Una generación de artistas (en femenino) escribe un nuevo guion recuperando y reivindicando las habilidades tradicionales del ama de casa, como coser y bordar
FOTOGALERÍA Retazos hechos arte
Pertenecen a esa corriente de mujeres que toman habilidades y materiales tradicionalmente asociados a las labores del hogar, a los papeles del ama de casa, para insuflarles nuevo aliento y reivindicarlos como Arte con mayúsculas, sin complejos frente a los formatos masculinos, que son los que han pintado la línea roja que separaba arte de artesanía, de manualidades. Y de paso que declaran su orgullo de Artistas ahora, reclaman una cierta justicia para todo lo que se hizo en siglos pasados por las mujeres y fue despreciado, o al menos menospreciado, por el canon dominante. Lo explica Iván López Munuera, representante de una pujante nueva corriente de comisarios y estudiosos de arte: “Es una tendencia creciente que rompe las rígidas taxonomías del arte. Y que, además, por ser tan creciente resultará aplastante, y no será una moda. Aunque los estereotipos son muy potentes y cuesta mucho cambiar el orden de las cosas, estas nuevas clasificaciones se acabarán imponiendo”. Lo decía también Trockel en una entrevista en ‘Babelia’ el 19 de mayo: “Hay solo una fina línea que divide arte y artesanía. Un espectro que tiene una zona gris y yo misma me niego a trazar las diferencias”.
Para López Munuera hay nombres subrayados que en décadas pasadas ya abrieron esta ‘desmasculinización’: Sonia Delaunay – “imprescindible; empezó a romper tópicos con sus diseños textiles”-; muy cerca de ella, las impresiones textiles de la alemana Anni Albers; y, por supuesto, las inquietantes esculturas de la francesa Louise Bourgeois, que empleó enredos de lana y piezas de tela; y el minimalismo de la estadounidense Eva Hesse. Justo es reconocer que también ha habido nombres masculinos muy destacados en el arte del bordado; como el italiano conceptual Alighiero Boetti, que murió en 1994 con solo 54 años, y al que el Reina Sofía dedicó una impresionante retrospectiva el otoño pasado. Pero su punto de partida era distinto, porque llevaba lo íntimo del bordado a la pieza de enorme formato, y contrataba artesanos asiáticos para componer las obras.
Escribía López Munuera en un artículo en la extraordinaria, pero desaparecida, revista ‘Pasajes Diseño’: “Reivindican el arte producido con telas e hilos, contraponiendo el cliché de lo delicado, de lo manual y lo laborioso a los machistas atributos asignados a la figura del artista, como son la dominación, la intelectualidad y lo proteico”. En el siglo XXI, los discursos hegemónicos están en crisis. Y todo se replantea. Con toda su finura de analista de nuevas tendencias, escribía López Munuera: “Considerar arte todo aquello que ha sido clasificado como oficio desafía los discursos del poder. Lo mismo sucede al resaltar la preponderancia de ciertos sentidos respecto a otros, ya que la historia del Arte en Occidente ha sido, ante todo, una historia visual y, sin embargo, técnicas como el croché invitan a otras acepciones sensoriales como el tacto”. Y algunas intentan remover conciencias para que del choque surja, quizá, algo distinto; se reescriba el guion. Así debe de pensar Laura Splan, que desmonta esos prejuicios del hogar tranquilo y feliz, lo recogido y mono que asociamos con los laboriosos tapetes de encaje, al componer con puntadas las imágenes macroscópicas de virus como el del herpes y el VIH. Quizá entre las artistas contemporáneas la que ha logrado más proyección con esta actitud –porque eso es el arte a fin de cuentas, una actitud para trascender lo plano, lo estándar, lo masificado, lo industrializado, la inercia, la rutina- sea la portuguesa Joana Vasconcelos, de 40 años, famosa por sus esculturas de ganchillo.
Que hablen ellas. Heidi Hankaniemi: “Uso los bordados cuando necesito aportar un valor emocional extra o enfatizar el proceso de creación de la pieza, como en la serie sobre el metro, donde la parsimonia de las puntadas se contrapone a la velocidad de los trenes. Me siento muy orgullosa de saber coser y bordar. Creo que son técnicas que tienen un significado muy especial, al enmarcarse en una acción íntima; es como si el hecho de agujerear un material absorbiera las emociones del autor para después… escupirlas”. Y termina: “Yo no definiría mi arte como femenino, pero sí es verdad que pienso que estamos rodeados de mucho arte frío y carente de emoción, y recurrir al proceso íntimo del trabajo a mano me resulta mucho más interesante”.
Elena Hormiga, reciente ganadora del I Premio Internacional de Álbum Ilustrado de Edelvives: “El trabajo meticuloso de generaciones de mujeres -mi abuela, con 97 años, sigue tejiendo ganchillo como un legado transmisor de suerte y protección- se reinterpreta en forma de iconografía familiar ficticia. Los símbolos sufren alteraciones obsesivas; y las combinaciones crean nuevos vínculos, nuevos significados”.
¿Y Berta Salinas? “Desde pequeña me llamaron la atención esos trabajos de casa. Mi madre guardaba antiguos bordados de sus abuelas y tías; todos de alguna manera contaban pequeñas historias cotidianas; eran trabajos muy elaborados que poca gente apreciaba, pero en los que yo siempre he sentido que hay una vía de expresión: por el cuidado con el que se hacían, por las pequeñas historias que contaban o los fines a los que estaban dedicados, siempre relacionados con el ámbito privado y femenino. Todas esas pequeñas razones las he querido incorporar a mi trabajo. Ahora estoy preparando una nueva serie titulada ‘Caníbal’, bordada en tela, en la que analizo la idea de ser devorado por tu pareja, o la inversa. Todas las imágenes son como pequeños poemas visuales que, siendo violentos, están bordados con un estilo sencillo y muy cuidado. Me gusta esa dualidad entre algo muy delicado y duro a la vez”.
¿Y Karol Bergeret, conocida por su proyecto ‘Santas Amas de Casa, especie en extinción’? “A través de mi colección de esculturas realizadas sobre tablas de planchar recuperadas, pretendo homenajear a las mujeres y las labores domésticas que realizan a diario. El reciclaje de objetos en desuso y la participación de las mujeres son rasgos característicos de mi propuesta. Su tema es actual y potente: la madre trabajadora. Y es el hilo que conecta con otros: la feminidad, la familia, el reciclaje, el consumo… Todos ellos relevantes para estas mujeres, convertidas en diosas malabaristas”.
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