14 de noviembre de 2013

EL Invierno de las mujeres Arabes



MARÍA-PAZ LÓPEZ – Barcelona – LA VANGUARDIA – 13 de noviembre de 2013

Un estudio indica que las revoluciones en la región han recortado sus derechos, sobre todo en Egipto

La guerra civil surgida de la ‘primavera’ siria ha desatado violencia contra las mujeres

A ellas les hará falta una segunda revolución. Las consecuencias de las primaveras árabes se están revelando nefastas para las mujeres, que sufren en sus países una involución de sus derechos como ciudadanas, derechos ya mermados en origen por un enfoque de cultura y religión muy refractario a la condición femenina. Egipto –cuya revolución arrancó a inicios del 2011– es el caso más claro de este vuelco desdichado. Actualmente, es el país árabe que peor trata a las mujeres, según un estudio hecho público ayer por la Thomson Reuters Foundation.

Esta fundación británica ha analizado –a través de más de 300 expertos de todo el mundo– cómo es la situación femenina en los 21 países miembros de la Liga Árabe y en Siria (país en guerra civil, suspendido de esa organización a fines del 2011), con conclusiones desoladoras, aunque haya algún signo de esperanza. Tras Egipto, los países más inseguros para el desarrollo personal y social de las mujeres son: Iraq, Arabia Saudí, Siria y Yemen.

En Egipto, el recrudecimiento de la violencia sexual debido a la inestabilidad política, el escaso número de diputadas en el Parlamento (sólo nueve fueron elegidas de entre las 987 que se presentaron candidatas en las elecciones del 2012), y la presión islamista en la sociedad antes –pero también después– del golpe de Estado militar y social que derrocó al presidente Morsi el pasado julio, muestran una sistemática vulneración de derechos.

“Con las revueltas árabes salió lo bueno y lo malo a la vez –explica desde Abu Dabi la periodista y bloguera siro-palestina Dima Khatib, corresponsal de la cadena Al Yazira–. La libertad que tenía la mujer durante las dictaduras era una libertad falsa, de muchas apariencias y poco contenido; y las revueltas árabes no fueron generadas ni iniciadas por movimientos ligados a la religión, sino por toda la población, sin color político ni religioso”.

Pero la revolución tomó otros derroteros. “Tras deponer a los dictadores, quedó un vacío que los jóvenes revolucionarios y revolucionarias no podían llenar, pues no tenían estructuras, preparación ni experiencia –aclara Khatib, muy influyente en las redes sociales árabes–. Entonces, se montaron encima ciertos movimientos, antes reprimidos, que ya tenían estructuras y bases populares; y esos movimientos son muy conservadores en cuanto al hombre y a la mujer”. Según la periodista, las cosas sólo cambiarán para ellas y para ellos si, a través de la educación, se consigue “liberar la mente del ciudadano árabe, demasiado acostumbrado al control y al pensamiento único”.

Siria, cuarto país en el ranking de los peores y también protagonista de una primavera árabe trocada en guerra civil, presenta la tragedia añadida de un millón de

refugiadas. “La guerra ha tenido un impacto devastador en las mujeres, convertidas en arma por las fuerzas del régimen –dice desde Londres Monique Villa, directora de la Thomson Reuters Foundation–. Grupos pro derechos humanos nos informan de que miles han sufrido violación y tortura, en las cárceles hay incluso niñas, y en los campos de refugiados en Turquía, Jordania o Líbano se dan matrimonios forzados, tráfico y abusos sexuales”.

En Iraq, el decenio de inestabilidad desde que en el 2003 las tropas anglo-estadounidenses invadieron el país y depusieron a Sadam Husein también ha afectado a las mujeres para mal. Y Arabia Saudí, tercera del ranking, mantiene un prohibitivo sistema de guarda de las mujeres, pero en el 2015 podrán votar en las elecciones por primera vez, y algunas protagonizan una rebelión en vídeo para que se les permita conducir vehículos. “La religión se usa como pretexto, a veces falso, para limitar las libertades de las mujeres, pero también de los hombres –alerta Dima Khatib al respecto–. No hay ni una cláusula en el Corán ni en otros textos religiosos que diga que la mujer no deba ni pueda conducir”. Las saudíes están ahora en ello.

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