11 de octubre de 2012

Mejor John que Jennifer


Esta semana he leído las notas informativas de un estudio realizado por la Universidad de Yale, cuyo objetivo era investigar sobre si se valoran igualmente las competencias investigadoras y científicas en el caso de los hombres que de las mujeres.

Para comprobarlo, ha remitido un currículum con idénticos méritos a un total de 127 profesores y profesoras de las universidades americanas con más tradición científica e investigadora. Personas acostumbradas, por tanto, a realizar este tipo de valoraciones. La prueba estaba en que la mitad de los casos el titular del currículum era John, un joven investigador prometedor pero no extraordinario, y en la otra mitad era Jennifer, una joven investigadora prometedora pero no extraordinaria.

Pues bien, en una escala de valoración de 1 a 7, nuestro joven John ha obtenido una calificación media de 4, mientras que nuestra joven Jennifer de 3,3. Además, cuando se les ha preguntado por el salario que deberían cobrar uno y otra, dijeron, con la mejor intención, que John merecía ganar 30.328 dólares al año, y Jennifer 26.508. Un 14 % de diferencia.

Afortunadamente para todas las personas participantes en el experimento ambos perfiles eran ficticios, aunque sus valoradores no lo sabían, por lo que no hay urgencia por denunciar ninguna discriminación concreta. Además, para tranquilidad de la mayoría de hombres investigadores, no se han apreciado diferencias en las valoraciones realizadas por los hombres y las mujeres, es decir, tanto unos como otras han pensado que John estaba más capacitado que Jennifer para la investigación científica. Tampoco ha influido en las valoraciones la edad de las personas participantes o su nivel de responsabilidad.

No es sino un ejemplo más de cómo el sexo influye en nuestra percepción de los méritos y la capacidad de trabajo, responsabilidad y liderazgo, por más que nos empeñemos en decir que ya no hay discriminación por razón de sexo. Los motivos por lo que las mujeres encuentran más dificultades para promocionar laboralmente o dedicarse a algunas actividades tienen que ver con una percepción social compartida de que son menos válidas que los hombres para ellas. Aunque, se haga sin mala intención, sin ánimo de discriminar, el resultado es igual de nefasto para la igualdad entre mujeres y hombres.

Esto afecta a los derechos de las mujeres y sus oportunidades, pero también es un problema para el desarrollo social, ya que es un obstáculo para poder identificar el talento y el potencial de desarrollo científico, económico, social, político que mujeres, igual de preparadas que los hombres, pueden aportar.

Pasa con la ciencia como advertían hace unas semanas Margarita Salas, María Blasco y Celia Sánchez-Ramos, tres prestigiosas científicas españolas, pero pasa también con el reconocimiento de la valía profesional en otros campos y con la capacidad de liderazgo.

Estamos en pleno debate presupuestario. Esta semana se han presentado unos de los proyectos de Presupuestos Generales del Estado más duros de las últimas décadas en España. Los recortes son generalizados y la afectación a las políticas sociales, grande y dolorosa. Se han recortado las políticas de igualdad y los presupuestos que se gestionarán en programas de promoción del empleo de las mujeres van a ser menores que en años anteriores. Pero incluso más que esto, me ha sorprendido que para trabajar el liderazgo de las mujeres, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, vaya a confiar a la CEOE (PDF) , el desarrollo de un programa de desarrollo del liderazgo femenino y promoción de mujeres directivas.

La CEOE, esa institución, que con su mejor intención y sin ánimo de discriminar, ha compuesto un comité ejecutivo con cincuenta miembros de asombrosa valía, en el que sólo 3 son mujeres, y que tantas buenas tardes nos ha dado con sus peculiares manifestaciones sobre la igualdad entre mujeres y hombres en los puestos de dirección de las grandes empresas.

Duelen los recortes. El despilfarro, entendiendo como tal consumir el caudal en gastos desarreglados, más.

Publicado en el Blog Ellas de Elmundo.es

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