27 de febrero de 2012

COLABORACIÓN / GOYA: LOS PREMIOS QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, POR MIGUEL ÁNGEL PARRA


El periodista Miguel Ángel Parra hace un repaso por los Premios Goya y por algunos de los festivales de cine más importantes del mundo y analiza el tratamiento que éstos dan tradicionalmente a las mujeres cineastas.

La directora y guionista cordobesa Josefina Molina (Esquilache, La Lola se va a los puertos) recibirá el próximo 19 de febrero el Goya de Honor en la XXVI Ceremonia de Entrega de los Premios Anuales de la Academia del Cine Español. En los 25 años de historia de los Goya, tan sólo dos mujeres han recibido este galardón: Rafaela Aparicio, en 1998, e Imperio Argentina, un año después, ambas por su faceta interpretativa. Esto hace que el premio a Molina adquiera una singularidad especial, al ser la primera cineasta no actriz que tenga este reconocimiento por parte del gremio a lo largo de un cuarto de siglo. Analizando la lista de nominados y premiados desde 1986, año en el que se crearon los premios, se observa que es mínimo el porcentaje de mujeres galardonadas por la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas del Cine Español, lo que pone de manifiesto la preferencia de la estatuilla cabezona por los hombres.


Dejando a un lado, obviamente, las categorías de Interpretación, las únicas establecidas por géneros, lo cierto es que la presencia de hombres es aplastantemente superior a la de mujeres en las nominaciones a los Goya y, por descontado, también lo es en la nómina de premiados. Además, es curioso observar cómo en todo este tiempo casi nunca se las nomina en los apartados técnicos, mientras que dominan en las candidaturas de las categorías tradicionalmente ligadas a ellas. Así, rara vez se ha propuesto a una mujer a la Mejor Fotografía y sólo nueve han recibido una nominación en Sonido o en Efectos Especiales… ¡en 25 años! Y hay más. Sólo una mujer ha logrado un Goya a la Mejor Dirección Artística (Ana Alvargonzález, el año pasado por Pa Negre). Antes que ella, tan sólo otras cinco cineastas habían optado al codiciado galardón en esa categoría.

En cambio, en 23 de las 25 ediciones celebradas hasta ahora se ha nominado como mínimo a una mujer en las categorías de Maquillaje y Peluquería y en Diseño de Vestuario, dos sectores en los que habitualmente han destacado más ellas. De casi cien candidaturas posibles, en el primer caso, ha habido 64 mujeres nominadas y 20 premiadas. En el segundo, ha habido 58 nominaciones y 15 galardones con nombre de mujer.

“Siempre hay más mujeres en esos apartados que en los de Dirección o Fotografía, por ejemplo. Prácticamente, no hay muchas mujeres que se dediquen a la Fotografía, porque está asociado a la técnica, y las mujeres siempre hemos estado excluidas de la parte asociada a la técnica”, explica Inés Romero, productora audiovisual y miembro de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), cuya presidenta de honor es precisamente Josefina Molina. La productora Beatriz Pérez, miembro también de este colectivo, añade: “La consecuencia inmediata de que no haya acceso de las mujeres a puestos de dirección y de guión es que nos estamos perdiendo muchas historias con un punto de vista diferente, estamos perdiendo riqueza cultural en la producción audiovisual”.

Para muestra, un botón. En los apartados principales de los Premios Goya a lo largo de su historia, la proporción de mujeres candidatas y premiadas ha sido irrisoria. Así, encontramos que tan sólo ha habido diez mujeres nominadas a la Mejor Dirección y únicamente tres premiadas: Pilar Miró (El perro del hortelano, 1997), Icíar Bollaín (Te doy mis ojos, 2004) e Isabel Coixet (La vida secreta de las palabras, 2006). En el apartado de Dirección Novel, 17 realizadoras han sido candidatas en los 25 años de estos premios y tan sólo cuatro han conseguido llevárselos a casa: Ana Díez, la primera realizadora que ganó un Goya (Ander y Yul, 1990); Rosa Vergés, (Boom boom, 1991); Ángeles González-Sinde (La suerte dormida, 2004) y Mar Coll (Tres días con la familia, 2010).

En cuanto al guión, es bastante significativo que, en todos estos años, solamente se ha nominado a 16 mujeres al Mejor Guión original y a 13 al Mejor Guión Adaptado. En ambas categorías, sólo ha habido cinco mujeres premiadas en estos 25 años. Llama la atención también que cuando se trata de reconocer el cine hecho fuera de nuestras fronteras, la ausencia de mujeres cineastas sea tan clamorosa. Únicamente tres películas europeas y otras tres de habla hispana dirigidas por mujeres han optado a un premio de la Academia española. Y ninguna de ellas ha ganado el Goya.

En otros casos, la presencia de mujeres es mayor, pero analizando los datos nos damos cuenta de que normalmente son siempre las mismas profesionales las que resultan nominadas. Así, en Montaje, los cuatro Goyas ganados por mujeres han salido de sólo 19 nominaciones, casi todas repartidas entre Teresa Font (Días contados), Carmen Frías (El sueño del mono loco y Belle Epoque) y Elena Sáinz de Rozas (Tesis). Algo parecido ocurre con la Dirección de Producción, con 32 nominaciones y 10 premios. En esta categoría, a menudo suenan los nombres de Esther García Rodríguez (Acción mutante, Todo sobre mi madre), Angélica Huete (La niña de tus ojos) o Cristina Zumárraga (Alatriste, También la lluvia). Hay casos curiosos, como la categoría de Mejor Película de Animación, en la que, desde su creación, sólo se ha nominado a una mujer, la directora Maite Ruiz de Austri. Lo ha sido en cinco ocasiones, de las que ha ganado dos: El regreso del viento del norte (1994) y ¡Qué vecinos tan animales! (1998).

Y este año, ¿qué?

Desde su creación en 1986, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas del Cine Español ha contado con trece presidentes, entre ellos, cuatro mujeres, tres actrices y una guionista y directora: Aitana Sánchez-Gijón (1998-2000), Marisa Paredes (2000-2003), Mercedes Sampietro (2003-2006) y Ángeles González-Sinde (2006-2009), también ex ministra de Cultura. Es decir, que durante casi la mitad de su vida, la institución ha estado dirigida por féminas, algo que parece que no se ha traducido en una mejora de la situación de las mujeres cineastas en el audiovisual español. De hecho, la próxima edición de los Goya, la número 26, no parece precisamente un reflejo de los logros conseguidos por las mujeres cineastas. No hay nombres femeninos en las candidaturas a la Mejor Dirección y sólo hay una en la de Mejor Dirección Novel (Paula Ortiz, De tu ventana a la mía). La presencia en las categorías de Mejor Guión Original y Adaptado incluye a cuatro mujeres, pero nunca solas, siempre en equipos formados con dos o tres hombres. Tampoco hay realizadoras en la Mejor Película Europea ni en la de Mejor Película Iberoamericana, ni en las tres categorías de cortometrajes. En el lado opuesto, la película EVA, del novel Kike Maíllo, es un ejemplo de la alta participación de mujeres, nominadas además en algunas categorías relevantes o hasta ahora reservadas a hombres, como Guión Original (Cristina Clemente y Aintza Serra), Dirección Artística (Laia Colet) y Montaje (Elena Ruiz).

La ausencia de mujeres en las listas de nominados y premiados y en los palmarés de los festivales no hace más que evidenciar la todavía escasa presencia de féminas en el sector audiovisual en nuestro país. Los datos hablan por sí solos. En los últimos diez años, sólo un 7% de las películas españolas han sido dirigidas por mujeres y solamente un 15% han sido escritas por ellas. Todo esto según un estudio realizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que también recoge que sólo alrededor del 20% de estas cintas han tenido a una mujer en la producción.

Y es que la masculinización del sector audiovisual es más que evidente. “Faltan productoras, pero también faltan productores con sensibilidad hacia las historias de mujeres. No es que haya discriminación, es más desigualdad”, dice Beatriz Pérez. Desde el colectivo de mujeres cineastas al que pertenece, creen que el rechazo a los proyectos de mujeres por parte de sus compañeros hombres es inconsciente. Para Inés Romero, responsable de Arrayás Producciones, “no hay perversidad, simplemente, falta de conciencia de que, si no trabajamos entre todos, el mundo no va a ser plural, al menos en la manera de contar las historias en el cine y la televisión”.

En este sentido, CIMA, presidido por Inés París y a la que pertenecen cineastas como Chus Gutiérrez, Icíar Bollaín, Marta Belaústegui o Isabel Coixet, se ha propuesto conseguir que las mujeres tengan voz y presencia en la creación, dirección e industria del cine y la televisión. Y esto, inevitablemente, también conllevaría una visibilización del trabajo realizado por las cineastas en las entregas de premios, como los Goya.

Equilibrio en las galas

Este panorama de ausencia de mujeres no parece extrapolable a los conductores de las galas de entrega de los Goya, donde ha habido cierto equilibrio. Desde aquella primera ceremonia celebrada en 1987, se han intentado muchas fórmulas de conducción del espectáculo, retransmitido siempre por Televisión Española. Desde actores en solitario (Fernando Rey, Imanol Arias, Buenafuente y José Corbacho lo han hecho en dos ocasiones y el Gran Wyoming en una), hasta parejas masculinas (Alberto San Juan y Willy Toledo), parejas mixtas (Concha Velasco con Antonio Resines, Resines con Maribel Verdú o con Verónica Forqué, Forqué con Javier Gurruchaga, Carmen Maura con Andrés Pajares o con Juanjo Puigcobé…) pasando por la combinación de parejas de actores (en 2001, la gala estuvo conducida por Concha Velasco y Pablo Carbonell, María Barranco y José Coronado, y Loles León e Imanol Arias). No obstante, la persona que más veces ha conducido los Goya en solitario ha sido una mujer. La actriz Rosa María Sardá presentó las galas de 1994, 1999 y 2004. Otras dos mujeres, también actrices, se atrevieron a llevar en solitario el peso de la ceremonia. En 2000, fue Antonia San Juan y en 2007, Carmen Machi, catapultada por el éxito de la serie Aída. Este año también será una mujer, la humorista y presentadora Eva Hache, la que intente llevarse el gato al agua y conseguir que la gala tenga agilidad y ritmo, así como personalidad propia, la gran asignatura pendiente de la Academia.

Un mal endémico

Aunque no sirve precisamente de consuelo, la ausencia de mujeres es constante en el mundo del celuloide. No hay que olvidar que la primera vez que una mujer consiguió el Oscar a la Mejor Dirección fue… ¡en 2010! cuando Kathryn Bigelow hizo historia al lograr la estatuilla dorada por la película En tierra hostil. Desgraciadamente, los festivales de cine tampoco han premiado a muchas mujeres. Si bien es verdad que cada vez escogen más cintas hechas por ellas para sus secciones oficiales y buscan la paridad en la composición de sus jurados, no es menos cierto que citas obligadas del séptimo arte como el Festival de Berlín dejan a las cineastas en un segundo plano. Nunca mejor dicho. Sólo Márta Mészáros (Adoption, 1975), Larisa Shepitko (The Ascent, 1977), Jasmila Žbani? (Grbabuca, 2006) y Claudia Losa (La teta asustada, 2009) han ganado un Oso de Oro en los casi 60 años de historia del prestigioso certamen. Por su parte, el Festival de Cannes sólo ha concedido su Palma de Oro a una mujer en toda su historia desde que nació en 1939. Fue Jane Campion (El Piano, 1993). Y la india Mira Nair y la norteamericana Sofía Coppola son las únicas directoras que pueden decir que tienen un León de Oro del Festival de Venecia, por sus películas La boda del monzón (2001) y Somewhere (2010), respectivamente.

Y aquí en casa, no nos quedamos atrás. En la última edición del Festival de Cine Español de Málaga, no se incluyeron mujeres directoras en ninguna de sus secciones importantes ni entre los homenajeados, y su presencia en las secciones ‘menores’ fue irrisoria. La Concha de Oro del Festival de San Sebastián, que comenzó en 1953, sólo ha sido concedida a dos directoras: Diane Kurys (Entre nosotras, 1983) y Yesim Ustaoglu (La caja de Pandora, 2008). Sin embargo, podría decirse que la tendencia está cambiando ya que el año pasado en Venecia cinco mujeres lucharon por el León de Oro, y en Donosti concursaron en la Sección Oficial tres películas con una directora: Take this waltz, de Sarah Polley; Los Marziano, de Ana Katz; y Le Skylab, de Julie Delpy, que además se hizo con el Premio Especial del Jurado, un jurado presidido por una actriz, Frances McDormand, y en el que había más mujeres que hombres: 4 a 3.

Un caso digno de mención es el del Sevilla Festival de Cine Europeo, hasta hace poco dirigido por Javier Martín-Domínguez, que se ha caracterizado en los últimos años por incluir en su Sección Oficial un gran número de películas dirigidas por mujeres. En su última edición, que homenajeó a la actriz María Galiana, fueron cinco cintas de 16 a concurso y en 2009 llegaron a ser 9 de 15. Este año el jurado del certamen, compuesto por cuatro mujeres y dos hombres, concedió el Giraldillo de Oro a la película Siempre feliz, de la realizadora noruega Anne Sewitsky. Curiosamente, el año anterior, en 2010, el SEFF entregó el Giraldillo de Plata a la Mejor Dirección a la directora sueca Susanne Bier por el filme En un mundo mejor, que unos meses más tarde ganó el Oscar 2011 a la Mejor Película en Habla no Inglesa y recientemente el premio a la Mejor Dirección de la Academia de Cine Europeo. Miguel Ángel Parra

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