12 de noviembre de 2012

Cuando hablamos de igualdad, ---


JOSÉ López González 10/11/2012

Cuando hablamos de igualdad, lo hacemos destacando un concepto al que todos aspiramos, nadie tiene más derechos que nadie, ni por cuna, ni por religión, ni por sexo, ni por edad, ni por riqueza. Pero esto sigue siendo una aspiración porque este mundo sigue lastrado por la división de clases sociales. Y en este sentido, nos encontramos, en cada rincón de nuestra experiencia vital un hecho sobre el que algunos hemos decididos actuar. Y les cuento: es la historia de aquellas mujeres que quieren ser deportistas profesionales y, más aún, aquellas mujeres que quieren ser futbolistas profesionales en nuestro





país.

Les podría enumerar, a través de normativas, reglamentos, y hechos consumados por qué las mujeres futbolistas de este país no son equiparables a sus colegas masculinos, desde el punto de vista de sus derechos laborales. Ya partimos de una primera realidad, sólo los hombres tienen un convenio colectivo, que no acoge a las mujeres, colegas de profesión. Esta situación trasladada al derecho laboral común constituye un atropello jurídico. Pero es así, algunos lo achacan a la inercia del pasado, otros a lo de siempre, no son equiparables --en derechos-- hombres y mujeres. Recientemente recibí una carta, vía email, de una chica, contándome su historia de cómo su reto es ser futbolista profesional, y las dificultades que está teniendo para, por su edad, encontrar equipo, y poder seguir compitiendo. Porque en el fútbol femenino existen distintas categorías diferentes al masculino, en las etapas no profesionales, que merman el desarrollo de las chicas, con respecto a los chicos.

Lo cierto es que en el momento actual, haciendo uso, entre otros textos normativos, de la Constitución Española, la Ley de Igualdad y Directivas Europeas sobre la igualdad en el acceso al ámbito laboral mujer y hombre no pueden seguir planteándose lo que algunos entendemos por una discriminación de hecho y de derecho. Y desde luego no vale la excusa meramente mercantilista, en el sentido de que el fútbol femenino no genera tanto dinero como el masculino.


XPUES AL HILOx de esto habría que contestar con las numerosas informaciones aparecidas en los medios de comunicación y datos proporcionados por las propias administraciones públicas en relación al estado económico financiero de muchos clubes de este país. Algunos de ellos al borde de la desaparición y otros quebrados y endeudados con la Hacienda Pública y Seguridad Social.

Pero más allá de este debate, la cuestión sería si se diera el caso, y podría, sin duda alguna ser interesante, que un día una jugadora de fútbol, que en este país, tenemos algunas muy destacadas, jugando en ligas fuera de España llamara a la puerta de un club de fútbol de Primera o Segunda División masculina, por ejemplo, y el club en cuestión se plantease contratarla para su plantilla de las categorías antes mencionadas: ¿sería posible? Si vamos a la legislación laboral común, sin duda, alguna, pues decirle que no sería discriminar a esa mujer por causa de su sexo.

Podría estar bien, que algún club de fútbol, y más ahora, con incentivos a la contratación femenina, decidiera un día dar el paso y proponer la contratación de una mujer futbolista, dentro de sus filas, en la denominada Liga de Fútbol Profesional (LFP). Yo creo que además de contribuir a subsanar, con hechos, una realidad, demasiado lastrada por prejuicios del pasado.

Supondría para esa entidad todo un estímulo y un apoyo desde muchos sectores de la sociedad española. Ya se hizo con el ejército, y de hecho la propia Ley de Igualdad contempla una serie de artículos para reforzar el apoyo a la incorporación de la mujer al ejército. Sobre todo para evitar que se siguiera discriminando por razón de sexo en unas Fuerzas Armadas, que representan a todos los ciudadanos de este país. Y que merece por ello el reconocimiento de los mismos ciudadanos.

No es fácil, seguro, y habría titulares para todos los gustos, pero pudiera darse el caso que alguna entidad, --siendo conscientes de la evolución de este deporte y del esfuerzo de muchas mujeres que se sacrifican para ser las mejores como jugadoras--, diera ese primer paso. Podría extrañar, pero seguro que sería valorado su gesto, y podría venirle bien, teniendo en cuenta los incentivos que en el ámbito laboral y empresarial existen en favor del empleo femenino. Especialmente cuando la Ley de Igualdad incentiva a aquellas empresas con políticas de igualdad en relación a la totalidad de su plantilla. Hay sentencias del Tribunal Supremo muy significativas en esa dirección.

Entiendo que para muchos esto pueda ser casi inimaginable o imposible, pero como decía aquella frase de "Caimán" de Buero Vallejo , "a veces en la vida sólo vale la pena luchar por lo que casi es imposible". Y en este sentido, siempre merece la pena utilizar la capacidad del individuo para trasformar aquella realidad que no es la idónea y que debe ser modificada, especialmente, y como es el caso, pues lo veo con cierta habitualidad, hay muchas mujeres en este país, que ven frustrada su carrera profesional, ese sacrificio de años de ellas y sus familias porque todavía esta sociedad no confía en que estas mujeres crean en sí mismas

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