3 de agosto de 2011

Agosto ya no es lo que era

Las nuevas necesidades de las empresas obligan a fragmentar las vacaciones

Las ciudades ya no quedan desiertas y muchos negocios mantienen su actividad
Los nómadas del verano han recortado sus vacaciones. Ahora, se quedan en la ciudad o, como mucho, pasan fuera un par de semanas. El gran éxodo de agosto, aquel que echaba la persiana a las rutinas urbanas y dejaba desiertas plazas y avenidas, ya no es lo que era. «Antes, y le hablo de no hace tantos años, la gente cargaba maletas y familia en el coche, en cuanto llegaba el 1 de agosto, y desaparecía durante 30 días.



Ahora, muchos regresan ya a mediados de mes y siempre hay algún que otro vecino que ni siquiera se marcha», relata Manuela, portera desde hace 28 años en un inmueble del Eixample de Barcelona.
 Los habitantes de la gran ciudad están dejando de veranear en el pueblo o en el apartamento de la playa. Con o sincrisis, este «es un fenómeno que empezó ya a producirse en torno a 1994 o 1995, con la popularización de internet y la globalización de las empresas. Hoy sigue siendo una tendencia absolutamente en alza», asegura convencida Estíbaliz Ortiz, profesora de la Escuela Superior de Comercio Internacional (ESCI) de la Universitat Pompeu Fabra.
 No es que hayamos renunciado a hacer vacaciones. Eso no. La cuestión es que ahora «se hacen más viajes al cabo del año y esos viajes tienen una duración inferior en días. El turismo se ha desestacionalizado y desconcentrado», explica Francesc Uroz, director de la escuela universitaria de Turisme de la UAB. «Agosto es un mes en que se realizan sobre todo rutas de proximidad, una proximidad que incluye también Europa, gracias a los vuelosde bajo coste. Los viajes de larga distancia se dejan para después del verano», afirma.
 Además, «en España, todas las zonas son ya receptoras de turismo», añade José Luis Guerra, adjunto a la presidencia de la Federación Española de Hostelería. Es cierto que algunas regiones o ciudades «reciben más visitantes de los que emiten», admite, pero ya no se produce la «desbandada» de hace 20 años.
 A los que se quedan en verano en la ciudad se les suman pues los foráneos que se dejan seducir por el turismo urbano. Prueba de la afluencia que registran las metrópolis es que las áreas de aparcamiento siempre se llenan. En Barcelona, el ayuntamiento asegura que las zonas azules –que estos días son gratuitas en muchos barrios– están ocupadas de forma casi permanente.

 UN MUNDO GLOBAL / ¿Qué ha cambiado en estas dos décadas? De entrada, las condiciones y el tiempo de trabajo. También las características de las empresas. «La competencia creciente de los países emergentes, donde se dan condiciones laborales preindustriales, y la intensificación de la competencia entre empresas en materia de innovación, de costes y de rapidez en la colocación de productos», indica Carlos Obeso, profesor del Institut d’Estudis
Laborals de ESADE.
 «Las empresas, grandes o pequeñas, ya no se pueden permitir cerrar todo un mes y organizan turnos para cubrir las vacaciones», concluye. Carlos Muñoz, copropietario de un negocio de venta de recambios para el automóvil en Sant Joan Despí (Baix Llobregat), lleva 15 años trabajando en agosto. «Si nuestros clientes no cierran, tampoco nosotros podemos hacerlo», explica.
 Otro factor ha sido la incorporación de la mujer al mercado laboral. «Antes, los matrimonios pasaban el verano separados. La mujer se marchaba para Sant Joan con los niños y no regresaban hasta septiembre. El marido les iba a ver los fines de semana y se unía a ellos en agosto», describe Estíbaliz Ortiz. Los cambios que ha experimentado la familia tradicional española han alterado también los hábitos vacacionales.

 HUIR DE LA MASIFICACIÓN / Para Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), influye el hecho de que hoy vivamos en una sociedad mucho más fragmentada. «Antes existía una clase media muy extensa, ligada al consumo de masas, pero ahora la diversificación de estilos de vida ha multiplicado las maneras de consumir ocio». Eso sí, quienes en su juventud practicaron el éxodo de agosto, ahora, una vez jubilados, «prefieren irse a Vietnam en febrero y, luego, en agosto, se quedan en la ciudad», agrega Carlos Obeso. Quizá porque quedaron servidos de masificaciones.
 Y aún una constatación más. Los inmigrantes, sobre todo los que tienen sus orígenes en América Latina y Asia, no salen de vacaciones en verano y se quedan en casa. Ellos son quienes mantienen, en buena medida, la actividad comercial y de servicios de la ciudad.
 En el Mercat de la Unió, en el límite entre el antiguo barrio obrero del Poblenou, el de casitas unifamiliares, y una renovada área residencial de diseño, Maria Trinxant ha colgado este verano un cartel de abierto en vacaciones . Hace 36 años que regenta una carnicería muy popular en el mercado y este será el segundo agosto con el negocio abierto. «En verano las ventas se reducen un 50%, pero la segunda quincena del mes la cosa se reanima», corrobora.


Cada vez es más difícil ver polígonos industriales desérticos en agosto, incluso en plena crisis. La mejora de las exportaciones obligará a un buen número de fábricas a trabajar este mes aunque sea a un ritmo un poco más bajo. Ese es el caso de Seat, que por primera vez desde el 2001 aplicará la flexibilidad interna para que unos 1.600 empleados trabajen en la producción del nuevo Audi Q3. Junto a ellos, las plantas proveedoras también estarán operativas. En el caso de Nissan, las vacaciones quedan limitadas a tres semanas.
La tendencia que se registra en las negociaciones de los convenios colectivos es la de reducir cada vez más el típico parón de agosto con el fin de adaptarse a una demanda más estable de los mercados extranjeros. La dirección de Seat ha planteado repartir por sorteo la fecha de disfrute de una semana de fiesta desplazada fuera del verano. ANTONI FUENTES

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