27 de abril de 2013

Las aparadoras: Pan para hoy...



Modesta Salazar El camino de la igualdad entre mujeres y hombres está plagado de minas. La alcaldesa de Elche y vicepresidenta de la Diputación es responsable de mujer y sigue aumentando su lista de agravios contra la igualdad. Eliminó la figura de la Pasionaria, quitó a una mujer el honor de "trencar el guió" porque era más estético y ahora elimina el nombre de mujer de una plaza. Cuando sabe que yerra culpa a los técnicos: esos seres criminalizados por el PP, parásitos sociales, llamados funcionarios. Acaba de pasarles el marrón al decidir suprimir el nombre de la plaza Lucrecia Pérez. Tres ingredientes: mujer, inmigrante y Elche, algo consustancial que ella misma debe conocer porque, como ella, miles de personas vinieron aquí en la década de los 60 y 70, en busca de una vida mejor. A Lucrecia Pérez la asesinaron por ser mujer e inmigrante. La corporación socialista dio su nombre a una plaza de Carrús, como reconocimiento a la víctima del primer asesinato xenófobo en el país. Esto a Mercedes Alonso no le ha parecido suficiente y quiere borrarlo del imaginario colectivo, poniendo en su lugar otro nombre.
Se llamará ahora plaza de La Aparadora, cambio significativo y simbólico porque alude a la mujer que el franquismo expulsó de las fábricas para que se quedara en el hogar cumpliendo la misión maternal, (dejando el trabajo remunerado para los hombres). Esta mujer pasó de la tutela del padre a la del marido, sin tener reconocida capacidad ni de abrir una cuenta bancaria, hasta bien entrados los años 70.
Las aparadoras (picadoras, rebajadoras, planteras,É y trabajos afines en el calzado) fueron mujeres que no pudieron elegir y a las que se les hipotecó su futuro. Con el sueldo del marido no llegaban a fin de mes y tuvieron que arrimar el hombro, trabajando clandestinamente, a espaldas de la Seguridad Social, con jornadas agotadoras, invisibles para la sociedad: "Pan para hoy y hambre para mañana".
Transformaron su pisito en taller y aparaban acompañadas de la radio y con el único amparo de la estampa de la Virgen de la Asunción. Soportaron el olor a cola y los vómitos gestacionales, las amenazas de aborto (qué poco preocupan a la derecha éstos) e incluso la lactancia de sus hijos. Mecieron a sus hijos con el balancín pegado a la máquina, cuidaron de sus mayores sin rechistar escuchando la voz del cura: Hija, aguantaÉ Mujeres sin derechos, sin representación sindical, trabajadoras a destajo y sin convenio, enfrentadas al repartidor. Machacaban sus espaldas para entregar la faena incluso domingos y fiestas de guardar. Hacían las cuentas y el sábado abrían el sobre marrón (insignificante en comparación con los de Bárcenas), lo administraban como un tesoro, y la rutina regresaba cada lunes. No había escapatoria.
Más tarde llegó la artrosis, las enfermedades profesionales nunca reconocidas, los problemas de columna, la sordera, la fibromialgia, etcétera y la certeza de que a sus años, volvían a depender de esposo o de hijos, salvo por la pensión "no contributiva" instaurada por el gobierno socialista como elemento de igualdad.
Este colectivo ha sido torpedeado injustamente (de nuevo). El gobierno de Rajoy ha excluido a las cuidadoras de la Ley de la Dependencia de la Seguridad Social (unas 200.000 en el país). La derecha que quita derechos prefiere mujeres cuidadoras por naturaleza, sumisas y obedientes, antes que reconocerles derechos.


Las aparadoras necesitan especialización, profesionalización, trabajo retribuido dignamente. Invertir en ello sería un motivo de reconocimiento, de justicia social y de avance hacia la igualdad. En su lugar, se zanja el asunto poniendo el nombre a una plaza, un gesto inútil que no es más que una forma de engaño de la que la alcaldesa es maestra. Miseria e indignidad, Alonso, para las mujeres aparadoras. Además, el colectivo ya tiene su calle en Elche, en la pedanía de La Hoya.
El único gesto conocido de Mercedes Alonso hacia la mujer fue la inmediata contratación de su hermana con un sueldo muy generoso, tan pronto llegó a la Alcaldía.

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