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14 de agosto de 2012
Riad levanta la prohibición a los hombres de acudir solos a centros comerciales
La ley reforzaba la segregación sexual bajo el pretexto de proteger a las mujeres del acoso
El gobernador de Riad, el príncipe Sattam Bin Abdelaziz, ha levantado la prohibición de que los hombres solos puedan entrar en los centros comerciales de la capital saudí por las tardes y los fines de semana. Hasta ahora sólo podían hacerlo por las mañanas. La decisión, anunciada en el diario Al Riyadh de hoy, supone reconocer el fracaso de una medida que, bajo el pretexto de proteger a las mujeres del acoso, reforzaba la segregación sexual y dificultaba la vida a los varones que necesitaban hacer alguna compra y no contaban con la compañía de su mujer, su madre o al menos una hija.
“Es como si levantaran la prohibición de conducir a las mujeres”, celebra la feminista y periodista saudí Iman al Qhatani. En Arabia Saudí, con un clima extremadamente cálido y sin lugares de esparcimiento mixtos, esos templos del consumo son uno de los escasos puntos de encuentro entre los dos sexos. Las restricciones a la entrada de hombres solos no se dan en todo el país. En las ciudades donde no pueden acceder a su interior en las horas de máxima afluencia, muchos jóvenes han tomado por costumbre congregarse a sus puertas en la esperanza de poder conocer a alguna chica e intercambiar su número de móvil a través del bluetooth.
“Es un gran logro, ya que los hombres llevaban años quejándose”, admite la bloguera Eman al Nafjan. “Los muttawa no están contentos, pero mucha gente sí”, añade en referencia a los ultraconservadores agentes de la policía moral.
Sin embargo, de acuerdo con la noticia publicada en Al Riyadh, la decisión fue obra de un comité formado por funcionarios locales y representantes del temido Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, del que dependen los muttawa. Al parecer, sus responsables reconocieron que la prohibición había tenido “muchas consecuencias negativas, incluida la concentración de hombres a las puertas de los centros comerciales para molestar a las mujeres”.
Nadie se plantea que esa actitud depredadora sea fruto de la estricta segregación de sexos que impone la moral oficial. Sin embargo, las autoridades han comprendido la necesidad de flexibilizar las draconianas normas sociales. Hace pocos meses el rey Abdalá sustituyó al jefe de la policía religiosa por un clérigo más moderado, lo que sin duda ha contribuido al tímido paso anunciado ahora. De momento, habrá que esperar para ver cómo cambia el paisaje humano de los centros comerciales una vez que la medida se haga efectiva.
“Es como si levantaran
la prohibición de conducir a las mujeres”, celebra una feminista
Al volante del cambio
No ha sido la primera mujer saudí en reivindicar el derecho a conducir. Sin embargo, Manal al Sharif se ha convertido en el rostro de la campaña Women2Drive, que desde hace un año promueve que las mujeres se pongan al volante en el único país del mundo que lo prohíbe. El vídeo en el que se la veía manejando un coche por las calles de Al Jobar dio la vuelta al mundo, y con ella en la cárcel. Ahora ha vuelto a dirigirse al rey Abdalá para que acabe con ese anacronismo. “No es solo conducir, es mi derecho a la dignidad”, explica por teléfono desde el Reino de los Hombres Saudíes, como describe su localización en Twitter.
Al Sharif rechaza la etiqueta de activista. “Solo intento cambiar mi realidad, no puedo cambiar el mundo”, declara prudente. Por ejemplo, antes, si la policía moral la paraba y le pedía que se cubriera el rostro, lo hacía y se iba del lugar. “Ahora les planto cara”, asegura esta informática de 32 años, divorciada y madre de una niña de siete, que respeta el hiyab, pero no esconde el semblante.
En Arabia Saudí no existe una ley que prohíba expresamente que conduzcan las mujeres (las beduinas lo hacen fuera de la vista de los clérigos puritanos), pero el país no se rige por una Constitución o leyes escritas, sino por el Corán y la Sunna (la tradición islámica). Así que cuando, en 1990, las precursoras de Manal rompieron el tabú y condujeron a través de Riad, hubo un clérigo que con prontitud emitió una fetua (edicto islámico) tachando de haram (prohibido en el sentido religioso) que las mujeres se pusieran al volante.
Sin embargo, su gesto del año pasado la ha convertido en un símbolo y no solo para las saudíes, también para otras árabes. Prueba de ello es su inclusión entre las 100 personas más influyentes de 2011 de la revista Time, los 100 pensadores más destacados de Foreign Policy, la lista Forbes de mujeres que agitaron el mundo ese mismo año, o como una de las mujeres sin miedo de The Daily Beast. También ha sido uno de los tres galardonados en la primera edición del premio Václav Havel a la disidencia creativa.
“Me siento muy honrada”, admite con modestia. Pero ese reconocimiento internacional contrasta con las dificultades que le ha traído su activismo. Al Sharif fue detenida brevemente el 21 de mayo de 2011, mientras repetía la hazaña al volante que dos días antes había mostrado en YouTube y de nuevo al día siguiente. Pasó nueve días en la cárcel hasta que la dejaron en libertad bajo fianza, un castigo desproporcionado que motivó una acción de Amnistía Internacional y que los observadores atribuyeron al nerviosismo de los gobernantes saudíes ante la primavera árabe.
Adnan al Sale, el abogado de Al Sharif, explica que a su clienta le acusan de “incitar a las mujeres a conducir” y de “aunar la opinión pública”. Al Sharif vive en la provincia Oriental de Arabia Saudí, colindante con esa isla-Estado en la que la mayoría chií se ha rebelado contra la monarquía suní que monopoliza el poder y a la que acusa de discriminación. Los chiíes saudíes, una minoría que se concentra en esa provincia Oriental, también se han manifestado contra su abandono. La familia real ha dejado claro que no está dispuesta a correr riesgos, ni allí ni en el resto del reino.
“Sin duda, no me acusaron de nada; pero, por lo que me dijeron, temían que fuera parte de lo que estaba ocurriendo en ese momento en Bahréin”, confirma.

“Me siento muy honrada”, admite con modestia. Pero ese reconocimiento internacional contrasta con las dificultades que le ha traído su activismo. Al Sharif fue detenida brevemente el 21 de mayo de 2011, mientras repetía la hazaña al volante que dos días antes había mostrado en YouTube y de nuevo al día siguiente. Pasó nueve días en la cárcel hasta que la dejaron en libertad bajo fianza, un castigo desproporcionado que motivó una acción de Amnistía Internacional y que los observadores atribuyeron al nerviosismo de los gobernantes saudíes ante la primavera árabe.
Adnan al Sale, el abogado de Al Sharif, explica que a su clienta le acusan de “incitar a las mujeres a conducir” y de “aunar la opinión pública”. Al Sharif vive en la provincia Oriental de Arabia Saudí, colindante con esa isla-Estado en la que la mayoría chií se ha rebelado contra la monarquía suní que monopoliza el poder y a la que acusa de discriminación. Los chiíes saudíes, una minoría que se concentra en esa provincia Oriental, también se han manifestado contra su abandono. La familia real ha dejado claro que no está dispuesta a correr riesgos, ni allí ni en el resto del reino.
“Sin duda, no me acusaron de nada; pero, por lo que me dijeron, temían que fuera parte de lo que estaba ocurriendo en ese momento en Bahréin”, confirma.

El pasado mayo, Al Sharif se vio obligada a renunciar a su trabajo como asesora de seguridad informática en la compañía nacional de petróleo Saudi Aramco. No la echaron, pero se sentía cada vez más marginada. Las trabas que pusieron sus superiores a que viajara a Oslo para recoger el Premio Václav Havel fueron la gota que colmó el vaso. Allí explicó su evolución de simpatizante de los islamistas radicales en su juventud a defensora de los derechos de la mujer. El acceso a Internet a partir del año 2000 y los atentados del 11-S le abrieron los ojos.
“Internet hizo que empezara a perder el miedo a que mis creencias impolutas resultaran contaminadas. Luego, cuando Al Qaeda se responsabilizó de los atentados, me di cuenta de que mis héroes solo eran terroristas sangrientos”, cuenta.
¿Qué le pide al monarca en su nueva carta abierta? “Lo mismo que en la anterior, hace un año: protección para aquellas mujeres que necesiten conducir”, responde convencida de que “las saudíes van a hacerlo en cualquier caso, antes o después”. A mediados del pasado junio, también cientos de sus compatriotas firmaron una petición al rey respaldando el derecho a ponerse al volante para marcar el aniversario de la campaña Women2Drive.
La reivindicación no es nueva. Ya en 1990, a raíz de la presencia de mujeres entre las tropas estadounidenses que acudieron al reino para repeler la invasión de Kuwait por las fuerzas iraquíes, medio centenar de saudíes se animaron a conducir por el centro de Riad. Tras pasar 24 horas en comisaría, las autoridades les confiscaron los pasaportes y algunas perdieron sus trabajos. No fue hasta 2007 cuando la Asociación para la Protección y Defensa de los Derechos de las Mujeres en Arabia Saudí, fundada por Wajeha al Huwaider y Fawzia al Uyyoni, volvió a abordar el tema en una petición al rey Abdalá que reunió 1.100 firmas. Al año siguiente, en el día internacional de la mujer, Al Huwaider se grabó conduciendo y colgó el vídeo en YouTube. El último hito ha sido la presencia de mujeres saudíes en los Juegos Olímpicos de Londres.
Pero Al Sharif en su carta no le solicita permiso “porque no hay ninguna ley que lo prohíba”. En efecto, los más conservadores se oponen a que las mujeres conduzcan por un trasnochado temor a que se mezclen con el sexo opuesto y, sobre todo, a su independencia. Amparado en la tradición y su particular interpretación del islam, el reino impone una estricta segregación de sexos en la vida pública y su legislación considera a las mujeres eternas menores que requieren un tutor masculino, el guardián, durante toda su vida. De ahí las dificultades de movilidad de las saudíes, de las que la imposibilidad de conducir es solo la más visible.
“Lo que intentamos es animar a las autoridades a que protejan a las mujeres que conducen porque no hay transporte público y los chóferes privados resultan muy caros para la mayoría”, elabora Al Sharif, que trata de evitar la confrontación.
De momento, la campaña ha servido para “concienciar a la gente”. Cuenta satisfecha cómo este año dos de las telenovelas de Ramadán han abordado el derecho de las mujeres a conducir. “El año pasado, uno de los canales más populares lo intentó y fue censurado. Era un tabú y ahora la gente está hablando de ello”. Aun así reconoce que, a pesar de las promesas de promoción de la mujer hechas por el rey en septiembre del año pasado, “los cambios se están produciendo muy despacio” y solo bajo la presión de la gente.
“Si paramos ahora [las autoridades], no harán nada más”, señala. Pero sus objetivos no se limitan a conducir. “La campaña Mi Derecho a la Dignidad busca la plena ciudadanía de las mujeres”, subraya, sabedora de que es un largo camino plagado de obstáculos, pero convencida de que es una cuestión de tiempo. “La gente está cambiando a nuestro alrededor. No podemos limitarnos a hablar. Necesitamos actuar”, justifica.
La gente está cambiando a nuestro alrededor. No podemos limitarnos a hablar. Necesitamos actuar
Las mujeres de Arabia Saudí podrán votar
El rey Abdalá anuncia que podrán votar y ser candidatas en las elecciones municipales de dentro de cuatro años.- Es el único país del mundo donde las mujeres no tienen derecho a sufragio por el hecho de serlo.- Las activistas del país reaccionan con optimismo cauto
El rey Abdalá de Arabia Saudí ha anunciado hoy que las mujeres del reino van a poder formar parte del Consejo Consultivo (Shura) y votar y ser elegidas en las elecciones municipales, las únicas que se celebran. La decisión, comunicada en un discurso ante esa cámara designada y sin poderes legislativos, ha pillado por sorpresa a las activistas saudíes que han reaccionado con cautela. "Es fantástico, es realmente importante, aunque no podremos tomarlo en serio hasta que no se ponga en práctica", declara Eman al Nafjan, una destacada bloguera que recuerda las promesas incumplidas del pasado.
El monarca del conservador reino islámico hizo el anuncio en un discurso ante el Consejo de la Shura, una especie de Parlamento, aunque sin poderes legislativos. De esta manera, responde a un petición clave de los activistas progresistas.
"Debido a que rechazamos marginar a las mujeres en la sociedad en todos sus papeles regulados por la Sharia, hemos decidido, después de deliberar con nuestros clérigos mas veteranos y otros... implicar a las mujeres en el Consejo de la Shura como miembros, empezando en el próximo periodo", ha afirmado en un discurso ante ese mismo organismo. Después anunció que las mujeres podrán votar y ser candidatas en las elecciones municipales.
"Confío en el rey, pero espero verlo en realidad porque ya en las anteriores elecciones se prometió nuestra participación y el jueves próximo de nuevo sólo los hombres podrán acudir a votar", señala Eman al Nafgan. De la misma opinión se muestra Ghada al Tobaishi. "Por supuesto que es una buena noticia. Todavía no es suficiente, pero es mejor que [lo que teníamos] hasta ahora", manifiesta por teléfono esta mujer de negocios.
Las feministas y los activistas de derechos humanos saudíes llevan años pidiendo mayores derechos para las mujeres. Arabia Saudí es el único país del mundo que prohíbe conducir a las mujeres. Más grave aún, las saudíes no pueden viajar, trabajar o ser intervenidas quirúrgicamente sin el permiso de su "guardián"(padre, marido u otro varón de la familia que tenga encomendada su custodia).
Incluso una mujer conservadora como Omaima al Jalafma muestra su satisfacción por la medida. "Confiamos en nuestro rey y nos sentimos orgullosas de su decisión", afirma. "Ahora lo que hace falta es que las mujeres que acepten el reto muestren a la gente de Arabia Saudí que son dignas de la responsabilidad", concluye.
Arabia Saudí tendrá una ciudad solo para mujeres trabajadoras
Una urbe industrial para 5.000 personas mantendrá la segregación entre sexos
Arabia Saudí cede a la presión y llevará dos mujeres a los Juegos Olímpicos
TRIBUNA: La revolución saudí es de las mujeres
Una ciudad industrial exclusivamente para mujeres se construirá en Hofuf, al este de Arabia Saudí, para dar un ambiente de trabajo acorde con las estrictas costumbres del reino. Se pretende que trabajen más mujeres saudíes y que adquieran una mayor independencia financiera, al tiempo que se mantiene la segregación por género.
Las autoridades saudíes calculan que la nueva ciudad podrá ofrecer 5.000 puestos de trabajo a mujeres en la industria textil, productos farmacéuticos e industrias de procesamiento de alimentos, con empresas dirigidas por mujeres.
Hay otras cuatro propuestas presentadas para construir cuatro ciudades industriales exclusivamente para mujeres empresarias y trabajadoras en Riad, la capital del país.
La segregación entre sexos se aplica en Arabia Saudí, donde la sharia wahabí y las costumbres tribales conforman una sociedad ultra conservadora, que aún no permite conducir a las mujeres.
Las saudíes representan alrededor del 15% de los trabajadores de aquel país, de los que la mayoría fueron creados exclusivamente para mujeres. El número de puestos de trabajo mixtos ha aumentado en los últimos años, aunque todavía es escaso.
La Autoridad Saudí para la Propiedad Industrial (Modon), que está construyendo la ciudad industrial para mujeres de Hofuf, espera que la ciudad esté lista el próximo año. “Estoy seguro de que las mujeres pueden demostrar su eficacia en muchos aspectos e incorporarse a las industrias que mejor se ajustan a sus intereses, su naturaleza y capacidad”, dijo el viceministro de Modon, Saleh al-Rashid.
Modon, por medio de un comunicado, expresó que Hofuf está preparado para ofrecer “un ambiente y unas condiciones de trabajo en consonancia con la privacidad de las mujeres, de acuerdo con las directrices y normas islámicas para las trabajadoras”.
El proyecto ha sido propuesto por un grupo de empresarias saudíes, según el diario económico Al Eqtisadiah. Hussa al-Aun, mujer de negocios saudí, declaró: “La nueva ciudad industrial debe tener un centro de formación especializado para ayudar a las mujeres desarrollar sus talentos y formarlas para trabajar en las fábricas. Esto es esencial para reducir el desempleo entre las mujeres graduadas”.
El reino saudí, rico en petróleo, tiene una de las mayores desigualdades del mundo entre el empleo masculino y femenino, con una diferencia de 23%, según una encuesta reciente de Gallup, publicada en una página web saudí.
El país árabe atrae constantes críticas de grupos de derechos humanos por discriminación sistemática contra las mujeres. En septiembre, el rey Abdullah, anunció que las mujeres podrían votar en las elecciones locales de 2015 y para la asamblea consultiva.
En julio, una encuesta sobre mujeres trabajadoras en Arabia Saudí concluyó que el 65% de las saudíes querían una mayor independencia financiera a través de sus carreras profesionales.
© Guardian News & Media 2012
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