18 de febrero de 2013

La igualdad es cosa de educación

Manuel Ayús y Rubio El principio universal de "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechosÉ" no deja de ser una utopía, pero a pesar de ello y para que tal vez algún día deje de serlo, este principio universal debe ser enseñado en escuelas, institutos y universidades de todo el mundo y en España deberíamos empezar ya. La educación que se da en los centros de enseñanza no incluye asignaturas que contemplen como materia básica el respeto hacia todos y todo, la no violencia en todo orden, la no discriminación, la igualdad entre hombres y mujeres y un concepto laxo o dilatado de la paz.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos se examinó en el primer período de sesiones de la Asamblea General de 1946, y a pesar del tiempo transcurrido no se ha prodigado con la extensión e intensidad que se pretendió con su promulgación. La situación que hoy presenta el conjunto de sociedades muestra más el lado del fracaso de dichos derechos universales que el triunfo del ideal común del respeto a todos los individuos y del naufragio de todas las instituciones en sacar a flote la no violencia y la igualdad entre hombres y mujeres.
El medio para transmitir los derechos fundamentales que deje un sendero sólido de respeto y protección se encuentra en la educación que se imparta en los centros de enseñanza y en el ámbito familiar. Desde la infancia hay que transmitir dichos valores y educar en el sentido de máximo respeto al prójimo y máxima repudia a la violencia en general, y en especial, a la de género, así como hacer desaparecer la tremenda lacra de la pobreza.
El 30 de enero fue el Día Escolar de la No Violencia y la Paz que nos recuerda que tenemos que exigir que en las escuelas, institutos y universidades se imponga la enseñanza de los derechos humanos y del respeto por nuestros semejantes y por nuestro entorno y hábitat.
No se puede educar excluyendo la igualdad entre hombres y mujeres, la violencia de género, el racismo, la homofobia o pobreza y los derechos humanos.

Es cierto que el concepto educar no sólo hay que entenderlo o articularlo dentro de los centros de enseñanza, que obviamente tienen un papel fundamental, sino que, es básico y transcendental que se ingiera en los entornos familiares. También es cierto que en muchas situaciones el foco que alimenta la inexistencia de esa formación o educación viene de los propios padres, de ahí que la idea de educar se extienda también hacia los progenitores. En ocasiones resultan más groseros los padres que los hijos.
El papel del Estado es igualmente imprescindible en las políticas educativas gubernamentales dirigidas no sólo hacia los centros de enseñanza, sino también a los medios de comunicación, entre los que se encuentran tristemente, la televisión (telebasura), los programas infantiles donde se hace propaganda de la agresividad, vulgarizando enfrentamientos de los unos contra los otros o de situaciones inaceptables de índole machista que irradian el sometimiento de la mujer hacia el hombre desde edades bien tempranas.
Todos tenemos la obligación de combatir las injusticias estén donde estén, hay que contribuir a que se respeten las normas, entre las que se encuentran las Administraciones que deben dar ejemplo de la aplicación de tales principios, además de los que les rigen o les son de aplicación, como el de igualdad, de buena fe, de confianza legítima, de eficacia y de legalidad. Todo ello ayudará a cambiar las conductas de los sujetos en la sociedad.
Íntimamente relacionado con estas prácticas contrarias a los principios que rigen en las relaciones humanas y en los buenos hábitos, es el abuso de derecho de quienes lo ejercen. Resulta indeseable por lo perverso que es para las relaciones humanas. No debería tolerarse el más mínimo indicio de abuso de derecho por las implicaciones que conlleva de indefensión de quienes lo sufren, ya sea entre particulares o entre administración y administrado. Este es uno de los mayores males de la actual situación social que vivimos. La indefensión.
Así que empecemos por educar, y para ello, que se incluya como materia básica en todos los planes de enseñanza, desde el primer curso de primaria hasta la universitaria. Que el ministro de Educación incluya en el borrador de la futura ley de educación asignaturas con contenidos expresos de derechos humanos, de fomentar la igualdad y el respeto por los demás. España no puede continuar como en el presente, con una educación en la que no existen y por tanto no se transmiten estos principios. Su exclusión supone un retroceso inaceptable, y además, nos sitúa en una posición bien alejada de los planes de la Europa común.
Obviamente transmitir valores y educar no es exclusivo de edades comprensibles en el segmento señalado, o dicho de otra forma, para aquellos que ocupan banco en los centros de enseñanza, sino también, para los que no los ocupan. Especialmente debemos presentar planes especiales de educación y sensibilización dirigidos para los que ejercen la política, para los funcionarios independientemente de su categoría, para los cargos públicos y autoridades de todas las administraciones, e incluso, y como no, para ministros de este país.
Reflexionemos sobre el Día Escolar de la No Violencia y de la Paz para no olvidar que la defensa de los derechos humanos es una asignatura todavía pendiente, como así lo es la educación y sensibilización del resto de la sociedad hacia nuestro entorno y el medio ambiente en general donde el hombre y la mujer son parte fundamental e integrante del mismo.

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