17 de julio de 2011

Noanalfabetas@ahora.com

Las nuevas tecnologías, ¿forman parte del progreso o son el mismo progreso, en el que una mayor productividad y racionalidad del trabajo son sus piernas? A estas alturas, ser un analfabeto tecnológico ya te expulsa hacia uno de los dos lados en los que, de no remediarlo, se asentará la sociedad. Las mujeres se van quedando en la parte oscura, según las cifras. Ellas, que engrosan los dos tercios de las personas analfabetas
 –al estilo clásico– no pueden perder este tren. Aunque la filosofía sirva para hombres y mujeres, en el sentido de que ese tren no puede cogerse en la estación siguiente, la incorporación o no de las mujeres a las TIC dirimirá la igualdad de género.



 EN LAS ÚLTIMAS décadas, la integración femenina al mercado laboral ha sido una de las mayores referencias para su independencia. El control de las nuevas tecnologías es ya un imperativo curricular para no desplomarse en el cuadrilátero laboral. No tener el requisito significará quedarse atrapadas en la zona del trabajo no cualificado donde, hasta ahora, se mueven la mayoría de las mujeres en el mundo.
 A pesar de que el contenido es importante, el soporte lo acabará definiendo. Y la pelea por la igualdad es de contenidos. Otra cosa es que use la fuerza para imponer unos sobre otros. Es una lucha por el conocimiento y el control de la sociedad del conocimiento. Las TIC y sus gurús se presentan ante el mundo como el antiguo consejo de sabios. Las mujeres están ausentes de las esferas que marcan la líneas de desarrollo y expansión de las nuevas tecnologías que operan como guías del discurso. El profesor Manuel Castells lo ha repetido a lo largo de la presentación de su libro Comunicación y poder: «Quien gana la batalla de las mentes, gana la batalla del poder».
 Las TIC, pues, deben ser una oportunidad. Ese conocimiento actúa como motor de cualquier cambio social, incluido el de la igualdad entre hombres y mujeres. Para incidir en el cambio, hay que estar. Además, esa sabiduría encaja con un mundo llamado a compartir propio de ellas, donde los objetivos y las personas se encuentran. La política y la enseñanza no se entenderán sin las TIC. Los proyectos modernos, rentables, valientes, sociales y culturales juegan en esa liga. No habrá repesca en septiembre para las personas que suspendan esta asignatura. Difícil para ellas, que aún arrastran la mala nota colectiva de igualdad.
 Por eso son importantes las iniciativas de los grupos de mujeres, las administraciones y las oenegés para poner al día a las mujeres en estas artes y organizarse para llevarlo a cabo. Un beneficio, para todos. «No es solo una tema de igualdad, sino de efectividad y de rentabilidad de la economía», considera Anna Mercadé, fundadora del Observatori Dona, Empresa i Economia de la Cambra. La jornada Mujer y Tecnología , que acogió esta semana el Parlament, fue una caja de resonancia de la necesidad de la tecnología y sentó las bases para que Barcelona sea el punto de contacto en España del Centro Europeo de Mujeres y Tecnología, que dirige  Eva Fabry.
  Es una de las maneras de abordar la soledad que sienten muchas mujeres ante esa tribu, de color masculino, que excluye a las personas analfabetas y tiene lenguaje propio. De feminizar incluso unas tecnologías consideradas demasiado duras por los chicos. Necesarios también el apoyo y la movilización, a través de la huella femenina en la Agenda Digital 2020 de Europa para abrirles paso en la investigación y la ingeniería. Un eco mundial para defender un cambio en las mismas ciencias, en la base de posteriores objetivos y acciones.
 Realizar un bautizo por inmersión para revertir los parámetros que han formado análisis, con sus posteriores consecuencias y soluciones, necesitados de ajustes a la realidad, más plural que ellos.
 La clave, una vez más, es la igualdad de oportunidades en la formación. Con ella, se atesora la herramienta base para acceder a otras dos requeridas ahora: los recursos económicos y la lengua. Las mujeres parten con desventaja. Pero hay que ponerse en un lado, ya.

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