No eres una mamá perfecta, eres una mamá real. Sientes, padeces y te cansas... Para los días más complicados, esos en los que el trabajo se acumula y no puedes hacer todas las tareas que te tocan, te proponemos este mantra. Repítelo y, ante todo, tranquilidad.
"Puedo hacer dos cosas al tiempo"
¡Qué digo dos! Puedo hacer tres y hasta cuatro cosas. Ahí van algunos ejemplos: puedo dar el biberón con una mano y una tortilla francesa con la otra, mientras cuento un cuento y vigilo que no se queme mi cena; sí conducir sin perder los nervios a pesar de llevar en el asiento de atrás a un niño berreando por hambre y a otro repitiendo incansablemente: "Me hago pis, me hago pis, me hago pis..."; puedo acabar de arreglarme, mientras termino de preparar mochilas y controlo que mis hijos se pongan cada playera en el pie que corresponde; soy capaz de hacer la compra, siguiendo una lista escrita en el reverso de un ticket minúsculo, con un niño intentando escapar de mi mano y otro tratando de saltar del carro en marcha; puedo mantener una conversación ligera con la mamás del parque y vigilar que mis hijos no salen volando del columpio, no se comen medio arenero o no comienzan una batalla campal por el cubo y la pala del niño de al lado. Y como esto, mil cosas más.
Por: Pilar Ponce de León
¡Qué digo dos! Puedo hacer tres y hasta cuatro cosas. Ahí van algunos ejemplos: puedo dar el biberón con una mano y una tortilla francesa con la otra, mientras cuento un cuento y vigilo que no se queme mi cena; sí conducir sin perder los nervios a pesar de llevar en el asiento de atrás a un niño berreando por hambre y a otro repitiendo incansablemente: "Me hago pis, me hago pis, me hago pis..."; puedo acabar de arreglarme, mientras termino de preparar mochilas y controlo que mis hijos se pongan cada playera en el pie que corresponde; soy capaz de hacer la compra, siguiendo una lista escrita en el reverso de un ticket minúsculo, con un niño intentando escapar de mi mano y otro tratando de saltar del carro en marcha; puedo mantener una conversación ligera con la mamás del parque y vigilar que mis hijos no salen volando del columpio, no se comen medio arenero o no comienzan una batalla campal por el cubo y la pala del niño de al lado. Y como esto, mil cosas más.
Por: Pilar Ponce de León
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