11 de diciembre de 2011

«La revolución verdadera será cosa de mujeres»

El director rumano afincado en Francia (El tren de la vida y El concierto) estrenó ayer La fuente de las mujeres, una fábula que denuncia la situación de las mujeres en los países islámicos.

-¿Qué le impulsó a hablar de la situación de la mujer en el mundo islámico?
-Algunos encuentros casuales con mujeres maravillosas del Magreb y otros países árabes. Me di cuenta de que, pese a sus sufrimientos, poseen una belleza de espíritu y un humor enormes. Yo vivo en Francia, y allí reducimos el estado de la mujer árabe a discusiones sobre el velo, sin intentar comprender cuáles son su naturaleza y sus aspiraciones. Antes de criticarlas y estigmatizarlas, deberíamos conocerlas como yo las conocí.

-¿Qué más descubrió de ellas?
-Por ejemplo, que entre ellas hablan muchísimo de sexo. En Occidente pensamos que el Islam les prohíbe hacerlo, pero es totalmente falso. Además, poseen un sentido increíble de la poesía. Y cantan todo el tiempo. En cuanto una de ellas empieza a dar palmas, todas las demás se echan a cantar.
-Estrenar ahora una película sobre una revolución islámica no puede ser más pertinente.
-Lo sé. La primavera árabe estalló mientras acabábamos el rodaje, en diciembre pasado. Fue muy esperanzador ver que la gente reivindica su libertad y quiere acabar con los dictadores. Pero la revolución no solo se reduce a los movimientos en las calles. Es importante que también suceda en el ámbito doméstico. Yo creo que la verdadera revolución será cosa de mujeres. Los hombres parecemos un poco cansados y escasos de soluciones. Nuestra gran esperanza contra los extremismos, incluso contra el extremismo económico, es la participación de las mujeres de las decisiones políticas y sociales.
-¿Por qué decidió estructurar el filme como un cuento?
-Vivimos una época densa, compleja y frenética: la prensa corre veloz tras la noticia y el público es sumergido en esa vorágine. Como artista, mi papel es proponer otra mirada. El filtro de la fábula anima al espectador a reflexionar sobre lo que ve, a interrogarse. Si hubiera hecho una película muy realista, precisamente situada y fechada, habría sido muy fácil para el público distanciarse, decirse «esto no me concierne».
-Sus detractores le acusan de hacer películas sensibleras que simplifican la realidad.
-Mire, en todas partes hay muchas injusticias, pero también mucha belleza. Esos son los dos motores de mis películas. Yo logré escapar de Rumanía durante la dictadura de Ceaucescu, pero eso no cambia que mi país es un lugar lleno de hermosura. Incluso en los territorios más oscuros se cuelan rayos de luz.

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