeron que era un problema energético, que no nos hiciéramos problemas, que nos quedáramos en los camarotes. Pero, de repente, sonó la alarma y nos dijeron que había que ir al puente 4, donde estaban los botes. El capitán nunca habló, su actitud fue de terror", relató.

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